Fue «tratado y dado de alta por heridas que no amenazaban su vida», pero sin duda era un mal presagio para el negocio, el Frisco Gun Club de Texas, en su semana de gran apertura. A un empleado de ese palacio para la práctica del tiro y la venta y exhibición de armas, se le disparó «accidentalmente» una Ruger 9 milímetros y se hirió en la mano. El caso es que el Club, construido a un costo de 12 millones de dólares, dice en sus anuncios que le asegura a los miembros del centro y sus huéspedes «el manejo seguro y responsable de las armas de fuego». ¿Qué dirán ahora?