Precisamente por estos días un Parlamento de 605 diputados pensaron Cuba con una agenda que se parece al país que representan. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 13/07/2019 | 05:18 pm
Que el problema de uno se convierta en el de todos; que no sea indiferente el dolor ajeno, lo mal hecho, la chapucería; que duela lo que dañe a Cuba, lo que no le aporta, lo que la denigra; que el egoísmo no comande las acciones diarias, y sí la solidaridad; que la opinión de cada uno sea escuchada, desde el respeto siempre.
Que primero sea Cuba y luego el pedacito de cada cual; que la cotidianidad y su agotamiento no aflojen las ganas de seguir empujando; que el trabajo sea impulso y estímulo para fundar todos los días; que la decencia sea motivo para el enaltecimiento; que los buenos días, las gracias, el por favor, el pase usted, se conviertan en lenguaje diario.
Que la participación no sea rareza; que la responsabilidad nazca del deber y también del corazón; que dar el paso al frente no convierta en kamikaze; que el interés de todos sea razón para postergar el deseo personal; que el control popular prevalezca y mirar hacia un lado jamás sea opción. Porque para pensar como país hay que implicarse siempre.
De tal manera, piensa como país la maestra que, sin detenerse en salarios insuficientes, se mantiene frente al aula; el doctor que pasa de una guardia a la consulta porque hay mucha gente por aliviar, también el que en tierras extrañas sana y regala muñecas a la niña que nunca tuvo; el científico capaz de conseguir el medicamento más efectivo, dígase el Heberprot-P, y solo necesita el cariño de su pueblo y una bandera cubana en la solapa de su traje para ser feliz; el trabajador por cuenta propia que paga a tiempo los impuestos porque conoce de su responsabilidad con la nación; o el deportista que, amén de encumbrados títulos, prefiere cantar su himno y regresar a casa siempre.
Precisamente por estos días hay un Parlamento pensando Cuba: 605 diputados que están ocupando ahora mismo los salones del Palacio de Convenciones de La Habana con una agenda que se parece al país que representan. De economía, inversión extranjera, turismo, deporte, programación televisiva y radial, corrupción, vivienda, comercio electrónico, Lineamientos del Partido, plan del verano, defensa nacional, fertilidad, situación epidemiológica, industria… discuten a camisa quitada quienes más cerca están de los problemas y tienen el mandato de un pueblo para resolverlos.
Con la coherencia de una nación que se debatió entre la mayoría y se regaló una Constitución a su imagen, los diputados cubanos viven jornadas para la historia, al legislar «de un tirón» sobre una nueva Ley Electoral, otra de Símbolos Nacionales y una tercera de Pesca, las cuales abren el camino del amplísimo ejercicio legislativo que comienza tras el alumbramiento de la nueva Carta Magna de la República.
Hombres y mujeres que, desde la sencillez nacida únicamente del pueblo, delinean una Cuba que se ha trazado como convicción —no de consigna— ir por más, pasar de la resistencia a la creación, superar sus problemas más enraizados, desplegar las infinitas potencialidades del talento de su gente, contar con todos y gobernar para todos, respetar a sus héroes y dar continuidad a aquellas luchas, apostar a la transparencia, combatir la indecencia, desatar fuerzas productivas y alcanzar la prosperidad que se debe. Una nación que, definitivamente, va por más, pero pensada entre todos.
(Tomado de Cubahora)