Acuse de recibo
Es inadmisible el desestímulo a los pequeños atletas, mucho más cuando son campeones. Por eso el pasado 7 de abril reflejé el sentir de una madre, la granmense Susana González, por los contratiempos que experimentaron los integrantes del equipo de esa provincia en la lid de béisbol categoría 11-12 años, de los pasados Juegos Escolares Nacionales, celebrados en la ciudad de Las Tunas.
Susana, madre de uno de los competidores, contrastaba la brillante actuación del equipo granmense, invicto y campeón, con las atenciones recibidas allí: mencionó la «pésima comida» brindada a los competidores; y, más que todo, que no se celebrara la clausura ni se entregaran las medallas, diplomas y certificados. También censuraba que, al final, la dirección del INDER no se presentara a despedir a nadie.
Al respecto, responde Luis M. Almanza, director provincial de Deportes en Las Tunas, quien comienza por el tema del aseguramiento alimentario, y pormenoriza datos elocuentes de los suministros garantizados en cuanto a variedad, proteínas y frecuencias. También consigna que en las encuestas realizadas a diario a entrenadores, atletas y delegados, nunca se reportaron incidencias negativas relacionadas con la calidad de la alimentación.
En cuanto al tópico del estímulo y el respaldo a los competidores, apunta que el jefe de Programación y Organización Deportiva de la provincia, junto al metodólogo de Deporte Escolar y la subdirectora de Formación Integral de la EIDE, estuvieron todo el tiempo en la salida de las delegaciones hacia sus respectivas provincias.
Sin embargo, el funcionario reconoce que Susana llevaba razón en cuanto a que no se realizara la ceremonia de premiación, ni la entrega de diplomas y certificados, «debido a que no fue garantizado por el organismo central». La compañera, afirma, recibió explicación vía telefónica.
Como se aprecia, la verdad no está siempre de un solo lado. Tiene matices según desde donde se asuma la historia. Incluso, en cuanto a la alimentación, asunto siempre tensionado, no siempre hay convergencias en los pareceres. Lo más trascendente —eso sí es decisivo para la formación de los atletas y su estado de ánimo— es la indiferencia y el desaliento que supone no ser homenajeados y congratulados. Quien haya visto a Yargelis Savigne y Mabel Gay pasear la bandera cubana por el estadio olímpico de Berlín y conmoverse con sus medallas y el Himno Nacional de Cuba, puede imaginarlo. Ellas también fueron principiantes, y compitieron en los Juegos Escolares.
El pasado 23 de junio este redactor se cuestionaba si la gentileza y cordialidad solo se lograban mediante CUC, al comentar la historia enviada por el capitalino Raúl San Miguel:
En la agencia de Viajes Viazul, frente al Zoológico de 26, fue a despedir a una amiga. Una empleada chequeaba los pasajeros. Él esperó que ella terminara de atender a un turista, en perfecto inglés y con gran amabilidad. Cuando San Miguel se acercó, debió repetirle tres veces los buenos días a la empleada, y hasta un por favor, para que lo atendiera. No hubo sonrisa, solo una gélida y terminante mirada. «¿Cuánto cuesta una sonrisa? ¿Será en CUC?», preguntaba el lector en su carta.
Al respecto, responde Roberto Ricardo Marrero, director general de ASTRO, que se realizaron las verificaciones, y se comprobó que la empleada, representante de Servicio al Viajero que chequeaba el ómnibus con destino a Holguín, «no actuó como le correspondía, acorde con lo establecido en Viazul. El trato amable y cortés, el saludo, no tienen diferencia cuando tratamos a un cubano o a un extranjero. Son valores que deben prevalecer por encima de todo».
Se hizo el análisis con la empleada, quien reconoció su error, precisa. Y se le afectó el ciento por ciento del pago correspondiente en moneda convertible, y también su pago por resultados del mes. Alerta también que Viazul tiene un sistema de atención a la población accesible a cualquier ciudadano, cubano o extranjero.
Más allá de la sanción, la excelencia se labra todos los días. Agradezco la respuesta de ASTRO, y me confirmo en que, ni en CUC ni en pesos: la sonrisa no tiene precio. Es algo que nace, o se aborta. Es asunto del corazón y el cerebro.