Felicidades, cerveza, en tu Día. Autor: Adán Iglesias Publicado: 20/08/2022 | 09:20 pm
¡Tropical, Polar, Manaca, Princesa, Bruja!... No, no, no estoy nominando con sustantivos rebuscados, o improperios, a una mujer. Jamás lo haría. Tampoco se trata de una composición musical de esas que, si no llegan, se pasan una pila de cuadras. Estos son algunos de los socorridos nombres que aún recuerdo de las cervezas de botellas de «bajo costo». Cervezas de etiqueta, que llamaban otros, o de la cerveza de diez pesos, como más se conocían en el argot popular. ¿Alguien las recuerda?
Yo sí las tomaba, no muchas, pero sí agradecía de vez en cuando una cervecita de esas, bien fría, por solo diez cañitas. No importa el nombre que dijera en la etiqueta, todos sabíamos que era la misma, cualquiera que fuera el diseño y distintivo en su chapa o la provincia donde la disfrutaras. No voy a negar que a veces se pasaban en el agua o la levadura, y aquella cerveza de «a pesca ‘o» parecía agua de pecera. Eran estupendas para condimentar el arroz amarillo o un estofado de carnero. Pero, aun así, se consumía como un inigualable catalizador social en cualquier esquina donde hubiera un bar bien plantado.
Es cierto que podría darte un buen dolor de cabeza cuando te excedías o la ingerías con el estómago vacío. El problema es que ahora el dolor de cabeza te lo causa el solo hecho de ver el precio que puede tener una cerveza, una única y simple cerveza. Como quiera que tengas el estómago, te vas a sentir muy mal y añorarás aquellos «lagers» que, con un solo CUC, podías tomarte dos, y dejar propina. Ahora no hay matemática que puedas utilizar para que la cerveza duela menos.
Nadie sabe lo que toma, hasta que desaparece… Y al parecer, aquella cerveza relativamente barata, que también algunos llamaban «pirey», se «piró», pues no aparece ni en los centros espirituales. Algunos profesionales de la cartomancia y otras prácticas esotéricas han cesado sus labores porque hay muchas cosas que no aparecen ni en el más allá.
Volviendo a la cerveza. Ese tan gustado licor es una de las bebidas más antiguas que acompaña al hombre, a la mujer, y a algunos animales (no olvidar al burro de Mayabe). Su aparición data desde el año 4000, antes de nuestra era, cuando los sumerios de la Baja Mesopotamia tuvieron a bien inventarla. Dicho néctar, cuyo precio en Cuba ha subido a la altura de los dioses, acaba de celebrar su Día Internacional el pasado 5 de agosto, por ser el primer viernes del octavo mes. Y no es un invento mío. Es una tradición que se originó en un pequeño bar de Santa Cruz, California, en Estados Unidos, desde 2007, que ya asumen 207 ciudades, 50 países, seis continentes, y sigue en aumento.
Aunque pudiera parecer que hago proselitismo de borracho, les puedo argumentar que la cerveza, además de ser patrimonio cultural en Países Bajos y otros no tan bajos, conserva en su receta múltiples beneficios para la salud humana. Según los especialistas, «es un alimento sin altos niveles de grasas y muy nutritivo, ya que contiene carbohidratos, vitaminas del grupo B y minerales. Tiene calcio, potasio, magnesio, vitamina B9 y fósforo, por lo que previene la aparición del colesterol, diabetes y enfermedades renales. Es rico en antioxidantes y vitamina B6, bueno para evitar enfermedades cardiovasculares y disminuir el riesgo de ataques al corazón».
Finalmente, como una curiosidad, les comento que la primera receta para confeccionar cerveza, reconocida por los historiadores, se encuentra en el Código de Hammurabi, el conjunto de leyes más antiguo (reconocido) que se conserva, y que fuera creado en la antigua Mesopotamia. ¡Mire usted, qué casualidad! Me refiero a Mesopotamia.