Acuse de recibo
Parecía un simple malentendido, pero a la capitalina Madelayne Matos se le encendió la chispa cuando, de vuelta a su casa, observó bien el vale de la compra. Decía claramente que el juego de taza de baño costaba 101,05 CUC, o sea, lo que ella había visto en la tienda, antes de que en el cajero «le aclararan» que no, que eran 111,05 CUC.
Entonces, la vecina del Edif. E-88, Apto. 39 en la Zona 10 de Alamar, La Habana del Este, llamó de inmediato a su pareja y retornó por sus diez CUC a la ferretería sita en la calle Reina, conocida como Feíto y Cabezón.
«Cuando reclamamos, con un fuerte carácter pero dentro de lo normal, el Gerente mandó a hacer un supuesto cuadre de caja con una compañera que me imagino sería la jefa de piso. Para nuestra sorpresa sobraban los 10,00 CUC, y procedieron a devolverlos. Recogimos también la propina que habíamos abonado al cajero», refiere Madelayne.
«Ahora bien —comenta la remitente—, hay varias preguntas por hacer: delante de mí había dos personas que pagaron lo mismo que yo: ¿Ese dinero no tenía que sobrar también? ¿El gerente de esa ferretería sabe que eso está sucediendo allí? ¿Sabe aquel cajero cuánto sacrificio tiene que hacer una madre con tres hijos, viviendo de un salario, para reunir ese dinero?»…
Y ante la fuerza de las interrogantes, este redactor espera que rápidamente se investigue el caso, a ver si además de feíto y cabezón, no tiene otros atributos el establecimiento…
La camagüeyana Itzel Ramírez Fuentes (Calle 8, No. 66, Lugareño, Minas) quiere hacer de la gratitud un monumento. Y no es para menos cuando uno lee sus motivos. Su pequeño hijo Marco Antonio es uno de los tantos niños cuyo bienestar ha crecido en las buenas manos del doctor Norberto J. Rodríguez, para quien la Medicina es una vocación perenne.
El doctor Norberto, o «el Pediatra de Senado», como también se le conoce, por ser oriundo de esa comunidad, «les devuelve la salud con su nobleza a los pacientes y la tranquilidad a los padres que con tanta confianza acudimos a él», relata Itzel.
«Su casa particular es un cuerpo de guardia más del poblado, evoca la agramontina. No importa hora ni día, con él no existe un “No te puedo atender al niño”. En este momento cumple misión internacionalista en Nicaragua… Vino hace poco de vacaciones y su descanso fue tratar a todos los pequeños que llegaron a su hogar».
Narra la lectora que hasta el número de teléfono particular del galeno es casi de dominio público, pues él generosamente lo ofrece para que le hagan cualquier consulta. También, como acto de justicia, quiere la mamá camagüeyana agradecer a la esposa del pediatra, quien lo apoya en todo para que él pueda entregarse en cuerpo y alma a su misión…
Aprovecho las últimas líneas de hoy para recordar algo que ya hemos dicho: aun cuando se envíen a Acuse cartas contentivas de situaciones que impliquen a colectivos, deben consignarse claramente los datos de los remitentes: nombres y apellidos y dirección particular completa, y de existir un teléfono sería saludable contar con ese dato adicional.
En esta columna, cada queja, alerta o elogio publicados tiene un rostro al que dirigirse, pues no se sostiene el diálogo constructivo con las instituciones, ni el enjuiciamiento crítico, desde el anonimato.
Es la única forma de hacer crecer el ejercicio democrático de la ciudadanía. Gracias.