Proclamación de Isla de la Juventud en 2 de agosto de 1978 Autor: Archivo de JR Publicado: 01/08/2020 | 09:07 pm
NUEVA GERONA, Isla de la Juventud.— Cuando a Isla de Pinos se le cambió el nombre, largas jornadas de trabajo, esfuerzo y transformaciones antecedieron al suceso. Demostrar que aquellos jóvenes merecían ese reconocimiento fue el reto que les planteó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, y lo lograron.
Hoy, a 42 años de la proclamación, todavía arde en aquellos corazones la llama que calentó sus sueños juveniles. Fueron acciones que cobraron su mayor sentido el 12 de agosto de 1967, cuando en la inauguración de la presa Vietnam Heroico Fidel los convocó a revolucionar no solo la naturaleza, sino también las mentes:
«Y por eso nuestra juventud, más que una isla suya, tiene delante la posibilidad de hacer suya esta isla. «Y si nuestros jóvenes están en esa actitud, podemos provisionalmente llamarla Isla de la Juventud (…) y en prueba de la confianza que realmente tenemos de que nuestros jóvenes serán acreedores al derecho —ya no provisional sino definitivo— de llamar a esta región de nuestro país Isla de la Juventud».
Once años más tarde, el 2 de agosto de 1978 se cambió el nombre de Isla de Pinos por el de Isla de la Juventud. Entonces Raúl Roa, en su condición de vicepresidente de la Asamblea Nacional, al proclamar el cambio de nombre, bautizaba también el sueño de aquellos cientos de jóvenes que vinieron a esta ínsula para acelerar los programas de desarrollo atrasados por el devastador huracán Alma (1966).
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Aquel grupo acudió al llamado de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), organización que hoy convoca de nuevo a sus bisoños para reverdecer laureles, como lo hicieron aquellos jóvenes de la década del 60, y dignificar, en el actual contexto epidemiológico y económico adverso, el nombre de Isla de la Juventud.
Yander Zayas, primer secretario del comité municipal de la UJC subrayó que «es nuestro deber dignificar el nombre de este territorio, sobre todo cuando se transforma el modelo económico cubano; y ser fieles al legado de aquellos que, con su empuje en las tareas de la Revolución, lograron proclamar la entonces Isla de Pinos como Isla de la Juventud, el 2 de agosto de 1978».
Y así lo hacen. Las nuevas generaciones de pineros «baten bien el cobre», como dijera Matías, tío de Elpidio Valdés en la película animada dirigida por Juan Padrón. Lo demostraron durante la crisis de la COVID-19, en el apoyo al orden público, el ahorro energético, y ahora desde el surco en la recuperación, donde hacen Revolución.
En una de sus visita de trabajo a este Municipio Especial, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez reconoció el aporte juvenil, el entusiasmo y energía en los momentos más difíciles, «y lo hacen con la creatividad y talento que se necesita para impulsar proyectos e iniciativas que tributan, además, a su preparación», dijo.
También lo reconoció Diosvany Acosta Abrahante, primer secretario del Comité Nacional de la UJC, cuando expresó que «la organización es una fuerza que tiene que estar viva» y debe «seguir a la vanguardia de las diferentes misiones que asume el país, más ahora como parte de la recuperación que vivimos, que exige también lo mejor de nosotros, sobre todo compromiso y responsabilidad para no retroceder en lo que ya hemos logrado», dijo.
Jóvenes pineros tributan al autoabastecimiento local. Foto Roberto Díaz Martorell
Las máximas autoridades del territorio han destacado la participación de los jóvenes en las tareas de la producción, la recreación, la higienización ambiental, el autoabastecimiento local, y otras que los convierten en dignos herederos del legado de aquellos jóvenes que hace 42 años lograron, con su esfuerzo y trabajo, asumir el reto del Comandante en Jefe y cambiaron, por derecho propio, el nombre de Isla de Pinos, por el de Isla de la Juventud.
La historia ofreció muchos nombres a esta ínsula, con acentos conquistadores, religiosos y marcados por la aventura de tesoros y piratas o por el horror del destierro y la represión, pero uno triunfó sobre los demás, límpido y genuino. De la Juventud se llamó la isla, porque, como en ninguna otra del mundo, manos de pocos años se juntaron —y se juntan—, para otorgarle bríos nuevos.