En la juventud está el entusiasmo y la combatividad que renovará al movimiento sindical. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 06:31 pm
Cuando observábamos a Yaisel Osvaldo Pieter Terry, de inmediato reprimimos el deseo de soltarle la idea que surgió en la mente: «Debe ser una excepción». Y, en vez de tirarle directo para desentrañar la duda, preferimos utilizar curvas.
Hablábamos sobre jóvenes y sindicatos. Él, que es Secretario General de la CTC en el municipio de Santa Clara, con desenvoltura, comentaba cómo lograr que ellos se sientan más cercanos a esa organización, que la asuman motivados.
Para Pieter Terry todo comienza por el mismísimo prólogo: con un buen recibimiento en el centro de trabajo que va a ser, prácticamente, su segunda casa. Luego las estructuras sindicales tienen que acercarse a ellos e involucrarlos en sus tareas, además de estar atentas a sus preocupaciones.
«Más seductor será mientras más jóvenes integran las direcciones sindicales en las diferentes instancias», dice y opina que ese proceso de renovación debe transcurrir naturalmente, aunque las secciones deben reconocer a aquellos que se destacan en su bregar, y una de las maneras es proponerlos para integrar las direcciones de base. Así pueden transitar de responsabilidades menores a mayores.
Al escuchar este razonamiento, vuelve a la mente aquella interrogante reprimida al inicio, pero ahora le damos curso: «¿Usted resulta una excepción?», preguntamos.
«No. Soy parte de esa renovación generacional. Aquí en el municipio de Santa Clara, el 50 por ciento de los secretarios generales somos jóvenes y casi en igual cantidad los cuadros profesionales», aclara.
Esos guarismos, en su opinión, evidencian el progreso en la renovación y, especialmente, el hecho de que se cuenta con muchísimos muchachas y muchachos con suficientes méritos para estar al frente de los sindicatos, de las secciones sindicales y ocupar otros cargos en estas.
El papel del sindicato en la actualización del modelo económico cubano resulta vital, pues le corresponde incentivar a los trabajadores a fin de lograr eficiencia, además de velar por el cumplimiento de lo estipulado, y ayudar a corregir cualquier falla en su implementación.
Para afianzar la actualización, por ejemplo, en Villa Clara, en el último trimestre, se efectuaron más de 5 000 asambleas de afiliados, en las cuales participaron más de 185 000 trabajadores, reveló Consuelo Baeza Martín, secretaria general de la CTC en la provincia.
En los intercambios se analizó el plan y presupuesto aprobado y sobre los recursos materiales, financieros y humanos que respaldan el cumplimiento del objeto social de cada centro. También fue un espacio donde los trabajadores expusieron su criterio con el fin de organizar mejor el trabajo y el pago de los salarios.
El colectivo es lo primero que tiene que funcionar en cada centro para así poder cumplir los planes de producción con la mayor eficiencia y un adecuado uso de los recursos. El sindicato tiene que velar por eso y exigir a la administración el aseguramiento de las mejores condiciones de trabajo, además de estar al tanto de cualquier descuido en detrimento de los trabajadores o de la producción.
Vivir en la piel de los otros
Dos años como dirigente de la sección sindical del periódico El Artemiseño le han bastado al joven Manuel Alejandro Hernández Barrios para entender que el sindicato tiene que parecerse a un centro y a sus trabajadores. Por eso considera que no hay una fórmula exacta de cómo debe ser, pero sí existen características que deben distinguir a todos como la unidad, la voluntariedad en la afiliación, la lucha por una meta colectiva que debe coincidir con la misión del centro y el compañerismo.
«Un buen líder sindical tiene que ponerse siempre en el lugar del otro, velar porque se respeten los derechos a los trabajadores. Partiendo del ejemplo personal, debe exigir a alguien cuando no cumple, y averiguar si algo personal incide en sus resultados o si tiene problemas de salud. Para sentirnos identificados con el sindicato tenemos que sentirlo cerca.
«Debemos ser líderes y actuar como tal en nuestro centro de trabajo: representar a un colectivo más que a una organización. No puede ser que el administrativo se entere primero de los problemas de un trabajador que el sindicato. Donde eso sucede perdemos liderazgo. Mi tarea es ser más que un colega o compañero y representar a quienes laboran conmigo más allá de mi posición», comenta.
El sindicato pone lo humano, el empuje espiritual, ese respaldo que necesitamos sentir de que alguien vela por nuestros derechos y nos impulsa con el ejemplo a cumplir nuestros deberes. Por eso es tan importante esta posición dentro de la actualización del modelo económico cubano.
«Sindicato y administración deben andar por la misma línea, pero separados, para que realmente funcione esa relación. La historia sindical nuestra es muy rica, vinculada a las luchas del pueblo cubano por su independencia, con heroicas páginas de protagonismo obrero y eso no puede perderse. El sindicato no puede limitarse a fiestas, cumpleaños colectivos o actividades, tiene que ser el eje central de todo cuanto ocurre en los centros. El líder sindical tiene que tener criterios, pronunciarse en más espacios, ser un ejemplo, porque los trabajadores son las fuerzas motrices de cuanto ocurre en el país.
«Quizá la tibieza, el inmovilismo, o la falta de protagonismo del sindicato en algunos centros, sea la causa de la desmotivación y el descontento de quienes ven a la CTC como una organización limitada al cobro de la cotización, el Día de la Patria o la movilización para el desfile del Primero de Mayo y algún que otro trabajo voluntario convocado en fechas señaladas», arguye.
Diálogo e integración renovadas
En la Isla de la Juventud, el Día Internacional de los Trabajadores es momento para repasar aciertos y desaciertos del movimiento sindical en su función de acompañar la actualización del modelo económico cubano.
Yolanda Blanco Rivero, miembro del secretariado del Comité Municipal de la CTC en este Municipio Especial, subraya que entre las motivaciones de los pineros figuran elevar la eficiencia y calidad de los procesos productivos vinculados al Programa de Desarrollo Integral (PDI) previsto aquí hasta el 2020.
En ese sentido, destaca el desempeño del sindicato de los trabajadores agropecuarios y forestales en la producción de alimentos para la población vinculados al PDI y favorecidos con un experimento de venta liberada sin subsidio de insumos, equipamientos y servicios agrícolas que acercan los recursos al productor.
«Esa realidad ayudó a elevar el estado sociopolítico del sector, mejorar los sistemas de pagos y la imagen de las instalaciones agropecuarias», comenta.
«En esa tarea se incluye, además de la movilización y organización del universo laboral, el diálogo dirigido a convencer y sumar esfuerzos en aras de que cada actividad tribute al cumplimiento de los compromisos económicos.
«No ha sido fácil. Hemos encontrado limitantes en la vinculación de los cuadros profesionales a la base, deficiencias en la aplicación de una política de cuadros adecuada y tenemos varios sindicatos cuyas reservas no son objetivas, marcado fundamentalmente por la influencia de los sistemas de pago en las empresas de procedencia.
«A esa realidad se suma que aunque tenemos un sistema de capacitación a los dirigentes sindicales, todavía no es suficiente, y necesitamos sistematizar e incluir la actualización sobre las nuevas resoluciones que rigen el trabajo del movimiento obrero cubano».
No obstante —aclaró— tenemos la fortaleza de que la mayoría de los directivos administrativos son cuadros políticos y eso facilita e integra el trabajo de los sindicatos. Existe cohesión entre los factores y se prioriza el convenio colectivo de trabajo —en su tercera actualización— el Código del Trabajo, la Ley de Seguridad Social y la discusión y aprobación del plan de la economía.
«Es también prioridad el trabajo personalizado con los jóvenes a fin de asegurar el futuro. Entre las misiones principales figuran la explicación minuciosa sobre el trabajo sindical, el funcionamiento de la organización y el modo en que son representados».
El sindicato debe recibir a los jóvenes en el mundo laboral y adentrarlos en la cultura obrera. Foto: Calixto N. Llanes
El sindicato no puede convivir con las deformaciones
La joven Lilibeth Alfonso Martínez apunta que ya quedan distantes en el tiempo y están suficientemente consolidados en Cuba, logros del movimiento sindical como la jornada de ocho horas, los derechos laborales de la mujer, el derecho al trabajo. «El sindicato de hoy tiene otras luchas en las que involucrarse para seguir desempeñando su papel de defensor de los trabajadores.
«Debe ser mayor su protagonismo en la exigencia para que se resuelvan problemas que muchas veces existen por falta de gestión de las administraciones», precisa la muchacha.
De una decena de jóvenes guantanameros entrevistados sobre este tema muchos limitan el papel del sindicato a la presencia de quienes dirigen las secciones de base en los consejos de dirección de las entidades donde generalmente no se discuten decisiones por adoptar, sino que se informan las disposiciones que entrarán en vigor.
Yorley Díaz Pineda, secretario de la sección sindical en la dirección de la Empresa Provincial de Suministro y Transporte Agropecuario de esta provincia, considera que resulta vital un sindicato fuerte en la lucha contra la corrupción, pero no como una consigna a repetir.
«Detrás de un jefe corrupto siempre hay un colectivo afectado por carencias o desorganización, y el sindicato no puede convivir con ese estado de cosas si está consciente de su papel en la búsqueda de disciplina, sin la que no es posible enderezar nuestra economía y hacerla eficiente».
La primera vez en un sindicato
María Josefa Luis Luis es una de las personas que más ha estudiado la relación juvenil con el trabajo. Labora como subdirectora científica del capitalino Centro de Estudios sobre la Juventud y considera que el sindicato es una de las organizaciones más importantes para las nuevas generaciones pues tiene la capacidad de ejercer una influencia decisiva cuando estos arriban a su vida laboral.
El comienzo de esta etapa es algo trascendental, razona, y explica que este paso va a marcar para toda la vida su quehacer en la sociedad, pero que requiere una preparación más allá de la profesional que tuvo en la escuela o de lo que desde la familia se le enseñó para insertarse en el mundo laboral. Sin dudas, involucra mucho a la institución en la que comienza a trabajar, comenta Luis Luis.
«El sindicato, de conjunto con las otras organizaciones, sobre todo con las juveniles, y con los trabajadores de más experiencia en las instituciones, involucra y adiestra al muchacho en ser trabajador. Al sindicato corresponde laborar directamente con ellos y ayudarlos a apropiarse de la cultura de la institución en la que empiezan, su historia, las relaciones laborales y los deberes y derechos que le atañen», ilustra y dice que pocos jóvenes al comenzar a trabajar tienen alguna opinión del sindicato.
Algunos muchachos tienen en el sector no estatal su primera experiencia laboral. Foto: Calixto N. Llanes
«Muchas veces pasa que los jóvenes pertenecen a esa organización, participan en sus actividades y pagan la cotización, pero no captan la esencia de lo que significa, de cuánto puede acompañarlos en sus particularidades como obreros en materia de superación profesional, por ejemplo», apunta María Josefa y enfatiza en que todo depende del lugar en que se constituye el sindicato, pues existen sitios donde funciona muy bien, otros donde no es tan bien, y en algunos probablemente tenga muchas dificultades.
«Desde la esfera nacional, con los diferentes sindicatos del país, hay una estrategia positiva de atraer a la juventud y darle participación», resalta.
Para los jóvenes es importante tener la posibilidad de aportar, que se les tenga en cuenta por sus ideas innovadoras, enfatiza y opina que no siempre se aprovechan esas capacidades. «Es importante que el sindicato se haga portador de esos intereses», apunta.
Como otros factores para un mejor funcionamiento de esta fuerza obrera, la investigadora señala el modo en que las personas de mayor experiencia transmiten su importancia, y la preparación y responsabilidad de ese dirigente que debe motivar a todo el colectivo.
«Si el sindicato se convierte únicamente en el cobro de la cotización y la reunión formal del mes (en la que se analizan algunos puntos muchas veces predeterminados), no puede resultar atractivo para la juventud», destaca Josefa.
«Pero si logra en sus espacios de convocatoria y en su día a día ser visible y promover análisis y actividades atractivas para los trabajadores, conseguirá un papel importante y el sindicato dejará de ser la organización en la que las personas están porque les corresponde», observa.
María Josefa Luis Luis analiza igualmente que sigue siendo un reto del sindicato cumplir lo estipulado en el Código del Trabajo referente a los derechos del sector no estatal, pues en las investigaciones realizadas se detectan irregularidades en esas relaciones laborales, y es importante seguirlas de cerca, más aun en el caso de los jóvenes, que representan una buena parte de ese grupo.
En el imaginario social, ilustra, no queda claro que ese sector está sindicalizado y hay que hacer saber que sí lo están y reflexionar en torno al rol del sindicato en estos lugares: ¿cómo lograr que se defiendan sus intereses?, ¿cómo hacer que los trabajadores de ese sector no dejen de pensar como trabajadores de la sociedad en la que viven, porque al final todo surgió como una necesidad del país? «Hay que preservar los valores de los trabajadores cubanos en ese sector. Y eso se logra con los sindicatos», incitó.
Confianza en los jóvenes líderes
Para el miembro del Buró Político del Partido y secretario general de la CTC, Ulises Guilarte De Nacimiento, la organización está ante un escenario en el que cada año se plantea métodos creativos, tratando de separarse más de lo formal y tradicional y buscando cómo elevar el liderazgo de la organización sindical, su capacidad motivadora y de influencia ante los trabajadores en general, y de manera particular, en los jóvenes.
«Sentimos satisfacción porque un número no despreciable de dirigentes sindicales, sobre todo en las bases, son jóvenes, lo cual denota su compromiso y capacidad de sentir orgullo y honor por asumir una tarea tan honrosa como la de representar y conducir a sus compañeros de labor», recalca.
Igualmente señala que en el sindicato se requieren líderes capaces de convocar, sumar, convencer y argumentar, y eso se ha ido logrando al «refrescar» la composición de los dirigentes de base, de modo tal que hoy existe un número considerable de noveles representantes.
«En los jóvenes tenemos una altísima y extraordinaria confianza. Ellos tendrán que asumir la conducción de la continuidad de la obra de la Revolución. Y eso no es cosa del futuro. Este es el momento de demostrar cómo se materializa la oportunidad que les da la vida.
«Eso se logra desde cada puesto de dirección, con el ánimo que pone la juventud en los colectivos, con una dinámica diferente de compromiso, nuevas ideas y críticas, porque la impronta juvenil nos hace escucharlos, sobre todo cuando detectan dificultades, burocracia, dilaciones, o elementos subjetivos ante la resolución de los problemas. Tienen, a su vez, la capacidad de comprender cuando los problemas son objetivos, y dependen de razones externas o dificultades financieras para su solución», afirma.
Asimismo, Guilarte confirma el compromiso del movimiento sindical de seguir atendiendo el papel que desempeña la juventud, y comenta que cada año la CTC desarrolla un evento de jóvenes trabajadores, que constituye un rico intercambio abierto, franco y despojado de formalidad.
Las iniciativas y propuestas con el sector joven, como con el resto de los trabajadores, están especialmente marcadas por la implementación de los Lineamientos desde el VI Congreso del Partido, proceso que ha tenido impacto en el escenario laboral del país, con reflejo directo en la transformación de la composición del mismo, sus relaciones y el marco regulatorio, comenta el dirigente.
«Aunque permanece la empresa estatal socialista como estructura productiva fundamental del escenario laboral del país, las llamadas formas no estatales de gestión han venido coexistiendo con ella y ampliando y diversificando su membresía y actividades. Hoy alcanzan la cifra de medio millón de trabajadores, dentro de los que alrededor de un 30 por ciento (exactamente unos 131 000) son jóvenes.
«El movimiento sindical focaliza métodos y estilos en las nuevas generaciones de miembros, pues estas no acumulan una cultura laboral», explica.
En su ejercicio de representación, los sindicatos han centrado su atención —entre otras cuestiones del sector no estatal— en el otorgamiento de autonomía a la empresa estatal, precisa Guilarte y argumentó que esos cambios han derivado en otorgamiento de facultades dirigidas a acercar a la base los niveles decisorios.
Además, subraya que en el renovado Código de Trabajo están recogidos los derechos sindicales de establecer relaciones de negociación colectiva y representación de los derechos y deberes de los trabajadores. Esa ley, resalta, tiene un capítulo dedicado a las garantías de las organizaciones sindicales, lo cual da a esta labor un fuerte basamento jurídico legal.
«Tenemos que seguir trabajando con la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en la constitución de organizaciones de base sindicales donde existen jóvenes militantes, para integrar los esfuerzos de ambas organizaciones en canalizar coherentemente los planteamientos juveniles y que ellos sientan la posibilidad de satisfacer sus aspiraciones profesionales y se vean útiles en el aporte de ese sector. Hay una gama amplia de espacios en los que el sindicato y la UJC podemos unirnos para que cada día nuestros jóvenes trabajadores se sientan mejor atendidos», concluyó.