Las instalaciones médicas cubanas tienen concebida su actuación en situaciones de desastre. Durante los embates de Ike, en el hospital Salvador Allende, de la capital se intervinieron quirúrgicamente de urgencia a 11 pacientes
Mientras más de medio millón de habitantes de las dos provincias habaneras que atiende el Hospital Docente Clínico Quirúrgico Doctor Salvador Allende (antigua Quinta Covadonga) se encontraban en sus casas o evacuados ante el azote de las lluvias y los vientos del huracán Ike, la mayoría de los hombres y mujeres que laboran allí permanecieron dando atención al pueblo.
«La guardia del hospital en todas sus especialidades estaba reforzada por si ocurría cualquier accidente, desastre, arribo de múltiples heridos graves o cualquier persona con algún problema urgente de salud, pues en circunstancias de un ciclón nadie acude al médico por un simple malestar».
La doctora Milene Vázquez Martínez contó sobre las tensiones del hospital el día 8 de septiembre. La doctora Milene Vázquez Martínez, vicedirectora de Aseguramiento Médico, especialista en Neurología y directora en funciones del importante centro hospitalario, explica que ante la inminencia del huracán se crearon brigadas quirúrgicas que se movieron no solo para actuar dentro del hospital, sino hacia municipios como La Lisa, La Habana Vieja y una que partiría hacia la provincia de La Habana, en caso de que fuera necesario.
«Se garantizaron las guardias médicas en general y se crearon brigadas de aseguramiento de cada servicio, como las quirúrgicas y las ortopédicas, muy reclamadas en tiempos de catástrofe».
Comentó la doctora que el hospital, cuando existe un problema de este tipo, libera las camas de pacientes que no tienen enfermedades agudas o controladas, y quedan solo ingresados los graves o críticos, para garantizar así la posible atención masiva de heridos en caso de necesidad.
«Creamos una lista de evacuación por si hacía falta sacarlos o evacuarlos del hospital si el huracán golpeaba violentamente nuestras edificaciones y sus vidas corrieran peligro. Llegamos a tener liberadas 375 camas —de las 618 que posee el centro— por si ocurría un desastre o un accidente masivo, tener dónde ubicar a los lesionados».
El doctor Rodolfo Pérez Felpeto, especialista de segundo grado en Cirugía General, añadió: «El lunes 8 de septiembre, en medio del huracán, todo el hospital trabajó en condiciones de emergencia, pues no había luz y se emplearon los grupos electrógenos».
Explicó el doctor Felpeto que aunque no trajeron a ningún accidentado por problemas del ciclón, en esa jornada sí llegaron al hospital 11 personas necesitadas de inmediata atención especializada y fue necesario practicar igual cantidad de intervenciones quirúrgicas de urgencia, ocho en cirugía y tres de ortopedia.
«Eran pacientes cuya situación de salud no podía ser postergada sino a riesgo de que se agravaran; pero todos resolvieron, aún en esas circunstancias apremiantes de mal tiempo».
Las operaciones no fueron simultáneas, pero abarcaron un período aproximado de 16 horas, y en estas participaron varios cirujanos y un equipo de trabajo: la guardia, compuesta por cuatro especialistas, dos residentes y dos cirujanos más que no pertenecían al grupo, pero que reforzaron la guardia por la presión del momento.
«En caso de un accidente masivo, propio de situaciones de desastre, el hospital estaba preparado para realizar de cinco a seis intervenciones quirúrgicas de urgencia simultáneamente, puesto que contamos con ocho salones de operaciones equipados», comentó Felpeto.
Como en tiempos de guerraEl doctor Jesús Miguel Galiano Gil, también cirujano de experiencia y a la vez cuadro administrativo de la especialidad en el centro, dijo que el hospital estaba como en tiempos de guerra, cumpliendo lo establecido por la Defensa Civil en estos casos, con una serie de medidas que se toman en las diferentes fases: Informativa, Alerta Ciclónica y Alarma.
«De las ocho operaciones de cirugía, siete fueron de “abdomen agudo” y una debido a un “neumotórax”. En realidad son operaciones de urgencia, pero de las que pueden darse en cualquier momento, haya o no ciclón. Coincidió que ese día 8 de septiembre, a pesar de la tormenta, llegaron y era imprescindible operarlos para salvarles la vida».
Recuerda el doctor Galiano Gil que tuvieron mucha tensión. «Estar de guardia, un día normal, en que usted tiene que encontrarse preparado para cualquier eventualidad, genera siempre alguna tensión. Pero este no es el caso habitual en que usted ingresa al paciente, lo estudia, sabe qué tiene y de qué lo va a operar.
«La situación se torna más compleja cuando usted está a la puerta de un servicio de urgencia, esperando para darle asistencia médica al primer paciente que traen y ¡usted no sabe en las condiciones físicas en que va a llegar! Y, sobre todo, ¡en medio de un huracán!
«Además —dice Galiano Gil— trabajábamos sin luz, con la planta, sabiendo que la principal prioridad de todos nosotros, por el hecho de ser médicos, es la de preservar la vida humana, con o sin ciclón y con o sin guerra».
Especifica el cirujano que las operaciones realizadas el día 8 de septiembre fueron una obstrucción intestinal por bridas; un neumotórax, cinco apendicitis y una peritonitis.
«Hablamos de una oclusión mecánica de intestino delgado por adherencias; de un neumotórax espontáneo recidivante a una persona con enfermedad obstructiva crónica, un asmático, al que se le hizo una pleurotomía mínima; y el paciente de la peritonitis por una perforación del intestino delgado, todos problemas de urgencia».
Y agrega: «Como cuadro administrativo tenía que estar aquí para cualquier eventualidad y fui el cirujano de la peritonitis. He realizado muchas de este tipo, aunque no en medio de un huracán».
Emergencia en carne propiaEl doctor Jorge Luis Pérez Fleitas, especialista en Medicina Interna e Intensivista, a la vez que vicedirector del Salvador Allende, toma la palabra:
«Siempre se hace un plan que está previamente establecido, en el que nos hemos entrenado y que se ha ensayado. En estos últimos años nos hemos visto inmersos en estas eventualidades meteorológicas; las hemos sufrido en carne propia».
Argumenta el doctor Pérez Fleitas que se garantiza para casos de desastres o huracanes el funcionamiento de todos los servicios médicos. La guardia está organizada mensualmente mediante un organigrama. Pero, aparte de eso movilizamos una serie de brigadas especializadas que reforzaban esa guardia prevista desde tiempos normales.
Explicó el Vicedirector que en el hospital se tomaron una serie de medidas, como garantizar sangre para todos los servicios y petróleo para los grupos electrógenos, con el fin de garantizar la cirugía mayor de urgencia durante la emergencia ciclónica, pues se iba a trabajar sin el fluido eléctrico normal.
«Había que garantizar también el agua para todo el hospital, porque independientemente de que se evacuaron los pacientes no críticos, había que garantizar la mayor cantidad de camas libres no solo para los que vinieran, sino para brindar apoyo a los hogares de impedidos físicos que se evacuan hacia nuestro centro».
Añade que había que tener solucionado también, aparte del fluido eléctrico y del agua, la ropa de los salones de operación, las suturas quirúrgicas y otros materiales, puesto que en un momento en que falten esos recursos no es posible salir debajo de un aguacero o de las peligrosas ráfagas de viento en busca de transporte. Los servicios médicos de urgencia tenían que estar adecuadamente abastecidos para tres o cuatro días por lo menos.
«La Sala Valle —comenta la doctora Milene— la teníamos destinada para los ancianos del asilo, pero no fue necesario movilizarlos hacia allí. Se evacuaron para otro sitio. Nos trajeron impedidos físicos con hipertensión, problemas de angiología y asmáticos y los tuvimos ahí. Constituían un grupo de once personas, pero no de los internados en el asilo».
Hospital que no sale de servicioEl doctor Pérez Fleitas reflexiona: «El Salvador Allende es un hospital que ante cualquier situación de catástrofe, sea la que sea, no sale de servicio. Ha venido trabajando durante varios años para mantenerse como un hospital seguro, y para eso hay que tener garantizados todos los sistemas ingenieros y de aseguramiento médico que le permitan a los facultativos seguir trabajando en momentos de catástrofes.
«Para eso tenemos planes de aseguramiento establecidos y “engrasados” desde tiempos de paz que se ensayan y revisan continuamente. Esto permite, por ejemplo, que ubiquemos en lugares estratégicos, como las terapias, los salones de operaciones y grupos electrógenos que nos garanticen seguir operando, poder seguir recibiendo pacientes graves o de urgencias médicas, teniendo en cuenta que somos un hospital horizontal, con cerca de 30 pabellones, en un área muy extensa, lo cual hace muy difícil tener un solo grupo electrógeno. Y los existentes hay que mantenerlos funcionando.
«Es decir, que el equipamiento de alta tecnología (somatón) que tenemos permita atender al paciente que llega con un trauma craneal, un accidente cerebro-vascular, una fractura grave, una situación de abdomen agudo, una crisis hipertensiva severa... Que podamos seguir operando con todos sus sistemas montados y listos para emplearlos.
«Para eso hay que asegurar las calderas que dan vapor para seguir lavando, para cambiar la ropa de cama de los pacientes; para cocinar y garantizarles alimentación; para las reservas de agua potable; que las bombas del hospital sigan operando en pleno ciclón; garantizar los sistemas de gases, sea el oxígeno o el nitroso para operar, es decir, revisar en detalle cada aseguramiento para brindar la atención médica de siempre».
La doctora Milene enfatiza que este centro posee 1 870 trabajadores y que de ellos 160 son médicos, pero no puede olvidarse el trabajo importante que realizan los paramédicos, técnicos, trabajadores de servicio, mantenimiento, farmacia, las pantristas, los camilleros y las indispensables enfermeras, quienes formaron parte de un hospital en combate.