Si te gusta tanto, tanto, decir: rompido (participio pasivo de romper, arcaísmo), insistente lector, dilo. Que yo sepa, a nadie han llevado a los tribunales por hacerlo. También, si así lo deseas, di: «Vide a un fidalgo galán namorado de aquella dona de harta hermosura, cabe el fonsario, ayuntado a la columna de fierro. Vusted es el señor». Luego se viste de calzas y jubones... y listo para el medioevo. En cuanto a voces antiguas, cito con Martínez Amador, a Aulo Gelio, que ya en aquellos lejanísimos tiempos aconsejaba: «Fabla el lenguaje de hogaño».
Sí, ya hace años se aceptó en español la palabra ancestro como sinónimo de antepasado. También significa herencia, rasgos característicos que se transmiten por herencia.
Hace poco oí a una madre hablar acerca de la inteligencia de su hijo. No voy a criticar el tema de su conversación —esa ridiculez perdonable en la que todos hemos caído alguna vez—; lo que no me pareció nada bien —juzguen ustedes— fue la manera de hacerlo. Se llevó el índice a la sien, y concluyó moviendo la cabeza hacia ambos lados con una brusquedad innecesaria, mientras decía en alta voz: «¡Vaya, que lo que lleva por aquí es mucho!». ¿De dónde vendrá tanta vulgaridad?, ¿no sería preferible, y además menos complicado, explicarlo con palabras?
La respuesta de hoy:
Persecutor es quien persigue. Perseguidor, su sinónimo. Entre ellos existe algo muy común en sinonimia, de eso he hablado ya: hay una diferencia. En el último notamos un matiz distinto, da la impresión de que solamente va tras el que huye. En su segunda acepción aparece: Que molesta, fatiga o hace sufrir a otro. Esto refuerza lo que te dije, ¿verdad?