13 de marzo Autor: Adán Iglesias Publicado: 21/09/2017 | 06:51 pm
Habana de los 50
hecha de sangre y de llanto,
tú lo viste aquella tarde
día 13 del mes de marzo
ser más historia que hombre,
ser más hombre que muchacho.
De ojos que lo saben todo,
negros como el pelo lacio,
José Antonio Echeverría
a sus 24 años
tiene palabra de fuego
que es como un horno en sus labios,
y unas balas, una Carta
y un país entre las manos.
Es porque ha nacido hecho
con la firmeza del árbol,
la fuerza de las corrientes
y la visión de los faros,
es porque piensa que a veces
tiene hasta el cuerpo de mármol,
que hoy no tiene miedo a nada,
ni al peligro del asalto,
ni al rostro del enemigo,
ni al frío de los disparos
ordenados por Batista
tras las rejas de un palacio.
Él va como los gigantes
dejando huella a su paso,
con el apoyo de muchos
y el coraje de unos cuantos.
Son las tres y veintiuno
cuando llega hasta la Radio
donde el tic tac de un reloj
es fondo del noticiario.
José Antonio, que es el líder
de todo el estudiantado,
le dice al pueblo de Cuba
que se ajustició al tirano,
que se le ajustaron cuentas
del presente y el pasado,
que Batista ya no es más
que un cuerpo vuelto pedazos,
y mientras habla sin miedo
al frío de los disparos,
sale del aire su voz
y queda un reloj sonando.
Ya la noticia está dada
Y ya el Presidente ha hablado,
corre entonces a la calle
donde lo esperan los autos,
el alma le late fuerte
como una nube de rayos,
lleva una sonrisa amplia
y una pistola en la mano.
Algunos tiros escucha
desde algún próximo ángulo;
en la céntrica avenida
un hotel es fabricado
y hay grúas y materiales,
nube de polvo y de sacos
entorpeciendo el camino
como piedras ante el paso,
y por diferentes rutas
las sortean los tres carros.
En el segundo va el hombre
que olvidó que era muchacho,
aquel de ojos audaces,
negros como el pelo lacio,
y la sonrisa más amplia
que los océanos cálidos.
Va hacia su Universidad
que lo vio volverse bravo,
hoy, que ya ha dejado escrito
qué hacer si faltan sus brazos
para seguir esta lucha
hija de horizontes claros,
hoy, cuando no le rehúye
al peligro, y tan guapo,
que cuando dobla por M
y es por Jovellar hallado
por los rostros enemigos,
dispara como un soldado
curtido por muchas guerras,
tira como un veterano,
pero las balas lo agitan
y su cuerpo no es de mármol.
Cae como las semillas
que se siembran en el patio,
por siempre, pues él se hizo
con la firmeza del árbol,
José Antonio Echeverría
a sus 24 años,
riega su sangre bendita
que es llanto de los cubanos,
y cae como un gigante
dejando huella a su paso,
vuelto una estrella en el suelo
regando luz, de costado,
cae con su risa amplia
como los mares más cálidos,
porque cumplió con la Carta
que con Fidel ha firmado.
Habana de los 50
hecha de sangre y de llanto,
tú que lo has visto esta tarde,
día 13 del mes de marzo
nacer como lo hace un niño
desde una patria luchando,
dile que él aún se escucha
donde hay un reloj sonando
y en Cuba, que hoy vive libre
hay jóvenes recordándolo,
porque es más vida que hombre,
más historia que muchacho.