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INPUD puede hacer más

Capacidad fabril y fuerza calificada convierten a la Industria Nacional Productora de Utensilios Domésticos (INPUD) en una entidad capaz de ser mucho más productiva, si no fuese por la inestabilidad en el arribo de materias primas

 

Autor:

Yoelvis Lázaro Moreno Fernández

SANTA CLARA, Villa Clara.— Luego de casi 15 años entre alzas y bajas productivas y largos períodos de depresión financiera, desde 2008 la Industria Nacional Productora de Utensilios Domésticos (INPUD) 1ro. de Mayo, única de su tipo en Cuba, viene desenvolviéndose en un contexto favorable, con relativa estabilidad, aunque no exento de limitaciones.

Esta información, demasiado optimista para algunos, pudiera parecer paradójica en medio de una crisis económica mundial que complejiza el acceso al mercado externo, si no se aclara que ha influido la diversificación alcanzada mediante el incremento paulatino de nuevos surtidos, hasta llegar a casi 30 en la actualidad.

A ello habría que sumar la exigencia y el interés por alcanzar mayores niveles de integración en la fabricación de los productos, lo que consiste en producir en la propia industria la mayor cantidad posible de los componentes de cada dispositivo, tarea que ha demandado agudeza y la búsqueda de alternativas ante las carencias.

«¿Qué vamos a hacer? La necesidad nos ha obligado a eso y mucho más. Cuando se nos acaba el pegamento especial que lleva una junta, por ejemplo, hay que seguir con un sustituto hasta lograr que pegue y quede bien», dice con acento jovial el veterano Juan Suárez Bordón, de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de Equipos Electrodomésticos, uno de los pocos fundadores que aún trabaja en esta industria, inaugurada por el Che el 24 de julio de 1964.

Módulos de puertas para el programa de la Vivienda, componentes eléctricos de bajo voltaje, luminarias, fregaderos, cocinas, cafeteras, ventiladores y  refrigeradores, la mayoría de estos destinados a la red de Tiendas Recaudadoras de Divisas, así como trabajos especializados para el turismo, la gastronomía y la biotecnología, constituyen las principales producciones del centro.

Sin embargo, la capacidad fabril de la empresa, sus potencialidades para innovar y la preparación de su fuerza de trabajo, dan para mucho más.

Un simple ejemplo: en 2010 la INPUD villaclareña llegó a producir 85 000 ventiladores, una cifra halagüeña, pero por debajo de los más de 110 000 previstos.

A pesar de que uno siempre tiene cierta responsabilidad, la causa de este incumplimiento, que no es tampoco de los más significativos, va más allá de cuestiones organizativas internas, revela la ingeniera Maricel Montero Lago, directora general de la INPUD.

«Lo que más afecta nuestras producciones es la no llegada a tiempo de las materias primas contratadas. La mayoría de lo que fabricamos obliga a buscar en circunstancias bastante adversas cientos de productos en el mercado externo».

—¿De dónde proceden esas materias primas?

—Principalmente de países europeos y asiáticos; una buena parte viene de China. Como se sabe, debido al bloqueo económico al que está sometida la Isla, las posibilidades internacionales para comerciar son pocas y se hacen difíciles. La distancia retrasa y complica muchas veces el arribo en las fechas pactadas de lo que hace falta.

«Si a eso se le agrega que la empresa requiere varios tipos y formatos de un mismo producto, que en ocasiones no se pueden adquirir mediante una sola agencia importadora, la situación se enreda aún más. Por ejemplo, solo para los refrigeradores se necesita importar 144 productos, entre componentes y materias primas, que no siempre se logran conseguir al mismo tiempo».

—¿Cómo se desarrolla el proceso establecido en el país para solicitar esas materias? ¿Transcurre rápido o demora?

—La vía reglamentada es la contratación de los productos mediante las importadoras. Ese proceso incluye un conjunto de pasos desde el punto de vista legal que en ocasiones se dilatan, y que al final pueden tener repercusión en el cumplimiento de los planes.

«En ocasiones los errores parten de nosotros mismos, al llenar la documentación de las materias primas con las características adecuadas, pero existe también morosidad en otros eslabones del proceso que trascienden las fronteras de la empresa.

«Creo que el mecanismo demanda mayor agilidad, mayor destreza para que se pueda salir a buscar el producto en el mercado en tiempo, algo que es bien complicado, y que se reciba en la industria sin atrasos.

«En este 2011, el interés es proyectarnos hacia una planificación económica que concilie de manera más integrada las demandas de cada uno de los organismos y ministerios, para ayudar en cierta medida a establecer mejor el proceso».

—¿En el mercado nacional no se produce ninguno de los materiales que la INPUD demanda?

—Sí. Realmente son pocos, pero hay algunos. De hecho todo el alambre para fabricar el protector de los ventiladores, que en 2010 se trajo de China, en la producción de este año está contratado con una empresa de Nuevitas. Eso ya representa un ahorro tremendo, al quitarle una importación de encima al país.

«Poco a poco pensamos incrementar la búsqueda de otras materias primas en el mercado cubano. Esa es la aspiración; eso sería lo perfecto, pero hay productos que por ahora hay que irlos a buscar al exterior, como el plástico, y no siempre las capacidades fabriles de los centros nacionales cubren toda la demanda de la INPUD. No obstante, si se logra una parte ya es un paso de avance».

Tocando a quien produce

Bajo los ecos del pico productivo de diciembre último, en el que la empresa logró más de 27 000 ventiladores, andan todavía algunos jóvenes de esta industria, perteneciente al Grupo de Bienes y Consumo del Ministerio de la Industria Sideromecánica (SIME).

Es cierto que no constituyen mayoría, pues la fábrica tiene una plantilla cercana a los mil trabajadores, y los jóvenes no son más de 200. Sin embargo, en coyunturas especiales de trabajo ante la llegada de la materia prima, ellos adquieren casi todo el protagonismo.

En momentos decisivos de la producción siempre estamos ahí, comenta el veintiañero Yosney Pérez Valdés, ingeniero eléctrico y especialista de la planta de Mantenimiento, quien trabaja en la UEB de Moldes y Troqueles, una de las seis de carácter productivo con que cuenta la industria.

«La fuerza laboral que se contrata en cada pico está compuesta principalmente por personas jóvenes, a diferencia del grueso de los trabajadores del centro, que rebasa los 40 años».

—¿A qué cree que se deba eso?

—Los más viejos ya han ido atemperándose a las condiciones del centro, a sus particularidades. En cambio, muchos jóvenes, por las características de su edad, llegan aquí experimentando y buscando opciones; están un tiempo y luego pasan a otros lugares.

—¿Cómo son los salarios?

—Eso depende; los que laboran directamente en la producción tienen un sistema de pago por resultados, y los indirectos tienen sueldos fijos, que no son muy tentadores, pero pueden recibir como estimulación hasta un 30 por ciento de su salario básico.

Caminando talleres y plantas adentro, el experimentado Juan Suárez Bordón volvió para mostrar bien cerca de cada producto lo interesante y complejo de un proceso que requiere inteligencia «porque de lo contrario aquí no se hace nada».

Desde el año pasado en la INPUD se fabrican cajas de agua, bebederos y congeladores horizontales, todos con tecnología creada en Cuba, por lo que se obtienen con el mayor grado de integración que permiten estos equipos.

Suárez Bordón agrega que en el caso de los refrigeradores, aun cuando la tecnología es extranjera y se importan varios componentes, para el país puede resultar más económico manufacturarlos aquí que importarlos completos.

«La INPUD ya elabora 11 piezas de este electrodoméstico que representan más del 35 por ciento del valor del refrigerador. Aquí se hacen las partes exteriores y plásticas del mueble, la contrapuerta, la base del compresor, las juntas del conservador y el congelador y las partes metálicas de la puerta».

Altas y bajas

Muchos de los que laboran en la fábrica recuerdan los difíciles años del período especial, en los que, luego de dos décadas con exitosos resultados, sobrevino un colapso general que obligó a reorientar el objeto social.

Miguel Montero Betancourt, fundador de la industria, cuenta que en aquel momento se hizo imposible seguir produciendo utensilios domésticos, por lo que giraron hacia la fabricación de bicicletas, un vehículo que cobró suma importancia en la transportación del cubano.

En el desfile obrero por el Primero de Mayo, en 1991, fueron exhibidas las primeras 100 «plátanos burro», como se llamaron popularmente. Se trató de un momento decisivo, en el que la INPUD se convirtió en la mayor productora de ciclos a nivel nacional.

A partir de 1995, explica Montero Betancourt, la empresa reorganizó y recuperó parte de sus propósitos iniciales. Así comenzaron a aparecer de manera progresiva en el mercado nacional cafeteras, ollas de presión, ventiladores y refrigeradores.

Con bajos índices económicos se inició la década recién concluida. Un consumo energético muy superior a las posibilidades productivas de la empresa, dejó al centro casi fuera del mercado nacional. Pero para seguir andando, la fábrica se insertó en los planes de construcción de viviendas y emprendió la elaboración de puertas, ventanas, fregaderos, interruptores y tomacorrientes, lo que le permitió terminar 2007 con mejores resultados para seguir transitando, con relativa estabilidad, en el panorama empresarial cubano.

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