En esta zona del Gran Parque Nacional Sierra Maestra se originaron dos importantes combates durante el período de liberación nacional. Tomado de guisa.gob.cu Autor: Internet Publicado: 15/02/2023 | 11:59 pm
Uno va leyendo esos pasajes guerreros y es inevitable que los ojos crezcan. Cómo no asombrarse al leer que Camilo entró a aquellos fuegos, que eran más de 100, y aniquiló las posiciones rivales con total desprecio de su propia vida; o que Fidel se jugó al máximo el pellejo, al punto de que sus hombres escribieron una carta con posterioridad, pidiéndole no exponerse tanto ante las balas.
Uno va imaginando cada episodio acontecido en Pino del Agua, los días 16 y 17 de febrero de 1958, y comprende la sed libertaria de aquellos barbudos, capaces de fabricar un «Sputnik» o «M-26», estruendosa bomba de hojalata, lanzada por un fusil de pesca submarina, que provocaba más ruidos y miedo sicológico que heridas al enemigo.
En ese punto de la Sierra Maestra, perteneciente al actual municipio granmense de Guisa, la astucia volvió a superar la fuerza; porque si bien el Ejército Rebelde no pudo tomar el pequeño pueblo donde se asentaban las tropas batistianas, dominadoras de un aserrío de cierta importancia, se produjo un «golpe de resonancia», como había pedido Fidel, quien dirigió personalmente las acciones.
Ernesto Che Guevara, al contar los sucesos de la batalla, escribió que el líder insurgente, conociendo de la existencia de una compañía en el recinto procesador de madera «no tenía confianza en que nuestras tropas pudieran tomarlo; lo que se pretendía era atacarlo, liquidar sus postas, cercarlo y esperar a los refuerzos (...) Se establecieron las distintas emboscadas de las cuales esperábamos tener resultados grandes. En cada una pusimos el número de hombres equivalente a la probabilidad de que por allí viniera el enemigo».
Así se produjeron varios encuentros encarnizados, tanto en las cercanías del aserrío, adonde llegaron Camilo y los suyos, como en los puestos de las emboscadas, en los que estaban Raúl Castro Ruz, Guillermo García, Francisco «Paco» Cabrera, Félix Duque, Juan Vilalio Acuña, Eduardo «Lalo» Sardiñas y Raúl Castro Mercader. Duele saber que en el fragor de esos combates morirían inmediata o posteriormente Gilberto Capote, Enrique Noda, Florentino Quesada, Raimundo Liens, Luis Macías y Ángel Guevara, héroes de los que debería hablarse más, no solo cuando asome el mes de febrero.
El mismísimo Camilo resultó herido en un muslo y luego, tratando de salvar una ametralladora, sintió cómo una bala le penetraba el abdomen y le salía por el costado «sin interesar ningún órgano», como relató el Che.
En Pino del Agua «el enemigo sufrió de 18 a 25 muertos y las armas ocupadas fueron 33 fusiles, cinco ametralladoras y parque abundante», redactaría el Guerrillero Heroico.
Sin embargo, varios periódicos de la época, como El Mundo, publicaron «joyas» como esta: «Reportan la baja de 16 insurgentes y 5 soldados (...) El Estado Mayor del ejército expidió un comunicado, a las cinco de la tarde de ayer, negando que haya tenido lugar una importante batalla con los rebeldes de Pino de Agua, al sur de Bayamo».
Ese sitio había entrado antes a la historia, pues en septiembre de 1957 el Ejército Rebelde obtuvo allí una sonada victoria, en un primer combate liderado por el Che.
Con el estímulo moral del segundo triunfo de Pino del Agua (que luego sería tomado por los rebeldes y haría libre el firme occidental de la Sierra Maestra), saldrían en marzo, las columnas lideradas por Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque y así se formarían el Segundo y Tercer Frente, respectivamente.
Pino del Agua, además, marcó el final de la etapa nómada de la guerrilla y se convirtió en el último lugar en el que combatieron juntos Fidel, Raúl, el Che, Camilo, Juan Almeida, Ramiro Valdés, Efigenio Ameijeiras y Guillermo García, jefes fundadores del Ejército Rebelde. Por eso y todo el significado del «golpe» de hace 65 años merece ser enaltecido, por encima de circunstancias y victorias.