Acuse de recibo
A título personal y también a nombre de otros trabajadores del Inder de su provincia, nos escribe el profesor de Cultura Física Alberto González Rodríguez (avenida 53, No. 3720, entre 39 y 40, Cienfuegos).
Le preocupa a este preparador que, según ha sabido, «en el presente curso escolar se asignó por el organismo un vestuario deportivo (mono deportivo, zapatillas, pulóver, silbato y gorra) a los entrenadores del país desde hace varios meses, y aún en nuestra provincia no ha llegado, ni nadie sabe nada al respecto».
El remitente ha sabido versiones diversas del tema, entre ellas que se trataba de un experimento en algunos territorios o que en un espacio de Tele Rebelde se habían ofrecido explicaciones al respecto. Sin embargo, nadie les ha proporcionado a él y sus compañeros una argumentación esclarecedora.
Y sobre ellos, los docentes —apunta el lector—, pesa la necesidad de contar con los implementos señalados. Así, el proceso pedagógico elevaría su calidad, y el bienestar de educadores y educandos crecería.
Como en otros asuntos de similar índole, llegan primero a los interesados rumores, apreciaciones con disímiles márgenes de exactitud, las dañinas «bolas», que la información oportuna que las entidades deben brindar por los canales habilitados. ¿Quién explica?
Derrumbe total. Ese fue el triste saldo que dejó un huracán en 2012 a Yuliet Reynaldo Gracia (Guarapera Las Pasas, s/n, Levisa, Holguín). Desde los restos de su casa, la madre de dos niños levantó un pequeño bohío. Pero aquello no resistió mucho y terminó cayéndose. La familia se fue a vivir dentro de una guarapera, desde donde firma su misiva.
Luego de intensos trámites en distintas instancias, le aprobaron un subsidio. «Haciendo mucho esfuerzo y pidiendo licencia en mi trabajo, logré construir mi casita en el lugar señalado por los compañeros de Vivienda», evoca la remitente.
Pues bien, luego de vencer lo más difícil, ahora resulta que Yuliet y su familia llevan tres meses esperando para mudarse a la nueva casa, por falta de un poste en el cual la empresa eléctrica de su zona (Micro Distrito 2, Río Grande) le ponga la corriente, refiere la holguinera.
Innumerables gestiones emprendidas por ella no han dado fruto. Incluso ha llegado hasta la Empresa Eléctrica y el Gobierno municipales, y nada.
«Somos cuatro personas: mis dos niños, mi madre y yo, y todos estamos enfermos: mi madre padece de un EPOC, hipertensión, cardiopatía y trastorno nervioso; mis dos niños, alérgicos, y uno está en la escuela especial; y yo, de igual forma, presento enfisema pulmonar e hipertensión», detalla la lectora.
Encima, también carece de acometida hidráulica el nuevo hogar. «Tengo las tuberías y todas las uniones para instalar, y de Acueducto tampoco han venido a realizar el trabajo correspondiente. Siempre me inventan una historia», considera la madre holguinera.
¿Costará tanto trabajo ayudarla a dejar la zozobra?
Aprovecho las últimas líneas para alertar sobre algo que puede generar confusiones a nuestro equipo de Atención a lectores, a la hora de trabajar con los mensajes. A veces algunas de las cartas que nos llegan son misivas que ya la persona había escrito para otra institución relacionada con su problema y en otra fecha. Entonces, al redirigirla a JR, no se fija en, al menos, corregir con un bolígrafo estos detalles del encabezado. Ojo, comuniquémonos con claridad. Gracias.