Acuse de recibo
Ángel Díaz (Gertrudis 117, Lawton, municipio capitalino de Diez de Octubre), diabético por más de 30 años, canalizaba aquí el pasado 2 de junio dos inquietudes acerca de los trámites para la dieta que requieren esos pacientes.
La primera, ya en un plano general, es porqué quien padece esa enfermedad crónica, sin cura, debe someterse anualmente a la prueba de la glicemia para renovar su dieta, si tiene su expediente e historia clínica.
La segunda, más concreta: cumpliendo con el requisito, Ángel se hizo la correspondiente glicemia en el policlínico Luis de la Puente Uceda a finales de abril; y fue el 24 de mayo que finalmente recibió el papel de la dieta, lo que le impidió recibir en ese mes los alimentos correspondientes.
Al respecto responde el doctor Emilio Varona, director del policlínico. En torno al primer asunto, aclara que ese es el procedimiento establecido por el MINSAP para la renovación de las dietas, según se regula en el Dietario Médico Nacional: Al menos una vez al año, al paciente diabético debe realizársele un control de la glicemia y evaluar su evolución.
En cuanto a lo sucedido con Ángel, precisa que fue atendido en consulta el 28 de abril. La glicemia se le hizo al siguiente día en el laboratorio clínico del policlínico. El resultado se le dio el 30 de abril a la mensajera del área, «quien demoró la entrega al consultorio».
Atendido de nuevo en consulta el 10 de mayo, se expide el modelo de dieta y se envía al policlínico el 11. El 14 se aprueba, dentro de las 72 horas establecidas. Ese mismo día se le entregó a la mensajera de marras, «quien incurre nuevamente en demora para entregarlo al consultorio».
La médica de la familia le entrega la dieta al paciente el 24 de mayo. Esta doctora «no controló ni exigió en tiempo por el resultado de la glicemia indicada al paciente, ni la aprobación de la dieta por el policlínico».
Concluye el doctor Varona que «existió demora, descontrol e irresponsabilidad en el procedimiento de renovación de la dieta». Y precisa que a la mensajera del área se le cerró el contrato laboral, por reincidente en el incumplimiento de sus deberes funcionales. A la médica del consultorio se le hizo un análisis crítico en el Consejo de Dirección por no exigencia y control del procedimiento para ese caso, teniendo en cuenta la calidad de su trabajo hasta entonces, y el buen estado de opinión de la población del área, incluidas las valoraciones del mismo Ángel, quien elogia el tratamiento recibido al respecto, y la atención habitual de los trabajadores de la salud en el área.
Agradezco la carta, y solo quedaría que el MINSAP despeje la duda del lector acerca del porqué el requerimiento de la glicemia anualmente para renovar una dieta por una patología que es crónica.
Detalles no creen en rejas
Nadie imagina cuánto hace reverdecer a una persona, por más que sufra, un pequeño gesto de estímulo.
Por uno de esos detalles, me escribe Juan Miguel Pérez, recluso del Centro Penitenciario Las Canaletas, en Perico, provincia de Matanzas. Y lo hace con sentimiento, porque el día de su cumpleaños, 21 de julio, recibió un regalo de esperanza.
Desde el Departamento de Atención a la Ciudadanía del MININT en la provincia de Matanzas, el teniente coronel Osmel Escalona, los mayores Ugarte Díaz y Ourelis Martín, y la teniente Leidis M. González, lo agasajaron con un libro del Comandante Ernesto Che Guevara (no especifica cuál).
Lo que más le impresionó es que, cuando abrió el volumen, estaba dedicado personalmente, con una felicitación. En ese instante, sintió que era más que un recluso con un número: un ser humano, por encima de todo lo pasado.
Agradecido como todas las criaturas de este mundo —no importa quiénes ni su pasado—, Juan Miguel dice, no como consigna de cumplido, que esos gestos lo obligan a uno a ser mejor persona y a creer en la Revolución.