Violeta (centro) en la casa de Morán en La Plata donde vivía la mayor parte del personal de la emisora rebelde Autor: Juventud Rebelde Publicado: 25/03/2021 | 09:44 pm
Matanzas.— «¡Te estoy esperando desde hace diez días!», fue la rotunda afirmación de Fidel al darle la bienvenida a Violeta Casal en la Sierra Maestra. Ella había viajado desde La Habana en automóvil hasta Morón, donde tomó un autobús hasta Canabacoa, para luego, a lomo de mulo, hasta la conocida cadena montañosa ubicada en la región suroriental de Cuba.
«Trabajé como locutora de la emisora Radio Rebelde, como secretaria, practicando tiro, escalando las montañas, bajando al llano. Fidel Castro es un hombre incansable. A su lado no había reposo», respondió a un periodista en 1959.
Tales anécdotas las atesora el máster Regino Rivas Díaz, quien tuvo la dicha de conocer personalmente a esta gran cubana: «Violeta fue una mujer excepcional, actriz y destacada combatiente por la liberación nacional», nos dice, y precisa que ella nació el 26 de marzo de 1916, muy cerca de la poeta Carilda Oliver Labra, en la Calzada de Tirry No. 61, en la ciudad de Matanzas.
Radio Rebelde
Radio Rebelde puso su señal en el éter por primera vez el 24 de febrero de 1958. Al principio, su tema musical fue el Himno Invasor y, más tarde, la Marcha del 26 de Julio.
Por la onda corta se empezó a escuchar aquella voz que poco a poco se fue haciendo familiar entre los cubanos: «¡Aquí, Radio Rebelde, transmitiendo desde el territorio libre de la Sierra Maestra!».
«Radio Rebelde se caracterizó por decir siempre la verdad. Era emocionante escuchar a Violeta leyendo noticias y mensajes, hablaba con mucho patriotismo y seguridad en la victoria», rememora Regino, presidente de la Comisión de Historia del Sindicato de la Educación, la Ciencia y el Deporte en la provincia de Matanzas.
Una vez Violeta confesó que sintió miedo, sobre todo cuando se supo que aviones de Batista iban a bombardear el campamento: «Entonces Fidel, donde no había árboles mandó a sembrarlos, cambio de lugar los techos de guano, creó otra escenografía». Resultó como el líder lo había planeado, pues el ataque se produjo contra el falso cuartel improvisado.
«Fidel me dijo que lo acompañara. Pero puesto a caminar, no hay quien lo siga. Y pronto se me adelantó en gran distancia. En eso sentí un avión sobre mi cabeza. Sola y a campo traviesa, a merced del avión, sentí que la sangre se me helaba en las venas. Un triste árbol en la agreste soledad me sirvió para girar alrededor de su tronco. Y el avión giraba, a su vez, vomitando metralla. ¡Era para sentir miedo! Pero cuando me di cuenta que lo había eludido dos veces, fui adquiriendo confianza y hasta me sorprendí conmigo misma de no sentir ya miedo cuando el avión se cansó de jugar con mi vida y se alejó».
Homenaje a una patriota
La Comisión de Historia del Sindicato Provincial de la Educación en Matanzas y la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) rinden homenaje a la combatiente de la Sierra Maestra, a quien se graduara de Doctora en Filosofía y Letras, y en Pedagogía en la Universidad de la Habana, en el 105 aniversario de su natalicio.
«Nos alegramos mucho de que la voz grave y apasionada de Violeta haya quedado registrada para siempre en cintas magnetofónicas», dice Regino.
«Violeta constituye un símbolo de la mujer cubana. Además de poseer muchas dotes histriónicas, se destacó por ser una estudiante extraordinaria, con una cultura elevada, de profundos sentimientos humanos, de infinito amor por su Patria, por los humildes y por la solidaridad entre los pueblos», refiere el estudioso de la vida de esta notable figura.
Según cuenta, Violeta actuó por primera vez en el Teatro Sauto en 1935, interpretando el papel de Lumbita en la farsa cómica La Eme, de Pedro Muñoz Seca.
Protagonizó en las tablas más de 60 obras de la literatura universal y alcanzó relevancia tanto en el drama como en la comedia. El afamado director Antonio Vázquez Gallo sostuvo que a principios de la década de los 50 del pasado siglo, Violeta era considerada una de las mejores artistas cubanas de teatro.
Su última actuación en el teatro, después del triunfo revolucionario, fue en una versión de la obra La madre, de Máximo Gorki, puesta en escena por Teatro Estudio, en 1975.
«Yo era actriz, en los escenarios y la televisión, eso es lo que había hecho toda mi vida antes de subir a la Sierra. Ventura me hacía la vida imposible. Me registraba la casa con frecuencia. Me hacía vigilar por sus sicarios. Me sentí más segura en la Sierra que paseándome por La Habana», contó ella en la citada entrevista.
Por intermedio de su hermano Manolo se incorporó al Movimiento 26 de Julio en actividades de búsqueda de medicinas y armas. Luego de ser detenida, los sicarios del régimen batistiano se encargaron de perseguirla constantemente y de amenazarla. Su casa era sometida de manera sistemática a registros. Todo ello provocó su partida hacia el oriente del país para unirse al Ejército Rebelde.
Después de la victoria de enero de 1959, junto a un grupo de revolucionarios viajó a Colombia, Panamá, México y Chile, como integrante de la misión que representó al Gobierno revolucionario en la Operación Verdad. Durante varios años fue directora de Radio Rebelde, dirigente del Sindicato de Artistas y trabajó en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
Junto a Vilma Espín participó en la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y cumplió con numerosas encomiendas de la Revolución.
Confesó a la prensa de la época que escuchó la noticia de la caída del régimen de Batista por la radio. No lo creyó, pensó que era una «bola», que los querían engañar, pero en cuanto hubo certeza enmudeció: «Me quedé sin habla. Con un nudo que me agarrotaba la garganta y una especie de cosquillas en los párpados, como cuando se tiene ganas de llorar».
«¿Y lloró?», le preguntó el periodista de Bohemia. «¡Claro que lloré!», respondió Violeta.
Bibliografía consultada:
Revista Bohemia, enero de 1959.
Documentos del Centro de Información del Museo provincial Palacio de Junco.