Yaikel Arias Pérez dirige, escribe y conduce varios programas, aunque prefiere realizar los juveniles y los musicales. Autor: Lisandra Gómez Guerra Publicado: 21/09/2017 | 06:13 pm
SANCTI SPÍRITUS.— «La radio nunca envejece». Esa frase me la estampó en la cara Ernesto Valdés, toda una institución de ese medio de comunicación a nivel de país. Y no estaba equivocado. Ella se oxigena diariamente de las ideas renovadoras, entusiastas, diferentes, que llegan de la mano de los menos experimentados.
Bien lo sabe Radio Sancti Spíritus, que en 70 años de vida ha sabido seducir y luego atrapar a cientos de jóvenes que la han colocado en la cima de la historia de la radiodifusión cubana. Su magia ha sido suficiente para que micrófonos, consolas y guiones se conviertan en las principales armas de tantos muchachos y muchachas que han crecido en sus estudios y departamentos.
Tal vez esa dama ha tenido el don de provocar más amores que nadie y ha sabido nutrirse del talento de quienes un día llegaron a ella motivados por la curiosidad.
«Cuando niño pensaba que en el radiorreceptor de mi casa vivían personitas muy pequeñas. Cuenta mi mamá que yo los buscaba insistentemente. Luego, la descubrí por dentro y comprobé que no es tan idílica y sí exige sacrificio».
Yaikel Arias Pérez, joven locutor, director y guionista, no exagera. Conoce al dedillo desde hace ya diez años cuánto demanda un medio de comunicación tan inmediato y ubicuo. Desde el año 2005, muchas han sido las horas de sueño que le ha robado y aún lo seguirá haciendo.
«Todo comenzó en el año 2002 como corresponsal de la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM), al ser divulgador del Ipuec Pacto del Pedrero, en Fomento, donde estudiaba. Todos los días tributaba al entonces programa Hola como si fuera un periodista. Pero poco a poco descubrí que más allá de redactar informaciones me interesaba hacer locución. Inicié entonces una sección que salía los lunes y se llamaba Variedades», dice rebobinando varias anécdotas como si el tiempo se le hiciera corto.
Luego tocó a su puerta la oportunidad de habilitarse como locutor, donde junto a reconocidos profesionales del territorio perfeccionó sus intereses de comunicar y convertirse en un trabajador de la radio. La voz de Yaikel Arias surcó entonces asiduamente el éter, tanto en la emisora municipal La Voz de Cabaiguán como en Radio Sancti Spíritus.
—Inicia el corte de presentación del programa, solo a segundos de que te abran el micrófono, ¿qué sucede?
—Muy nervioso. Los maestros dicen que es un buen síntoma. No me gusta dejar una mala impresión entre los oyentes. Me molesta que piensen que no me preparé o que no puedo emitir un criterio. Soy muy responsable, porque no tengo ni idea de a cuántas personas acompaño al mismo tiempo.
—Te caracterizas por improvisar, ¿te crees atrevido?
—Es un riesgo. Hay que estar seguro del tema que abordas, no adoptar poses y ser natural. Si un oyente se te desvía del tema o te saca del paso, debes explotar todas las herramientas para regresarlo al asunto, por supuesto, sin que él se sienta manipulado.
—¿Cómo has hecho para apropiarte de ese bagaje que te permite improvisar de todo o casi todo?
—Esta profesión y todo lo que implique hacer radio no te permite detenerte en la superación. ¿Cómo llegas a suplir esas lagunas que descubres todos los días?: Leyendo. Tiene que ser parte del día a día, al igual que disfrutar de la televisión. Y siempre estar abierto a todas las recomendaciones que te hagan desde un niño hasta un anciano.
El diarismo en la radio le ha impuesto grandes retos a este joven cabaiguanense, ganador de varios premios en festivales provinciales y certámenes convocados por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y la Asociación Hermanos Saíz (AHS), organización a la que pertenece. Y entre tantos buenos sabores y contratiempos vividos, dice no olvidar jamás cuando en una entrevista al reconocido pelotero Frederic Cepeda, le nombró pitcher. Mas, la tortura duró al aire solo unos segundos.
«Rápidamente mi cerebro me dijo sal de ahí. Entonces, atiné a expresar: Cepeda, qué oportunidad la de un bateador ponerse en los zapatos y piel de un pitcher para así saber por dónde lanzará la bola. Sería así mucho más fácil para ti conectar un jonrón. Él se rió y no me rectificó porque se dio cuenta del aprieto», dice aún avergonzado.
—¿Por qué apuestas en ambas emisoras por la realización de los programas juveniles?
—Quizá por mi edad. He tenido la oportunidad de escribirlos y eso te hace sentir más cómodo.
—En tu opinión, ¿qué características no deben faltarle nunca a esos espacios?
—Hay que estar consciente de que las nuevas tecnologías le ofrecen a ese público información de forma más atractiva, por lo que debes ser muy inteligente para atraparlos con temas argumentados de acuerdo con sus particularidades y que no estén en esos soportes. Hay que ser exquisito con la música, porque no siempre la más popular es la de mejor factura, pero con un trabajo coherente puedes educarlos con otros géneros menos escuchados.
—Has participado en varios eventos en los que se ha analizado la radio hecha por jóvenes y para ese público. ¿Qué piensas que aún lacera la calidad de la misma?
—Muchas veces no se logra marcar la diferencia entre los programas. Es como si todos los jóvenes cubanos fuéramos iguales y no se distingue la identidad de cada localidad. Además, se precisa atrapar al público juvenil con programas hechos por ellos mismos, porque son quienes realmente conocen sus intereses y motivaciones, sin olvidar la guía de los más experimentados.
—Ese criterio te motivó a la creación del círculo de interés con niños, adolescentes y jóvenes seguidores de la radio en Cabaiguán, municipio donde resides.
—Hemos querido, en principio, potenciar el sistema de corresponsales y después ofrecerles todas las herramientas para que puedan ellos mismos incorporarle sus saberes a la programación. Ahí está, quizá, el relevo de esta radio que cumplirá próximamente 70 años y del sistema de emisoras municipales. Hoy serán las voces del infantil, mañana del juvenil y pasado de una revista informativa.
—Cuando Yaikel cuenta su vida, la radio está presente desde hace muchos años. ¿Cuánto te ha dado y cómo tú le has retribuido?
—Le he entregado mi corta vida, pero estoy en paz porque le he dado las horas necesarias. Sin fanatizarme con el medio, pero Radio Sancti Spíritus y La Voz de Cabaiguán me roban gran parte del día. Le he ofrecido mucha voluntad, deseos de hacer y superación. Ella significa una deuda para continuar superándome, creciendo como profesional y para continuar planteándome metas con el propósito de que dentro de 70 años, si todavía estamos aquí, tú y yo podamos hacer una radio que se parezca entonces a ese contexto.
—Entonces, ¿te ves en el futuro por estos estudios?
—El Yaikel anciano no va a ser muy diferente. Delgado, la voz y la imagen envejecerán, pero creo que el sentimiento joven de seguir amando un medio como este va a estar conmigo hasta que deje de existir.