Dentro de unas semanas, el 11 de marzo, Cuba tomará la forma de una urna grande. Se elegirán los delegados a las asambleas provinciales del Poder Popular y los diputados al Parlamento nacional para el próximo quinquenio.
Por estos días los candidatos, cuyas biografías se exhiben en lugares públicos, dialogan con sus electores. Son el mismo pueblo, sin distinciones; incluso, varios de los que hoy están recibiendo a los propuestos para escaños en uno u otro órgano del Poder Popular, ocuparon esos puestos alguna vez, también por méritos propios.
En esos órganos del poder del Estado estará representado el mosaico que es Cuba: todas las generaciones, todas las razas, mujeres y hombres.
Casi la mitad de ellos fueron elegidos por sus vecinos como delegados de circunscripción. Como dijo Fidel en 1993: «En ningún Parlamento del mundo hay tanta gente de base como en nuestro Parlamento, gente modesta y humilde que está directamente en contacto con las masas, directamente en contacto con el pueblo».
Nuestro modelo electoral es autóctono. Los candidatos fueron nominados por las Asambleas Municipales del Poder Popular y solo serán elegidos si reciben, como mínimo, el 50 por ciento más uno de los votos válidos.
Cada elector podrá votar por uno, por una parte o por todos los candidatos de las respectivas boletas. Aunque todos tienen méritos suficientes para ser electos, será la decisión soberana y consciente de cada cubano con derecho al sufragio. Y, sin duda, otra demostración de nuestra unidad nacional.
Votaremos por una Cuba siempre nuestra. De todos los que la queremos eternamente libre.