Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Las lecciones de tres días y dos noches

A 63 años de la victoria contra fuerzas mercenarias, Girón sigue derrotando con su ejemplo

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

Cuentan que rumbo a Playa Larga la madrugada del 17 de abril de 1961 se iluminó por completo con las luces de bengalas que lanzaron los invasores para poder desembarcar. Unas 66 horas después, la euforia devino pánico, decepción entre los mercenarios, y era común la sensación: «¡Nos han embarcado!»

La frase aludía a la idea que les había vendido un alto jefe de la CIA al partir de Puerto Cabezas, Nicaragua: al llegar no tendrían que combatir, pues los milicianos y soldados revolucionarios se les unirían para emprender una marcha triunfal hacia La Habana.

Aquella promesa se transformaría en pesadilla para los ocupantes, pues desde el primer disparo miliciano tras las bengalas, en tres días y dos noches, en las arenas de Bahía de Cochinos, más que alguien dispuesto a acompañarlos, los invasores solo encontraron el coraje de un pueblo que se les enfrentó cuerpo a cuerpo.

Por tres días y dos noches el vaivén de las olas fue sustituido por el ruido de los tanques aplastando la carretera, la metralla de los aviones, los gritos de mujeres y niños; el humo, la candela, los charcos de sangre; la muerte y el dolor de quienes perdieron a sus seres queridos y sus escasos bienes; pero igualmente se vivió el despliegue de la unidad, la epopeya de un pueblo convencido de que no estaba dispuesto a volver al pasado ni a renunciar a la oportunidad de edificar una Cuba mejor.

Los muchos testimonios de aquellos días hablan de convicción y firmeza. Con el sabor a sangre en la boca, el cienfueguero jefe de escuadra del batallón que le ocasionó las primeras bajas al enemigo en Playa Larga, relataría orgulloso luego de que los mercenarios encontraron en su bolsillo, junto al retrato de su madre, su carné de la Asociación de Jóvenes Rebeldes.

Contaría el combatiente, en semblanza publicada en el sitio Razones de Cuba, del ardor del alfabetizador de 16 años, que temblando puso la mano en su hombro, arregló su ametralladora trabada y luego se irguió ante la provocación mercenaria: ¿Y eres comunista? No, soy fidelista; enseño a leer. Pero si todos los que simpatizan con Fidel son comunistas, entonces seré comunista sin saberlo; pues sí, soy fidelista.

De la confianza del carbonero que aun en medio de una gran borrachera, reiteraba: ¡Guajiro, no te preocupes, que ahorita llega «El Caballo» y se acaba todo esto!

Y es que antes de que los camiones cargados de mercenarios se atascaran en la arena rumbo a Playa Girón y los ocupantes olvidaran sus amenazas de horas antes, se impuso la decisión de estudiantes, obreros, campesinos: un pueblo entero, que respondió el llamado de la dirección del país resuelto a defender su independencia, a proteger la Revolución declarada socialista unas horas antes.

En Playa Girón centenares de rostros, imberbes en su mayoría, se lanzaron a pelear sin tregua en condiciones adversas y contra un enemigo bien armado. Soldados del Ejército Rebelde, integrantes de la Policía Nacional Revolucionaria y cubanos de todo el país agrupados en las Milicias Nacionales Revolucionarias, decididos juntaron esfuerzos; muchos como aquel operador de tanques, que aprendió a manejarlo un día antes, y aunque la falta de habilidades le costó más de un bazucazo, se mantuvo allí hasta la victoria.

«Luchábamos por ideales; ese fue el secreto de la victoria cubana», han reiterado muchas veces los protagonistas. «Nuestras vidas eran muy difíciles antes de la Revolución; por eso todo el mundo combatió», han insistido otros.

Antesala de una invasión

Bajo un nombre casi infantil: Operación Pluto, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono habían infiltrado en el país por diversas vías, armas, explosivos, y otros medios destinados a organizaciones urbanas y bandas de alzados, y en la antesala del 17 de abril de 1961, habían puesto en práctica acciones terroristas en todo el país.

En la noche del 13, fue incendiada la tienda por departamentos El Encanto, en La Habana, cuyas llamas consumieron la vida de la valiente trabajadora Fe del Valle, y el 15 de abril, con el objetivo de destruir en tierra la pequeña fuerza aérea de la Revolución, fueron bombardeados los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Antonio Maceo, de Santiago de Cuba.

Mas la insistencia enemiga recibió el 16 de abril la más radical y valiente respuesta, pues durante el entierro de las víctimas de los bombardeos a los aeropuertos el Comandante Fidel Castro denunció al mundo el plan mercenario y declaró el carácter socialista de la Revolución.

En la Organización de Naciones Unidas (ONU), el canciller Raúl Roa, por indicaciones del líder, se impuso a las maniobras yanquis, desarmó las mentiras del Gobierno estadounidense que intentaba presentar el suceso como ataques hechos por pilotos cubanos disidentes y aportó pruebas irrefutables de que la invasión había sido preparada y dirigida desde Washington, lo que suscitó el apoyo de los movimientos revolucionarios y del campo socialista.

Se comenzaba así a derrotar la brigada mercenaria antes del mismo desembarco.

La Invasión

Cuando en la madrugada del 17 de abril de 1961 se inició el desembarco de los 1 550 hombres de la denominada Brigada de Asalto 2506, en Playa Larga y Playa Girón, con tanques y blindados, apoyo de paracaidistas y bombardeo aéreo, el plan era aislar la zona y establecer un gobierno títere que luego justificara la intervención directa de Estados Unidos.

Era la acción más importante del plan del presidente Eisenhower contra Cuba, mantenida por su sucesor, John F. Kennedy, y con ella esperaban derrotar la Revolución Cubana en pocos días.

Ciertamente Playa Girón fue una victoria de coraje y de tiempo. Así fue hasta que al oscurecer del 19 de abril, el Comandante en Jefe Fidel Castro al frente de una columna de tanques y tropas, dirigió en el terreno la batalla final que condujo a la victoria.

La certera conducción de Fidel y la resuelta participación popular, lograron lo que el enemigo creyó imposible: la derrota de los mercenarios pagados por el Gobierno estadounidense en menos de 72 horas. El pueblo cubano demostró que había perdido el miedo y estaba dispuesto a cambiar su destino de patio trasero del poderoso imperio y salir victorioso.

Ecos de una Victoria

La victoria de Playa Girón marcó el camino por el que Cuba ha transitado durante los últimos 63 años y trascendió en la historia del continente como la primera gran derrota del imperialismo en América Latina.

Fidel encarnó la fuerza colectiva y el espíritu de un pueblo, y aquella victoria fue también reafirmación del legado de patriotismo y amor a la patria que ha caracterizado la larga historia de luchas del pueblo cubano.

Girón truncó los planes de un imperio que nunca ha podido perdonarnos, como diría Fidel «la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba».

Nos enseñó que la forma más eficaz para enfrentar una agresión es la unidad, y que la participación de todo un pueblo, junto a sus instituciones armadas y profesionales, nunca podrá vencerse.

Girón es símbolo y síntesis de victoria; lección de coraje, patriotismo y valentía de un pueblo que supo defender su soberanía en la batalla tenaz contra un imperio, que más de seis décadas después continúa entrenando y financiando agresiones.

Girón es legado e inspiración que los noveles tienen el deber de conocer y preservar, pues 63 años después continúa derrotando con su ejemplo.

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