Zeney Alonso Pérez, director de «Toques del Río». Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 21/09/2017 | 06:17 pm
Son un escándalo. De seguro, entre lo más sorprendente que he encontrado en los últimos tiempos. Se nombra Toques del Río y nació en Vueltabajo. Se trata de una agrupación que sorprende no solo por el modo como impacta su cubanísima propuesta musical (aunque tal vez en su sonido consigas distinguir ritmos hasta de Escandinavia), sino también por esa energía, la gracia, el carisma y la originalidad con que sus integrantes, miembros de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), se proyectan en la escena.
Uno queda más admirado cuando su director, Zeney Alonso Pérez, de 33 años, le cuenta a Juventud Rebelde que Toques del Río comenzó en el 2002 como una banda interesada en defender en Cuba lo flamenco, y que él, que proviene del deporte, se inició en este mundo de manera autodidacta.
«La verdad es que como atleta de patinaje artístico no era malo, formé parte de la preselección nacional —señala—, pero paulatinamente me fui convenciendo de que ese no era el camino. Sucedió que la música me empezó a “perseguir” en mi escuela de deportes hasta que me conquistó.
«El mismo deporte tuvo mucho que ver con mi decisión, aunque el puntillazo fue coger un instrumento en mis manos. La guitarra fue fundamental cuando comencé a tocarla en los chequeos de emulación y en las actividades del movimiento de aficionados de la FEEM.
«Intentaba cantar, mas enseguida supe que tampoco por ahí iba la cosa. Luego entré en un grupo del que me botaron porque no daba la talla. Así, por una necesidad llegué al bajo, y no he podido dejarlo jamás», admite Zeney.
—¿Cómo que por necesidad?
—Es que andaban detrás de un bajista y yo asumí, lo que le agradezco a la vida, porque me obligó a superarme, a ir descubriendo ese instrumento buscando dominarlo y entenderme lo mejor posible con él. Claro, he tenido que estudiar muy fuerte y leer mucho, manosearlo y ponerme a «inventar». También, con enorme gusto, les he caído atrás a esos formidables músicos que existen en Pinar del Río, que son unos cuantos, para que me esclarezcan mis dudas, me den consejos.
«Para mí fue esencial integrarme al proyecto de una trovadora reconocida como Yamira Díaz, quien fue una escuela, tanto en lo musical como en el hecho de haberme creado una disciplina de trabajo y un sentido de responsabilidad hacia ese público que ella respeta muchísimo. Constituía una experiencia muy enriquecedora participar de los montajes que ella hacía de sus temas y de otros antológicos que sumaba al repertorio. Iba siempre al detalle, lo cual me exigía estudiar cada vez más, para estar a la altura de los instrumentistas que la acompañaban. Sin dudas yo era el más flojo de todos».
—Entonces fue muy provechosa esa etapa...
—Estar a su lado le aportó tremendamente a mi carrera. Fue un golpe de suerte. Con Yamira aprendí mucho y me pude preparar para luego continuar nutriéndome de otros músicos como Víctor Quiñones, otro trovador de destacada trayectoria; o como Yordi Toledo. Antes —incluso de Yamira—, le saqué provecho a mi participación dentro de bandas de rock, que fue por donde todo inició. Solo que mi inquietud empezó a crecer en la medida en que me iba adentrando en la música cubana, tratando de hallarle una explicación a aquello que no entendía. Descubrir su inmensa riqueza me fue dando, sin dudas, otra perspectiva.
La nueva generación de Toques del Río, agrupación fundada en 2002. Foto: Cortesía del entrevistado.
—¿Cómo surgió Toques del Río?
— A Toques del Río llegué porque Raúl González, ex cantante del grupo y su fundador, se había propuesto grabar un demo y me convocó para que yo tocara el bajo acústico. Un proyecto que creó para cultivar la música flamenca jonda, llamada de ese modo para significar que es pura. Sin embargo, yo intenté transformar esa línea, porque era muy difícil conseguirlo siendo cubanos. Al principio nos costó muchas discusiones, pero luego se empezó a entender.
«En los inicios solo había un cajón y una guitarra flamenca, y luego sumamos las tumbadoras, la guitarra eléctrica... Entonces salió el primer demo titulado Dame alas, que con la base de la música cubana incorporaba el flamenco. Ciertamente, Dame alas consiguió muy buena aceptación e incluso pudimos participar en el festival La Huella de España, que dirige Alicia Alonso.
«Cuando Raúl González decidió dejar el proyecto, que quedé al frente del grupo, decidí cambiar completamente su estilo y continuamos enriqueciendo el formato, con metales, drums, dos cantantes que provienen del movimiento del hip hop... Para encontrar a Alston Yunior Ducrán Juncosa y Jesús Puente Montano “el Piq”, realicé una búsqueda intensa en Pinar, porque quería que fueran intérpretes que se salieran de lo común.
«Desde hace tres años se puede hablar de una nueva generación de Toques del Río. Y puedo decir que los resultados han sido bastante buenos, no únicamente por la aceptación del público, que ha sido muy estimulante; sino también porque además hemos encontrado no poco apoyo, empezando por la AHS, que nos abrió primero sus puertas y nos dio el empujón para profesionalizarnos; el Gobierno, Cultura Provincial, el Centro Provincial de la Música...
«Pero admito lo que más me asombra, de cierto modo: es la acogida de la gente, que nos busca, que repleta los lugares donde actuamos y hasta conoce nuestras canciones, sin uno tener siquiera un soporte digital para poder difundirlas. Aquí en La Habana, por ejemplo, iniciamos una peña en el Pabellón Cuba, sede nacional de la Asociación. Las personas que asistían al principio apenas ocupaban tres mesas, pero esa situación cambió a partir de la tercera edición».
—Ya ganaron un premio Cuerda Viva, ¿no piensan grabar al menos un demo?
—En ello estamos enfrascados. Nuestro empeño es terminarlo y presentárselo a una disquera que le interese. Contiene cinco temas: Mambo No. 0, justo el tema que consiguió el premio Cuerda Viva y que constituye nuestro modesto homenaje a Pérez Prado; Un pedacito de tu tiempo, No me digas adiós, Tilo y Pa’ descargar. Todas estas canciones son de la autoría del pianista Gilberto Enrique Rodríguez Meriño y de «el Piq». Luego nosotros tres desarrollamos un trabajo de mesa antes de hacerle la propuesta al grupo, que realiza los arreglos en forma de taller, sin perder esa línea que tenemos marcada desde un inicio y que, al parecer, nos está llevando por un buen camino; persiguiendo ese sello que queremos que nos distinga, aunque estamos conscientes de que nos falta todavía mucho por avanzar.
«Ah, eso sí: nosotros nos sentimos muy cómodos con lo que hacemos: defender, desde la contemporaneidad, la música cubana más auténtica. Lo que más nos satisface es comprobar que esos géneros que interpretamos y que aparentemente nada tienen que decirles a nuestros coetáneos, siguen siendo tan funcionales como cuando surgieron, y que Toques del Río se comunica de maravillas lo mismo proponiendo el ya mencionado Mambo No. 0 que Veinte años. Y, no obstante, deseamos que no se nos vea como un grupo juvenil, sino como un grupo que trata de preservar, de rescatar esa música que constituye uno de los orgullos mayores de los cubanos».
—Cuando Toques del Río se presenta ofrece la oportunidad de disfrutar de un buen espectáculo en vivo...
—¿Te soy sincero? Nosotros no preparamos nada, ahora es que nos estamos preocupando para que lo que ocurra en escena sea de una manera más consciente, porque nos hemos dado cuenta de que el mundo del espectáculo se mueve de esa forma. Mas esa energía que se desborda, simplemente fluye. Claro, debemos moldearla ahora poco a poco, estar más atentos a los detalles, estudiar con mayor seriedad las leyes del espectáculo, para que el público se sienta a gusto con nuestras presentaciones.