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No asistimos a una reforma del sistema de salud

En Cuba se impulsa un proceso de transformaciones enfocadas en la reorganización, compactación y regionalización de los servicios médicos, para ofrecer una atención de calidad que satisfaga las necesidades de la población, afirmó el viceministro Alfredo González Lorenzo

Autor:

Marianela Martín González

El doctor Alfredo González Lorenzo, viceministro de Salud Pública (Minsap), con quien coincidimos en diversos momentos de la Convención Cuba-Salud 2015, dedicó parte de su agenda a aclarar algunas interrogantes surgidas en el evento, y otras asociadas a procesos naturales que gravitan sobre los cubanos y que reclaman del Ministerio estrategias y relaciones sinérgicas esenciales.

Con solo cruzar algunas palabras con este hombre, seducido por la Neurocirugía y la innovación, los periodistas supimos que estábamos en presencia de un conocedor de los logros y retos de los servicios médicos en Cuba, los cuales, según explicó, se atemperan a los desafíos de cada momento histórico.

Precisó que para hablar sobre la salud hay que remontarse al siglo pasado, donde se definieron los orígenes de la política sanitaria en la Isla: «La semilla la sembró Fidel Castro en 1953, en La Historia me absolverá».

Recordó que las transformaciones prácticas de los servicios sanitarios se ejecutan luego del triunfo de la Revolución, y que la definición de un sistema de Salud único, estatal, accesible, gratuito, universal —fundado en los años 60 del pasado siglo— establece desde entonces cuáles son las prioridades y la orientación de nuestro modelo de Salud Pública.

El Vicetitular del Minsap refirió que los conceptos de acceso y cobertura a los servicios de salud, reclamados en muchos lugares del planeta, se empezaron a materializar en la Isla luego de 1959, y constituyeron las primeras transformaciones del modelo sanitario. Estas, según alegó, comenzaron con el Servicio Médico Rural, el desarrollo del Policlínico Integral, la creación de los institutos de investigaciones y la lucha contra las enfermedades transmisibles, que entonces marcaban el cuadro de salud de la población cubana.

Dijo que en los años 70 se atemperaron a las situaciones de la época, con especial énfasis en los programas básicos del área de salud, el desarrollo de las universidades y de la Higiene y Epidemiología, mientras que la década de los 80 es cuna y fragua del Programa del Médico de la Familia, fundado por Fidel. Es en esa época cuando cobran impulso en todo el país el desarrollo de las especialidades médicas y la introducción de tecnologías de avanzada en el sector.

González Lorenzo define a los años 90 como los de resistencia, cuando se adoptaron medidas para continuar perfeccionando la atención primaria y preservar lo alcanzado.  A finales de esa década se impulsan las misiones médicas en países hermanos.

Al remitirse a los primeros años del siglo XXI se detiene en la Batalla de Ideas, la cual se extiende hasta nuestros días, la cual comprende inversiones cuantiosas y la recapitalización tecnológica para medios de diagnóstico y terapéuticos en la rama de la salud, que como otras fue abatida por el período especial. En medio de ese proceso, el sector continúa desarrollando la colaboración internacional.

«Ahora esas transformaciones continúan desarrollándose. No estamos en ninguna reforma del Sistema de Salud. Asistimos justamente a la continuidad de las transformaciones en el sector; enfocadas en la reorganización, compactación y regionalización de los servicios, con tres propósitos fundamentales: continuar el mejoramiento del estado de salud de la población cubana, ofrecer servicios con calidad y satisfacción, así como lograr la eficiencia y sostenibilidad del sistema para garantizar el desarrollo», precisó.

—¿Cómo hacer posible que la sostenibilidad que se pretende ganar no atente contra la calidad de estos sensibles servicios?

—Hay un conjunto de acciones que están dirigidas justamente a reforzar y gestionar permanentemente la calidad. En el orden práctico pudiéramos hablar de un grupo de medidas concretas: el Programa del Médico de la Familia surgió con una cobertura de un médico cada 120 familias; es decir, estamos hablando de que este galeno podía atender entre 500 y 600 habitantes. Posteriormente, a partir de ciertas situaciones de los servicios, hubo que ampliar la cifra de personas por médico y se aplicaron diferentes medidas, como la clasificación de consultorios en categorías: tipo 1 y 2, los que desempeñaron su papel en la primera década de 2000.

«Luego trabajamos en la reorganización de esos servicios, a partir de la referencia de 120 familias por médico. Entonces pudimos valorar que un solo galeno con la enfermera u enfermero podía atender en términos prácticos entre 250 y 300 familias sin comprometer la calidad del servicio, es decir entre mil y 1 200 personas.

«Eso conllevó a un uso eficiente del recurso humano, al tiempo que se reforzó el trabajo del Grupo Básico, que nuclea a  los especialistas de Medicina, Pediatría, Obstetricia, Psicología y Enfermería que atienden a esos consultorios médicos, con el propósito de garantizar los conceptos y principio fundacionales de Programa del Médico y la Enfermera de la Familia.

«Estamos conscientes de que no todo está resuelto en un grupo de consultorios. Hay que hacer mucho más por mejorar las condiciones estructurales de estos, para que tengan permanentemente luz, agua y mobiliario para que los pacientes esperen por la consulta. Hay que seguir trabajando para que todos los médicos tengan su buró, sus sillas, las pesas, la lámpara de cuello, la mesa de reconocimiento y todo el instrumental para los procederes. En todo eso se está trabajando para asegurar lo que queda pendiente, porque en algunos lugares esos medios se han deteriorado.

«Eso está ocurriendo en el sector simultáneamente con otros procesos que garantizan la superación de nuestros médicos. Velamos constantemente por la calidad de su formación y por el perfeccionamiento de su trabajo. Las estrategias de superación están dirigidas a las urgencias y necesidades de las enfermedades del cuadro de salud que tiene la población en estos momentos. Eso está acompañado del principio de que nuestras universidades llegan a los escenarios comunitarios.

«Se han implementado en otras oportunidades diferentes acciones con propósitos específicos. Desarrollamos un grupo de servicios en todos los policlínicos, porque la vida nos demostró que cuando se habilitan determinados servicios, cuya demanda es pequeña en un policlínico, el técnico que la ejerce no adquiere las habilidades que garantizan el aprendizaje y la calidad, que solo se consolidan con la práctica.

«Eso ha ocurrido con las endoscopías y regulaciones menstruales, por citar dos ejemplos. Con ello se reorganiza el servicio, y se hace con el principio de la sostenibilidad, que también debe estar presente en la asistencia médica, porque aunque es gratuita para el pueblo, tiene costes elevados. Cada cambio siempre se hace sin que se melle la accesibilidad. Es cierto que aleja en ocasiones a las personas de los servicios, pero se ha hecho en aras de que no se afecte la calidad de los mismos», aseguró.

—¿Cómo se están concibiendo los servicios para cuando en 2030, el 30,3 tres por ciento de la población tenga más de 60 años de edad?

—Se trata de una situación compleja, cuyo abordaje constituye un reto, teniendo en cuenta que no solo estamos hablando de envejecimiento de la población, sino también de una reducción de las tasas de reproducción y los índices de fecundidad y natalidad; por lo tanto se trata de un conjunto de elementos que integran lo que se llama transición demográfica.

«Cuando el 30 por ciento de la población tenga más de 60 años, estaremos hablando de personas que necesitan calidad de vida, que pueden estar enfermas al prolongar más su existencia, por lo que pueden padecer de varias dolencias a la vez.

«Para entonces predominarán las enfermedades cardiovasculares, cáncer y dolencias degenerativas y metabólicas; por tanto el reto del Sistema de Salud es ir creando condiciones para garantizar un escenario con un envejecimiento satisfactorio.

«La responsabilidad nuestra es colosal, pero tenemos una fortaleza: el Programa del Médico y el Enfermero de la Familia, que está en la comunidad, donde se desenvuelve la mayor cantidad de las personas que componen la tercera edad. Desde estos momentos se capacita a esos profesionales, y a los que forman parte de los grupos básicos de trabajo, en los temas de Gerontología y Geriatría.

«Las enfermedades en esa época de la vida adquieren especiales particularidades y necesitan de determinados enfoques para su diagnóstico, tratamiento y recuperación del estado de salud de esas personas, pero tenemos las condiciones creadas para lidiar con ese desafío. Contamos, además, para eso con el policlínico, que ofrece servicio de rehabilitación para responder a las discapacidades que se asocian a esa edad. También se garantizan las consultas de los diferentes especialistas que proceden de los hospitales. Estamos incluso trabajando para facilitar gradualmente la consulta de los geriatras a los policlínicos, y al resto de los especialistas, para que puedan atender la gama de enfermedades que se presentan en ese grupo etario.

«También como parte de la estrategia para asumir ese reto contamos con instituciones como las Casas de Abuelos y Hogares de Ancianos; las primeras de estas se encuentran en la demarcación de las áreas de salud, y allí durante el día se atiende a los ancianos, y no solo se les ofrece alimentación, sino también se les facilita un grupo de actividades para mantener en condiciones favorables su salud física y mental.

«En el caso de los Hogares de Ancianos se les garantiza la atención, tanto a los que permanecen internados como a los que se benefician de estos lugares solo durante el día.

«No menos importantes dentro de las estrategias son los Círculos de Abuelos, lugares donde se les facilita a los ancianos la integración, mediante sinergias y relaciones con organismos como el Inder, Cultura y organizaciones de masas como los CDR, la FMC y la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

«Para abordar esta problemática el principio de la integralidad debe articularse. Hay un aspecto que me gusta siempre aclarar: El incremento de la esperanza de vida de las cubanas y cubanos hay que verlo como un resultado del desarrollo de programas sociales de la Revolución, que ha enaltecido los programas de salud desde su triunfo».

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