Acuse de recibo
Con mucha razón, Leonardo Lassús Báez ha blandido la espada de la denuncia, ante el tratamiento inadecuado del que han sido objeto su madre de 88 años, enferma y ciega, y su hermana, quienes residen en La Palma No. 101, El Reparto, en la localidad santiaguera de Mella.
Cuenta el remitente que el metro contador de la electricidad que tenía su hermana, Mayra Lucía Lassús Báez, trabajó correctamente hasta enero de 2014, cuando pagaron por concepto de consumo 50,60 pesos.
Pero en febrero la factura llegó con solo 17 pesos de gasto. Y al propio lector cobrador le solicitaron honestamente que reportara en la Oficina Comercial de Mella el contador, pues parecía defectuoso.
En marzo siguió bajando. El aviso de consumo reportaba 5,20 pesos. Alertaron a la unidad empresarial de base (UEB) Mella, de la Empresa Eléctrica, donde les plantearon que ya estaba reportado, pero lo volverían a hacer.
En abril, el aviso de consumo fue de ¡2,50 pesos! Mucho más alarmadas estaban las clientas, pues evidentemente la UEB no reaccionaba ante los continuados reportes por metro con dificultades.
A finales de abril, entre el 24 y el 26, y en ocasión de realizar la lectura para cobrar en mayo, el lector cobrador se alarma, pues la misma solo arrojaba 20 centavos. Y se retira de allí con la promesa de que había que resolver el problema definitivamente.
En los primeros días de mayo llega un aviso de consumo con importe de 50 pesos, y una enmienda manuscrita a tinta: «Atraso». El lector cobrador explicó a las clientas que ya obraba el ajuste que hicieron, a partir de lo que se había dejado de pagar en meses anteriores. Y ellas lo entendieron, lógicamente.
El 10 de mayo al fin les cambian el metro contador, y cuando proceden a leer el consumo el 25 de ese mes, el propio lector cobrador le dice a Mayra Lucía que ya no habría problemas, pues el consumo registrado esa vez representa 36 pesos, lo cual estaba en concordancia con los gastos de esos 15 días.
Pero al llegar el aviso de consumo aparece en el mismo un importe de 1 003 pesos, en lugar de los 36 ya verificados. Las clientas reclamaron, y luego llegó otro aviso, casi terminando junio, manuscrito y firmado por una cajera llamada Ydalmis, de «Atraso», con 141 pesos. Ellas lo pagaron el 15 de agosto, pues estaban haciendo las reclamaciones, sin recibir —plantean— ni el trato ni las respuestas que merecían.
En julio llegó el aviso de consumo con 159 pesos. Y pagaron. Y a partir del 26 de ese mes han controlado diariamente el registro del metro, y comprobaron que marcha acorde con el consumo de la familia.
Por todas las irregularidades, le plantearon de nuevo su malestar al Comercial de la UEB Mella, y aún están esperando respuesta, a pesar de su compromiso «de tratar el asunto».
El 15 de agosto manifestaron la misma denuncia al Director de la Empresa Eléctrica en Palma Soriano, y luego al Comercial de la misma. Este tomó todos los datos y detalles, y se comprometió a hacer el análisis y darles una respuesta. Hasta el momento ambos funcionarios han incumplido sus promesas.
Allá en su casa, en calle 4ta No. 15, entre La Plaza y La Grúa, en Mella, Leonardo hace unas cuantas preguntas que merecen serias indagaciones y respuestas:
«¿Quién, por qué y sobre cuáles argumentos hizo los tantos “ajustes” aquí mencionados?
«¿Quién y por qué significaba “atrasos” en los avisos de consumo?
«¿Por qué los comerciales de Mella y de Palma Soriano no atendieron un caso tan sensible como este?».
También se pregunta si volverá a sus manos el dinero que consideran pagaron de más.
En ciertos servicios que son monopólicos, porque no tienes opción de virarte hacia otra entidad —como hoy puede hacer uno cenando en una «paladar» escogida,— hay que exigir con más razón la disciplina y el respeto al cliente. Al final, es el Estado el que paga, ante la opinión pública, los platos rotos de los incumplimientos y descuidos de ciertas personas.