El periodista Tubal Páez. Autor: Cubaperiodistas Publicado: 11/04/2025 | 12:35 am
“El periodismo para mí es como mi respiración, como mi oxígeno,
es mi ritmo”.
Fue hace unos días, en la Jornada por el Día de la Prensa, hablábamos de esta sección y de pronto me dice: —¡Yo soy Tato! Pensé que era un chiste, porque mi interlocutor, aunque es una persona seria, tiene buen sentido del humor. Lo que me pareció raro es que hiciera un chiste con ese «personaje» de moda ahora en las redes, que además no venía al caso con el tema que conversábamos. No sabía si reírme o preocuparme. Mi amigo parece que advirtió mi cara de «jodedor-jodido», y sonriendo abiertamente me aclaró:
—¡Sí, Jape, yo escribía con el seudónimo de Tato en el semanario Palante a finales de los 80, principio de los 90!
Rápidamente vino a mi memoria aquella firma, Tato Paéz, que aparecía en Palante, y sin recordar específicamente algún texto (ya han pasado muchos años) sabía que fue reconocido entre los populares colaboradores de la antológica publicación humorística cubana. Entonces solo dije:
—¡Así que tú eras Tato! —y Tubal echó a reír, mientras asentía con la cabeza.
Tubal Páez Hernández nació en una humilde casa de Jaruco y en sus primeros años de vida fue un niño enfermizo. Su abuelo lo había llevado a importantes especialistas en La Habana, pero ninguno acertaba con la causa del mal hasta que un médico recién graduado logró curarlo, aunque nunca se descubrió el origen del padecimiento, según Tubal
escuchó decir siempre a su familia.
Su recuerdo más perecedero de la infancia es el ruido de unos disparos y enseguida la orden de que entrara a la casa. Le dijeron que había terminado la Segunda Guerra Mundial. Era mayo de 1945 y aún le faltaban siete meses para cumplir los cinco años. Así lo contó, en reciente entrevista realizada por la periodista Patricia María Guerra Soriano, este increíble profesional del periodismo, del trabajo, de la lucha revolucionaria, que a pesar de la inmensa pobreza, unida a la difícil y arriesgada existencia hasta el triunfo de la Revolución, siempre vio la vida con extremo optimismo y sin temor a la muerte, porque, según él: «Una buena vida, como uno ha querido tenerla, como uno la concibe, es asegurarse una buena muerte».
El Licenciado en Ciencias Políticas Tubal Páez comenzó a trabajar en el periódico Granma en 1966, primero como diseñador y luego como redactor, jefe de la página ideológica, jefe de Redacción y de Información, y finalmente como primer subdirector.
Entre otras muchas responsabilidades, fue presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, subdirector de la revista Bohemia y director del periódico El Habanero. También se desempeñó como vicepresidente primero de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) en 1999, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Y, tal como me acabo de enterar, colaboró en varias publicaciones humorísticas.
Su trayectoria política está llena de múltiples acciones y tareas que asumió desde muy joven como parte del Movimiento 26 de Julio, fundador del Partido Comunista de Cuba y primer secretario del Partido en su natal Jaruco.
Su inmensa obra está avalada por múltiples premios y reconocimientos; pero, sin dudas, su mayor tesoro es ser periodista. A esta profesión debe toda su vida, las miles de anécdotas que siempre tiene a flor de labios y que cuenta con orgullo y con profunda emoción, como cuando estuvo en el borde del volcán Masaya, una caldera ardiente a poco más de 22 kilómetros de Managua, la capital de Nicaragua; de la vez que montó un avión por primera vez, permaneció 14 horas y media en el aire y le dieron un diploma por haber sobrevolado el Círculo Polar Ártico para llegar a Moscú y celebrar otro aniversario de la Revolución de Octubre en la entonces Unión Soviética; de la etapa en que descubrió la vida nómada de los mongoles al recorrer las duras estepas o las cumbres nevadas sobre sus camellos con yurtas.
Gracias a la revelación de Tato Páez, y a esta entrevista que cito y recomiendo, ha crecido mi admiración y simpatía por este amigo de muchos años, quien afirma que el periodismo le ha dado la fuerza necesaria para enfrentar cada camino.