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Múnich cambió la historia del olimpismo cubano

Los representantes de la mayor isla del Caribe finalizaron por primera vez en un puesto entre los 20 primeros después del triunfo de la Revolución, al culminar en la plaza número 14

 

Autor:

Osvaldo Rojas Garay

No hay dudas de que los 20mos. Juegos Olímpicos efectuados en Múnich, Alemania, en 1972, cambiaron la trayectoria de Cuba en las confrontaciones bajo los cinco aros.

Del lugar 31 alcanzado en los Juegos de Ciudad de México, en 1968, con cuatro medallas de plata, los representantes de la mayor isla del Caribe finalizaron por primera vez en un puesto entre los 20 primeros después del triunfo de la Revolución, al culminar en la plaza número 14, al conquistar ocho preseas: tres de oro, una de plata y cuatro de bronce.

Varios momentos inéditos nos dejaron esta cita estival, entre ellos el metal áureo obtenido por el desaparecido pugilista Orlandito Martínez en los 54 kilogramos, primero de oro en el período revolucionario, que acabó con la sequía de 68 años sin obtener título, desde que la esgrima, con Ramón Fonst a la cabeza, aportó el último cetro en San Luis, 1904.

Esa presea dorada que alcanzó el Zurdo de Juanelo al superar por votación unánime al mexicano Alfonso Zamora, la hegemonía en la lid del deporte de los puños, el memorable triunfo de Teófilo Stevenson frente al estadounidense Duane Bobick —llamado Esperanza Blanca— , la conquista de las dos
medallas de bronce de la guantanamera Silvia Chivás como parte del relevo 4X100 y en los 100 metros lisos y el tercer lugar del equipo masculino de baloncesto olímpico, la más grande actuación de los criollos en esta disciplina en todos los tiempos, matizaron una actuación que confirmó que el segundo lugar obtenido un año antes en los Juegos Panamericanos de Cali, en 1971, no había sido obra de la casualidad.

El triunfo de Teófilo Stevenson —abanderado de la delegación— que luego volvería a imponerse en Montreal, 1976 y Moscú, 1980, acaparó titulares en los medios que difundieron el evento. Su éxito frente a Duane Bobick por RSC a los 1.48 minutos del tercer asalto, sigue siendo uno de los más recordados por los cubanos en aquella porfía.

Además de Bobick, el Gigante del central Delicias doblegó al polaco Ludwink Denderys por RSC en octavos de final, al alemán Peter Hussing por RSC en semifinales y en el combate por la presea más codiciada venció al rumano Ion Alexe por abandono.

La extraordinaria actuación de Stevenson le valió para recibir la copa Val Baker, que se otorga al mejor púgil de la Olimpiada.

La tercera medalla de oro llegó por intermedio del difunto Emilio Correa en los 67 kilogramos, mientras otros dos púgiles también fallecidos: Gilberto Carrillo, en 81 kilos y el corajudo Douglas Rodríguez, en 51, se colgaron las preseas de plata y bronce, respectivamente.

Otra disciplina que protagonizó un hecho sin precedente fue el elenco masculino de baloncesto, que se hizo del metal de bronce, aventajado solamente por la entonces Unión Soviética y Estados Unidos.

En el segmento eliminatorio, Cuba ganó seis partidos y cedió contra la poderosa selección norteamericana, luego en semifinales sucumbió ante los soviéticos, 61 a 67 y en la pugna por el tercer puesto dominó a Italia, 66 a 65.

Entretanto, Silvia Chivás se erigió como la primera mujer cubana que se agenció dos preseas en una misma Olimpiada, al adjudicarse el bronce en la prueba del hectómetro e integrar junto a Marlene Elejalde, Carmen Laura Valdés y Fulgencia Romay, la posta corta que concluyó en el tercer peldaño.

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