Un cajero de banco alemán debe haber aprendido la lección de que en el trabajo no se duerme. El hombre quedó adormecido cuando iba a realizar una operación de transferencia por valor de 64,20 euros, por lo que su dedo pulsó la tecla del dos por un momento, el suficiente para que un cliente afortunado recibiera en su cuenta nada menos que 222 millones 222 222 euros. Ni la jefa, ni la supervisora se percataron del error millonario y les costó a los tres su puesto de trabajo, llevándose la mala suerte.