Sombrero Azul ofrece la oportunidad de escuchar radio viendo su proceso productivo. Autor: Laura Brunet Portela Publicado: 06/04/2021 | 08:35 pm
CIENFUEGOS.— Montan un set radial con una disposición visual que ya varias veces han reajustado. La experiencia en presentaciones comunitarias les confiere comodidad ante el público internauta, pero las voces siguen siendo protagonistas en el proyecto artístico Sombrero Azul.
Una joven doctora graba cada actuación, una actriz suena a bruja, un hombre alto encarna a un hechicero encorvado, una muchacha habla como pequeño gnomo, y el supuesto niño Albertico, vivaracho y curioso, peina canas y usa espejuelos.
Durante la transmisión online del veintiañero proyecto para niños, imagen y sonido se contraponen, pero Sombrero Azul sigue despertando la imaginación. Ahora, desde la pantalla de computadoras y dispositivos móviles, quienes lo visionan vuelven a construir para sí mismos los escenarios y cuentos que describe este espantapájaros amigo de los animales.
En el Centro Dramático de Cienfuegos, todos los sábados a las cuatro de la tarde recrean historias nuevas, adaptaciones o versiones con la misma creatividad que, por más de una década, embelesó ante la radio a generaciones de cienfuegueros. La narración fluye sin cortes, resultado de los ensayos y trabajos de mesa que durante la semana no cesan.
Maité Hernández Páez, directora de Sombrero Azul, describe las peripecias del equipo y sus colaboradores para lograr posicionarse online cada semana. Se fusionan actores estatales y cuentapropistas en una idea que también acompaña el Grupo Teatro Guiñol de Cienfuegos.
«No teníamos con qué trabajar, y gracias a la ayuda del bar Buena Vibra disponemos de un equipo completo de audio, con micrófonos y hasta un sonidista. También tenemos un joven trabajador del Teatro Tomás Terry en prestación de servicio», reconoció agradecida.
Desde España, México, y otros países les envían muestras de cariño por cada emisión, y ayudan a repensar este espacio para el sano esparcimiento de los pequeños durante el confinamiento.
La COVID-19 propició la necesaria migración al escenario virtual, pero también ha tensionado al equipo en no pocas ocasiones. Fue así como el joven Roberto Fuentes se estrenó como efectista, cuando la persona que habitualmente asume tal rol resultó positiva al coronavirus.
El sonidista del Grupo Dramático ha pasado su academia en cada directa, y con guiones menos complejos en materia de efectos se ha imbricado, de manera sutil, en la construcción de las historias.
«Hacemos más con las voces de los actores que con los efectos, porque esa es una de las labores más complicadas de la radio. Pero ha sido una buena experiencia y ya nos sentimos en condiciones de enriquecernos en este sentido», dijo Hernández Páez.
Desde su génesis, en Sombrero Azul hay un poquito de cada cosa que necesitan los niños para crecer en espíritu, como los soñó el Apóstol. No falta por eso un busto del Héroe Nacional en el improvisado set, y tampoco las referencias a su ideario en los cuentos que siempre reflejan para los pequeños lo bueno de ser útiles.
Hay una concepción de género, ambientalista y animalista que arraigó Hernández Páez desde la fundación del proyecto. Por eso en el intro de cada capítulo se escuchan los ladridos de Moti y Susi, y el maullido de la gatica Tigresa, viejo recuerdo de animales de acogida que motivaron tales personajes en los orígenes del proyecto.
«De una forma sublime les decimos a los oyentes que niñas y niños tienen los mismos derechos, que es vital cuidar la flora y la fauna, respetar a nuestros padres, y que el maestro es parte de la familia, tal como recuerdo a los que tuve en mi infancia. Es el interés que tenemos como colectivo», expresó Hernández Páez.
Con Sombrero Azul, la artista radial eternizó el espantapájaros de la finca de su abuelo, en Pinar del Río. El monigote sigue azul como un día lo vistió el anciano con su única camisa nueva para alegrar a la nieta. Tal como de pequeña le contaba al hombre de hierba seca sus alegrías y preocupaciones, hoy este narra para los más chicos las historias de una Maité siempre niña.