Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Nocaut al machismo

Un «combate verbal» sostuvo el periódico de la juventud cubana con «La Gacela» de la extensa llanura agramontina y la «Chica de los mazos»

Autor:

Yahily Hernández Porto

Camagüey.— Llueva, truene o relampaguee, o bajo el intenso sol o denso sereno las jóvenes, integrantes del equipo femenino agramontino de boxeo, se les ve cada amanecer, a veces mucho antes de que los rayos del astro rey comiencen a calentar el pavimento, destrozar el agotamiento y hasta la sed por el esfuerzo acumulado, durante varias horas de trote ininterrumpido.

Con el sudor corriendo como gotas de agua por sus cuerpos JR las abordó una de esas mañanas, en el que el entrenamiento no daba tregua ni para recuperar las fuerzas. Sin embargo la amabilidad de las pugilistas permitió entrevistar a dos de las seis muchachas, que integran la plantilla agramontina, quienes durante su horario de descanso y luego de más de tres horas de arduo esfuerzo físico, accedieron gentilmente a mis «golpes verbales», como reconocieron en tono jocoso, luego del ameno diálogo.

El resto de las compañeras continuaban con una muy intensa faena y sin tener tiempo ni para mirar a sus alrededores, alzaron sus guantes en gesto de bienvenida afectuosa, desde los cuadrilateros, en los que se desarrollaban combates entre amigables contrincantes.

Así que me sentí super suertuda, porque entre los enfrentamientos técnicos que no dejan margen al error, pues habría una derrota anticipada, calentamientos extremos, consejos de inimaginables jugadas, los cuales comparto con los lectores con cierta discreción, al excluir palabras muy cubanas, que por su explosividad no caben en estas líneas enaltecedoras de una profesión pensada, hasta hace muy poco, solo para hombres:

«¡Métele un gancho..., sal con agilidad de la zona de defensa..., muévete con rapidez..., calcúlale su pegada..., no mires para los costados..., tírale, tírale duro..., no te rindas..., cuídate la cara...!», y aquel mal augurio de que las deportitas son de cortas palabras, no podía menos que agradecer la deferencia de Norelis Sanchez Gonzalez, de 21 años de edad, y quien compite en los 54 kilogramos (Kg), y Annes Saasa Hidalgo, de 22 primaveras, quien defiende los 50 Kg.

Como mariposas que vuelan sin descanso

Las noveles camagüeyanas son talentos en desarrollo acelerado, quienes desde exelentes cualidades en sus movimientos, agilidad y pegada, no solo revelan hazañas de entrega y pasión, tanto personales como colectivas, sino que entre empeños colosales aspiran a integrar el equipo nacional de boxeo femenino.

Esta meta, asumida como proyecto de vida, le ha permitido a estas marianas del siglo XXI, quienes se empinan todos los días contra viento y marea, mentalidades arcaicas y estereotipos enquistados en la mente de muchos y muchas, encontrar el camino para andar, para anclarse profesionalmente y volar hacia lo absurdo, hacia la adversidad de lo increíble, pero también hacia la valía de ser mujeres con autodeterminación, valientes e independientes, y con una envidiable estabilidad emocional, sueños, deseos, con fe absoluta en el triunfar, y con sentimientos de esperanza, la que desde hacía mucho tiempo esperaban.

«Sí. Siento que mi vida era un cachumbambe, pues no encontraba mi destino. Estuve en varios deportes, desde que era una adolescente, pero en ninguno eché raíces. Practiqué Atletismo, Judo, Taekwondo, Kick Boxing y ahora Boxeo, del que me he enamorado y veo mi futuro en él», aseguró Norelis, quién defiende, junto a sus compañeras y entrenadora, Ana de la Caridad La Cruz Peraza, la decisión del país, de oficializar la práctica del Boxeo femenino.

Sobre la apertura demorada de esta disciplina en la nación cubana, la atómica jovencita, quien ofrece un verdadero espectáculo en el ring, tal cual una gacela, —así se me ocurre apodarla—, en la sabana africana, aunque la suya sea la de la extensa llanura, y la cubana, —por su velocidad, por sus muy estratégicos golpes y jugadas, y por correr en zigzag para agotar a su atacante, a quien le es imposible la realización de giros, lo cual no solo evita que pueda cazarla; sino que convierte la fortaleza de su adversario en su mayor debilidad—, acentuó: «Esta profesión para mujeres ha sido maltratada por la sociedad, realidad que no es solo para Cuba. Antes era inimaginable que pudiéramos estar en el cuadrilátero. En lo personal nunca he tenido la amarga experiencia de ser criticada cara a cara, pero las miradas y murmullos nunca faltan, y sí dejan mucho que desear. Pero el tiempo y la vida dirán la última palabra. Por el momento solo en Camagüey ya somos seis y el país piensa en grande. A nosotras no hay quien nos pare».

Los inicios de su compañera de entrevista, Annes Saasa Hidalgo, quien atenta la escuchaba, se remontan a su niñez, cuando veía pelear al campeón Julio César La Cruz.

«Quería ser cómo él. Aún me estremecen sus golpes, sus giros imprevistos, sus movimientos, su técnica y estrategía. Pero todo ese espíritu de emoción y de pura adrenalina frente al televisor se reducía solo a ese momento, pues las mujeres no podíamos ser boxeadoras, hasta que un día escuché la convocatoria para las féminas, y media embullada y hasta media indecisa me presenté y entré a la Academia camagüeyana. Desde ese día, hace poco más de un año, vivo para triunfar en este deporte», reflexionó, quien tiene por puños mazos pesantes, según lo que vi, durante varias horas, entre las pugilistas agramontinas.

Por eso me atrevo a renombrar a Saasa como la «Chica de los mazos», por la semenjanza que tienen sus puños con la herramienta que con fuerza golpea, todo lo que Anita, su maestra querida, le pone alante.

—¿No es fácil romper con tradiciones machistas?

— No, no es fácil, —apuntó la muchacha de los mazos—, pero tampoco es el fin del mundo, ni imposible. La sociedad impone creencias que luego pesan. Ser pionera no solo en el boxeo para féminas en Camagüey y en Cuba, sino en cualquier otra cosa lleva una buena dosis de cuestionamientos, incluso hacia una misma, pero muy adentro, lejos de apagarnos, nos motivan. La realidad nos afirma que estamos dando pelea por lo que nos gusta. Los incrédulos tendrán que callarse, porque la historia los pondrá en su justo lugar. Nosotras, las cubanas que escogimos este camino, ya estamos haciendo historia.

—¿Y la familia, cómo reaccionó ante la decisión de convertirseen pugilistas?

—Tanto Annes Saasa, como yo, hemos navegado con suerte, pero lamentablemente no todas las experiencias son positivas. En mi caso, estoy segura que papá, José Julián, desde el cielo me acompaña, y mamá, Yuneris, es mi sostén en todo. Ella no se rinde, a pesar de las adversidades.

—«Es así, refiere Norelis. Mamá, Masiliso, me abraza y con cada apretón me da fuerzas cuando las cosas no me salen como esperaba. Ella es parte de cada enfrentamiento y de mis sueños».

—Cuando dieron su primer golpe en el cuadrilátero, ¿qué sintieron?

—Yo..., la verdad..., —dijo Norelis—, no me lo podía creer. Me dije, «¡Ñoooo, al fin!», y hasta hoy sigo en la pelea.
Para Annes Saasa, fue muy similar ese primera vez. «Subí al ring, y me dieron, pero yo también di. Luego supe que ya no había quien me hiciera dudar de mi decisión».

—¿Los entrenamientos, cuán fuertes son?

Ambas sonríen y detienen sus miradas en Ana, la entrenadora, a la que llaman con cariño y respeto, Madrina. A ella nada le es ajeno y las compulsa a seguir derrumbando sinsabores sociales, y a amar cada encuentro con los equipos, con los profe, con las «mañanitas» y hasta con las «tardecitas», —apelativos que describen horarios sagrados para el entrenamiento, el calentamiento y la preparación física, que pone a prueba a los deportistas.

—«Intensos y cuando se acercan las competencias, se incrementan hasta lo inimaginable», aseguró Saasa, mientras Norelis añadió, «cada vez, en cada etapa, los ejercicios se complejizan y son más fuertes y no dan tregua. Hay que darlo todo, incluso hasta el extra, y ser muy disciplinada».

—¿Sus mayores derroteros?

—«Una misma, el creerse que no puedes hacer algo», subrayó Annes Saasa.
Para Norelis Sanchez su limitación tiene que ver con la belleza de la vida, la hermandad y con el respeto por el adversario.

—«Me pasa más a menudo de lo que debiera ser, y es que no veo a la contrincante como una adversaria, sino como una compañera, y eso no es bueno en el combate. He trabajado seriamente en este elemento, con nuestra madrina y con los maestros, pero a veces me vuelve ese sentimiento, que puede disminuir mi rendimiento en el combate, y eso no es bueno».

—El equipo de boxeo femenino agramontino, Anita, —madre de La Sombra, el campeón bajo los cinco aros—, y los profes, ¿cuánto significan en sus proyectos de vida?

— «Es familia, refugio y sueños», calificó Norelis.

Saasa, enfatizó, «Es el hogar para crecer. Eso vale más que los triunfos. Hace un año no había equipo femenino de boxeo y gracias al empeño de Anita, su esfuerzo, que arrastró a otros hacia esta idea, aquí estamos. Esa determinante manera de defender el proyecto nos inspira».

—¿A una mujer pugilista qué cualidades la deben distinguir?

—«Somos como cualquier otra mujer: reímos, lloramos, amamos y nos incomodamos, pero la disciplina, debe prevalecer», subrayó Saasa.
Norelis, la Gacela de la sabana agramontina, significó, «sino posee autodeterminación y optimismo, tendría que dedicarse a otra profesión. Aquí hay que "comerse al mundo", en cada combate, porque se lucha por una camiseta, por Camagüey, por nuestra bandera y por la mujer cubana».

 

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