Acuse de recibo
Una justa política del Gobierno cubano, de construirles viviendas a médicos colaboradores en el exterior, nadie tiene derecho a desvirtuarla con mediocridades y chapucerías.
Me escribe el doctor Pedro Soto Monduy desde el apartamento 4 —si puede llamársele apartamento— en el edificio 12, del Microdistrito 5, en el reparto Hermanos Cruz de la ciudad de Pinar del Río. Esa vivienda, cuenta, le fue entregada en 2009 luego de cumplir misión durante tres años en la hermana República Bolivariana de Venezuela, como especialista en Medicina General Integral.
Lo vergonzoso de esta historia es que apenas estrenó el apartamento, ya presentaba filtraciones. Rápidamente comenzó a hacer reclamaciones a la brigada que construyó el edificio, de la cual lamentablemente no da señas. Y después de una larga espera, la brigada realizó reparaciones menores, como aplicar un derretido de cemento en el piso de la planta superior, pero no solucionó el problema.
Como las filtraciones invadieron todo el edificio, en enero de 2010 los vecinos comenzaron a hacer gestiones. Pero pasó ese año y nada se resolvió (¡Qué manera de ganar tiempo a su favor la ineficiencia y la mediocridad!). En enero de 2011 volvieron a la carga, y en marzo de ese año parecía que se comenzaría a dar solución al problema, mas solo se reparó una parte del edificio, en la cual no figuraba el apartamento del doctor Pedro.
Así, con esa deuda, concluyeron las reparaciones el 9 de mayo de 2011, con promesas de que la brigada retornaría a continuar el trabajo. Promesas que nunca se cumplieron. Fue cuando el doctor Pedro decidió encarar el asunto por su gestión personal.
Su esposa, médico internacionalista también, visitó el Grupo Empresarial de la Construcción en Pinar del Río. Allí le informaron que quien atiende la construcción de viviendas de médicos es Waldo Fuentes Álvarez. Luego de siete intentos para verlo, al fin los atendió para decirles que ese problema no tenía que ver con él, sino con Vivienda. A mucha insistencia, el funcionario visitó el apartamento y se impresionó por la desastrosa situación del mismo. Los remitió a la Dirección Provincial de Vivienda.
Allí, la esposa de Pedro accedió al departamento de Atención a la Población y quedó pendiente una cita con la Directora Provincial. En cuatro ocasiones estuvo allí la afectada, y dejó como testimonio unas fotos que también enviaron con esta carta. Unas fotos de filtraciones, humedades y putrefacciones de paredes, que estremecen.
La Directora, según el doctor Pedro, nunca tuvo tiempo para atenderlos. Fueron remitidos a la Unidad Provincial Inversionista de la Vivienda (UPIV), con su director, Oscar Yumar. Así, el 5 de diciembre de 2011 —por ironías, celebración del Día del Constructor— Yumar los visitó junto al subdirector de Inversiones y la jurídica de la UPIV. Quedaron muy impactados y se comprometieron allí a resolver.
Transcurridos dos meses, conversaron con José Luis, el subdirector de Inversiones, quien les aseguró que desde el mismo 5 de diciembre había dado los recursos para solucionar aquello, que no sabía qué había pasado.
Ya ante tanto irrespeto, la esposa del doctor Pedro se personó el 20 de marzo en la UPIV. Ya no estaba de director Yumar, quien ahora es el director provincial de la Vivienda, y José Luis funge como director de la UPIV.
La persona que lo atendió allí, muy amablemente, escuchó la historia con suma paciencia para después decirle que nada tiene que ver con eso, que debe ver al actual director, o al anterior, en la Dirección Provincial de la Vivienda. «Como se puede dar cuenta, estamos en un laberinto sin salida y no sabemos qué hacer», concluye.
Es lamentable: Todos se impactan, se impresionan, se conmueven. Pero… ¿nadie tendrá suficiente autoridad para pedir cuentas por la chapucería y exigir que se revierta la situación? ¿Se estarán «filtrando» la indolencia y el desentendimiento en las paredes de la vida de ciertas personas? Nadie merece tal abandono. Esperamos respuesta, en palabras y hechos, de los responsables de tal chapucería.