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La clave la tiene Sancti Spíritus

Desde hace 110 años, la cuarta villa de Cuba subió al pentagrama nacional una sonoridad exclusiva de esta tierra

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Llegó de ritmos cultivados en La Habana y Matanzas. Lo introdujo, casi de forma natural, Juan de la Cruz Echemendía. Germinó a la sombra de la otrora Iglesia de Jesús de Nazareno. Espigó con la fuerza inevitable del barrio de Jesús María, de la añeja villa del Yayabo. Fue así que el coro de clave echó raíces propias en esta tierra.

«A veces siento que en Sancti Spíritus no se tiene la dimensión exacta de lo que constituye la figura de Juan, a quien le llamaban El Mayor, porque era el mentor de los coros de clave», enfatiza Eliene Fonseca, investigadora.

Lo asegura después de haber leído y escuchado a los más experimentados sobre cómo, desde finales del siglo XIX, numerosos espirituanos hacían suyas las calles estimulados por aquel yayabero de clave y rumba, impulsor del campo musical de batalla durante los fines de año en lo que hoy conoce medio mundo como Parque de la Caridad.

«Creó una asociación, más que un coro, al que llamó La Yaya. Se organizaron entonces a su alrededor varios músicos, que no solo interpretaban claves y rumbas, sino que de allí nacieron los principales trovadores de los primeros años del siglo XX, como Miguel Companioni y Alfredo Varona».

Corrían años difíciles. El barrio de Jesús María, con su humildad afincada en sus trillos de tierra y cobijada en sus casas de gente pobre, encontró la alegría en aquel grupo de voces.

«Los coros de clave tienen una raíz barrial, popular, por eso siempre fructificaron. Sus músicos todos eran empíricos y las melodías las reproducían de uno a otro. En tiempos de crisis no hay nada mejor que refugiarse en el arte».

Y con esa fuerza indetenible cuando brota de las más puras esencias de un pueblo, se disfrutaron creaciones que espabilaban los recodos y calles de la añeja urbe: Grano de oro, Bayamo, Santa Ana, Cadí y La Palma, herederos todos de los barrios espirituanos.

—¿Por qué entonces escoger el 2 de julio para celebrar el cumpleaños del actual coro de clave, el único que sobrevive?

—Esa es la fecha en que, en el año 1914, se registra la fundación del Coro de Jesús María, que primero tuvo por nombre Club Joven Clave, pero luego adopta el de la barriada que le vio nacer. Y su impulsor fue Rafael Gómez Mayea, (Teofilito). Y fue él quien en los primeros años de la Revolución asumió, y no creo que lo hiciera como una disposición, sino de una manera muy espontánea, la responsabilidad de rescatar —término utilizado en la década del 60 y que hoy ya se dice que no es acertado— la agrupación portadora de la clave y rumbas espirituanas. Lo que se instituyó como el coro de clave de Sancti Spíritus se asumió como prolongación de aquel de Jesús María. De ahí que se fundamente esa fecha como la de celebración por su cumpleaños.

Una ardua tarea tuvo el autor del himno de los espirituanos: Pensamiento. Para ese momento, el esplendor de la década de los años 20 de los coros en Sancti Spíritus era historia. Solo la memoria colectiva saboreaba con beneplácito los encuentros que movilizaban a media ciudad. Un verdadero movimiento cultural se nucleó a su alrededor, aprovechado también por comerciantes que incidieron con sus ganancias en la salud de las agrupaciones que nunca perdieron sus esencias barriales.

«Pero de la crisis mundial de 1929 Cuba no escapó. Los patrocinadores de aquellos encuentros tuvieron que concentrarse en cómo borrar sus huellas y generar ingresos de otras formas. Además, en ese período comienzan a introducirse en el país sonoridades foráneas, como la música argentina y la mexicana, mediante la radio, el cine y, posteriormente, la televisión, que le hicieron la competencia a las claves y rumbas.

«Lamentablemente, el declive de los coros no se hizo esperar. No fue que dejaron de existir totalmente, sino que se replegaron a espacios más íntimos. Pero con la llegada de la Revolución, por política cultural se apuesta por restablecer, reorganizar, revitalizar aquellas expresiones de la cultura popular tradicional que ya no tenían la efervescencia de sus inicios. Y ahí es donde vuelve a la escena musical Teofilito y nuestro coro», acota la historiadora de la agrupación espirituana.

Les correspondió a esos antecesores del actual proyecto hacer sonar como en antaño la marímbula —responsable de dar el sonido del bajo—, guitarra, tres, maracas, claves y el tambor apareado en forma de cuña.

«En ese formato dos voces interpretan dos géneros: la clave, de forma cadenciosa, de un profundo lirismo, muy parecido a la criolla, cultivada por nuestros principales trovadores, y la rumba, totalmente diferente a lo que se conoce más en el resto del país. La de aquí responde a los pasacalles, los mismos que interpretaban las comparsas al estilo de conga. Nuestros músicos formaban parte de los coros y las comparsas. Con esa expresión tan propia en Cuba se movían de un barrio a otro».

—Si a su juicio en un momento tendencias foráneas lograron «ganarles la competencia» a nuestras claves y rumbas, ¿cómo ha sido posible que hoy podamos decir que tenemos un coro de clave en Sancti Spíritus? 

—Porque sus cultivadores le han puesto, de generación en generación, la fuerza y empeño para mantener la tradición desde la transmisión oral. Y, segundo, como resultado de la política cultural. Hoy es una agrupación subvencionada, es decir, protegida.

Tal jerarquía es reverenciada por la Oficina del Conservador de la Ciudad de Sancti Spíritus, desde donde se impulsó una campaña por su cumpleaños 110, que incluyó la creación de suvenires con el logo diseñado por Álvaro José Brunet y la realización de un documental. También se unió al homenaje la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos con la entrega de un nuevo vestuario a las mujeres y diplomas de reconocimiento al colectivo.

Pero el valor inigualable de la expresión musical centenaria —aunque ya no desprenda los mismos sonidos de antaño— exige de muchas más atenciones. Tanto así, que pocos aún no entienden cómo, por falta de combustible, sus integrantes se quedaron vestidos para el Festival del Caribe, en Santiago de Cuba, donde también serían homenajeados.

—¿No resulta arriesgado gritar a toda voz que es nuestro coro la única agrupación de su tipo en Cuba? 

—No, porque, aunque en internet encontremos a otros coros de clave, cuando se escuchan no interpretan ni la clave ni la rumba como aquí. La clave ya no se defiende en otra región de nuestro país. Y voy más allá de los perímetros nacionales y me abro al mundo: la música que resguarda solo se encuentra en Sancti Spíritus.

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