Acuse de recibo
Liuva Lorenzo (calle 146 edificio 29 triplanta, apto. 1, reparto Reynold García, Matanzas) tiene una hija de nueve años, operada en cinco ocasiones de una luxación congénita de cadera y pie vano. Por ello, tiene un acortamiento de cinco centímetros en sus piernas y debe usar zapatos ortopédicos con urgencia, pues luego puede tener problemas en la columna y demás complicaciones.
El médico que la atiende hizo la receta para las botas. Y en marzo pasado, Liuva fue al taller donde hacen esos zapatos, en la calle Río de esa ciudad. La recepcionista le explicó que los materiales entraron en febrero, pero que en ese momento no había, que llamara todos los días para saber cuando entraban, y así tomar las medidas.
En abril ella conversó con el administrador y obtuvo la misma respuesta. Volvió en junio, habló con la Jefa de Producción, y dio la misma respuesta. «Si en febrero entró material, ¿por qué en marzo no hay?, ¿hasta cuando mi hija tiene que esperar por sus botas? Esto es una necesidad. Mi hija no camina bien. A este taller se dirigen muchas personas con discapacidades. Y si es una necesidad, ¿por qué carecen de materiales estos talleres?».
No es la primera vez que irrumpe aquí una queja acerca del calzado ortopédico para niños. ¿Hasta cuándo hay que esperar por una respuesta acerca de asunto tan sensible?
Tan reiteradas quejas no merecen prótesis de explicaciones, sino sinceras razones acerca de qué sucede con el calzado ortopédico.
Yamilé Figueredo Denis, desde edificio 14 plantas, piso 1 apto. 11, en la ciudad de Matanzas, cuestiona el espíritu de un spot de la Unión Eléctrica, que ha visto recientemente en la Televisión cubana.
Refiere que en el mismo se anuncian los servicios que pueden solicitarse en las oficinas comerciales de la Unión Eléctrica. Y entre ellos se menciona el cambio del metro contador de 110 a 220 voltios.
«Lo he tomado como una burla y un engaño —afirma—, pues resulta que el 20 de julio de 2012 hice una solicitud de ese tipo en la oficina comercial situada en el edificio 13 plantas de la ciudad de Matanzas, donde me informaron que el cambio podía demorar de 15 días a un mes como máximo.
«Confiada en esa información, me decidí a comprar un calentador de agua eléctrico de 220 voltios en una tienda de la cadena TRD, con una garantía de seis meses. Y ya pasó más de un año y no me han cambiado el contador. Por supuesto, perdí la garantía de un equipo que nunca he podido usar. En todo ese tiempo he acudido varias veces a la oficina, y me dicen que no disponen de contadores de 220 voltios».
Elena González Orozco escribe en nombre de los vecinos de Concepción de la Valla, entre Campanario y Lealtad, Centro Habana, La Habana, para denunciar irregularidades con el servicio eléctrico:
Desde hace alrededor de nueve meses, y en el horario alrededor de las seis de la tarde, los lugareños comienzan a sufrir las consecuencias del bajo voltaje y junto con ello también se resienten los equipos electrodomésticos.
El voltaje —refiere— baja sin restablecerse hasta el siguiente día, y ello trae como consecuencia que los refrigeradores se descongelen y la comida se eche a perder. Se han roto equipos electrodomésticos, equipos controladores de voltaje y tubos de luz fría.
Los vecinos se han quejado en la Organización Básica Eléctrica (OBE) municipal, y la respuesta ha sido que esperen el carro de guardia. Cuando ha llegado este, plantean que eso le corresponde al carro de día.
La remitente califica el trato dado a esta situación como una falta de respeto hacia los clientes, quienes hacen una considerable inversión de tiempo y esfuerzos para adquirir sus equipos electrodomésticos. Los vecinos tampoco comprenden por qué la empresa no realiza una defectación para brindar una respuesta precisa a este asunto, concluye.