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Un poco de todas

Foto: Calixto N. Llanes Susana Pérez cumple uno de sus sueños: protagonizar Santa Camila de La Habana Vieja

Autor:

Juventud Rebelde

«Oh... Changó mío... Changó de mi alma!  Haz que Ñico no se vaya de mi lado. Y que no mire a ninguna otra mujer. Dame esa gracia, padre mío. Prefiero morir antes que perderlo. Si me das lo que te pido te daré todo lo que me pidas...» Implora con fuerzas una cubana apasionada que se resiste a perder el amor de su hombre. Su nombre es Santa Camila de La Habana Vieja. O mejor, Santa «Susana Pérez» de La Habana Vieja, como le dice Huberto Llamas a esta primera actriz de la televisión y el teatro cubanos, quien decidió adueñarse una vez más de las tablas. Ahora, en el rol principal de Santa Camila de La Habana Vieja, de José R. Brene; un clásico del teatro cubano que el grupo Plaza Vieja reestrena con un elenco de primera, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional.

Luego de mucho desearlo, Susana tuvo la suerte de que un director pensara en ella para hacer este papel. Y digo así porque Santa Camila fue siempre un personaje muy ansiado por esta actriz que a la altura de su madurez aún conserva la gracia de seguir sorprendiéndonos. Como sucedió, por ejemplo, cuando vistió a Verónica, en El balcón de los helechos, personaje que le dio un vuelco a su carrera. Por eso continúa siendo una de las preferidas de ese público, que repleta las salas teatrales lo mismo con Santa Camila... y Pareja abierta que con Tengamos el sexo en paz; ese que se pregunta por qué desde El balcón..., no se le ha visto más en la pantalla chica, salvo en un capítulo de Jura decir la verdad y en Punto G.

«Para volver a la televisión tendría que ser un proyecto que me rete. Y hasta ahora, las propuestas, salvo las dos que mencionaste, no me han interesado. Hice Verónica porque sabía que le daría un viraje de 360 grados a mi carrera. Pero a estas alturas, no puedo dedicar un año de mi vida a un personaje que no me aporte. Mis retos son muy personales. Si un rol resulta fácil, no me interesa».

-Algunos hablan de un antes y un después en su carrera, a partir de El balcón de los helechos...

-No creo que Verónica haya marcado una frontera visible entre los personajes anteriores y los que le siguieron. Solo que esas rupturas nunca fueron tan impactantes como en El balcón... Lo que sí hubo fue una oportunidad de cambio muy fuerte. Oportunidad que casi nunca la elegimos nosotros los artistas, sino que te las dan los directores, guionistas, jefes de casting.

«Siempre quise romper con la imagen anterior. Después de La joven de la flecha de oro, El rojo y el negro, Primavera en Budapest, hice Rosas a crédito, donde interpreté un personaje que inicialmente era principesco y suave, y luego se convertía en una persona capaz de renunciar a todo y sacrificar los mejores sentimientos en pos de conseguir algo material. Te puedo hablar también de Ana María en la telenovela Magdalena, que era una mujer alcohólica, loca, que tomaba hasta perfume, o de la Ángela de Las huérfanas de la Obra Pía.

«Me gusta ser desconcertante para el público. Incluso físicamente, porque me aburro de lo mismo. Hay que dejar un espacio a la expectativa, a la pregunta de qué va a pasar o qué será capaz de hacer; una puertecita semiabierta».

-Huberto dijo que usted es la verdadera Santa Camila. Sin embargo, grandes actrices, como Verónica Lynn, Daisy Granados, Assenneth Rodríguez, Adria Santana, Aurora Basnuevo... la han interpretado. ¿Cómo se siente ante esa afirmación?

-Ni pensar en eso quiero, porque me da mucho temor. Pienso que la verdadera Santa Camila no es una actriz en específico sino cualquiera que se apodere del personaje y lo haga con la mayor sinceridad posible. La que más se recuerda es la de Verónica, quien la estrenó. No soy la verdadera, sino otra con mi propia visión. Todas hemos tenido nuestros puntos de vista. Si no la hubieran asumido tantas actrices a lo mejor yo no podría hacerla ahora. Es por eso que de alguna manera las quiero homenajear con mi trabajo a todas ellas y agradecerles por haberme precedido. Una puesta en escena no es una competencia. He disfrutado mucho mi Santa Camila...

-A partir de El balcón..., usted y Roberto Perdomo (que en esta ocasión hace de Ñico) casi siempre han trabajado juntos.

-Hemos propiciado ese emparejamiento, porque nos sentimos bien trabajando juntos y tenemos mucha química en la escena. Eso el público lo recibe y nosotros también. Mi relación con Perdomo en el escenario va mucho más allá del vínculo amoroso que tenemos. Entre nosotros existe mucho compañerismo y una preocupación constante del uno por el otro. Perdomo es un actor con una formación muy sólida, fundamentalmente en el teatro, y me ha ayudado muchísimo, incluso en soluciones escénicas.

-¿Qué hay de usted en los roles de señorita rica o dama de sociedad que antes interpretaba, y los de ahora (mucho más abiertos, sin duda alguna, y menos conservadores)?

-Parte y parte. Puedo ser esa Susana siglo XIX y esta también. Creo que la vida lo va transformando a uno. Antes era mucho más cerrada, incapaz de tomar grandes iniciativas, y tímida. De esto último no me he librado. La timidez mejora, pero no tiene cura.

«Soy amable y cariñosa. Pero al mismo tiempo puedo ser también Verónica y Camila. Con los años una va pasando por circunstancias que la obligan a tomar actitudes y la hacen ser un poco más dura que la joven de la flecha de oro o Charito Guzmán. No soy ni ciento por ciento Charito ni Verónica, sino todo mezclado, como dice Guillén».

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