Los cometas. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 11/04/2024 | 10:28 pm
Cuando, queriendo satisfacer la curiosidad de tía Lucrecia, le dijimos que un cometa no era más que una acumulación de gases, nos dijo de «atrevidos» para arriba, una docena de adjetivos.
A los 80 años es difícil hacerle comprender que existen otras «acumulaciones de gases» que no son precisamente las que ella nos curaba cuando niños con cocimientos de anís estrellado o enemas de agua con sal…
Tratar de darle explicaciones científicas sobre órbitas elípticas, parabólicas o hiperbólicas a una persona que no llegó a ingresar nunca en pre-primario y con una total sordera senil, resulta tan inoperante como colocar un afiche del carnaval frente a una funeraria.
En consecuencia, por esa «onda» no nos puede salir un trabajo costumbrista.
Además, los cometas son tema difícil para el costumbrismo, por cuanto nos «acostumbran» a dar vueltecitas a menudo por estos contornos para dejarse observar. Y la única «costumbre» (muy mala para el catarro, por cierto) es la de aparecer en altas horas, como «el pájaro lindo de la madrugá»…
Empero, como el costumbrismo es una forma de expresión adaptable, nos proyectamos a la más fácil postura de indagar con ella, tan nutrida en almanaques, las experiencias del fenómeno llamado Halley, aparecido a principios de siglo.
En un momento de lucidez, rememorando aquellos días de 1910, cuando el cometa «amenazaba con destruir nuestro planeta», nos habló incluso de los suicidios de mucha gente que tenía miedo morirse.
Entre los augurios que más terror causaron entonces —nos dice— estaba el que anunciaba que toda mujer que observara fijamente el rabo del cometa quedaría estéril de por vida. Jamás podría tener hijos…
Pues bien; nuestra tía, según ella misma confiesa, movida por la innata curiosidad femenina, salió al patio de la casa y se recreó mirando la cola lumínica de Halley, desafiando los tétricos presagios.
—Pero en usted no surtieron efecto los augurios metafísicos, ¿verdad, tía? Después de aquellos usted dio a luz siete fornidos muchachos…
—¿Cuántos maridos borrachos, «relambío»? Eres muy «salío del plato» y muy falto de respeto —ripostó indignadísima—. ¡¡A mí el único hombre que me ha visto en refajo es el difunto Perico…!!
(Con una sonrisa compasiva optamos por dejarla en paz y desistir de la idea de un artículo costumbrista sobre los cometas…)
MONGO P. / dedeté 1979