La noticia, vaga y confusa, nos llegó a través de la prensa internacional el sábado 18 en la mañana. Según Reuters, «Hungría garantizó asilo político a 29 cubanos detenidos en la Base Naval estadounidense en Guantánamo (...) Las fuerzas de Estados Unidos detuvieron a 44 cubanos capturados en el mar y 17 mantuvieron una huelga de hambre de tres semanas para protestar por las condiciones de su detención y demandar el ingreso a Estados Unidos (...) Estados Unidos había estado buscando países dispuestos a aceptarlos (...) Hungría garantizó asilo a 29 de ellos, mientras Estados Unidos pagará su alquiler, ropa de invierno y cursos del idioma durante un año (...) Otros cinco recibirán visas estadounidenses y algunos están esperando el permiso de un tercer país (...) Muchos de los detenidos eran personajes de la oposición cubana y serían perseguidos si fueran devueltos a Cuba».
Según EFE, «la Secretaria de Estado de Relaciones Exteriores húngara, Marta Fekszi Horvath, confirmó la noticia», mientras la agencia oficial húngara MTI informaba que «la actual decisión es resultado de una coordinación más larga: por primera vez se habló al respecto en la entrevista del presidente estadounidense George W. Bush con el primer ministro húngaro Ferenc Gyurcsány en ocasión de la visita que efectuara el primero a Hungría el año pasado».
Al no devolver a Cuba a estos emigrantes ilegales interceptados en el mar, el Gobierno de los Estados Unidos viola flagrantemente otra vez los Acuerdos Migratorios suscritos con Cuba. La Declaración Conjunta del 2 de mayo de 1995 los obliga a que «los emigrantes cubanos que sean interceptados en alta mar por los Estados Unidos tratando de entrar en los Estados Unidos serán devueltos a Cuba. Igualmente los emigrantes que entren ilegalmente en la Base Naval de Guantánamo serán también devueltos a Cuba».
Al decidir enviarlos para su ilegal Base Naval en Guantánamo, viola incluso el espurio Convenio para las Estaciones Carboneras y Navales que impuso en 1903 a Cuba, en el que se comprometió textualmente «a hacer todo cuanto fuere necesario para poner dichos lugares en condiciones de usarse exclusivamente como estaciones carboneras o navales y para ningún otro objeto».
Con esta irresponsable decisión, el Imperio alienta la emigración ilegal desde Cuba mientras declara hipócritamente que está preocupado por ella. Mientras organiza ejercicios para enfrentar un supuesto éxodo masivo, incumple sus obligaciones y no devuelve a Cuba a 16 de cada 100 emigrantes ilegales que intercepta en el mar. Mientras construye en la Base un centro para emigrantes ilegales, mantiene la Ley de Ajuste Cubano y la llamada política de pies secos-pies mojados, verdaderos estímulos a la emigración ilegal desde Cuba. Hay que recordarles lo que escribió el compañero Fidel hace unos días. ¿Por qué tanta habladuría, amenaza y bulla?
El Gobierno de Hungría actúa como cómplice del Imperio. Hace méritos. Espera su premio. Insiste, servil, en demostrar al amo poderoso y agresivo que puede contar con su abyecta fidelidad.
No es la primera vez. Ya en diciembre del 2006, la Canciller húngara había compartido en Miami el convite con la mafia. Allí ofreció a los batistianos y terroristas de siempre su experiencia para la «transición democrática» en Cuba. Después recibió en Budapest, cómplice y obsequiosa, a lo peor de la fauna miamense.
El Gobierno húngaro, en lugar de ocuparse de tratar como a seres humanos a su discriminada minoría romaní, le otorga «asilo político» a un grupo de emigrantes ilegales cubanos. Miente y prostituye el término. Sabe bien, como su patrón, que estas personas no son perseguidas en Cuba. Mucho menos «personajes de la oposición cubana». Son, simplemente, emigrantes por razones económicas que probablemente no califican por sus antecedentes o nivel para recibir visas del Gobierno de Estados Unidos. ¿Será acaso por eso que el Imperio se los traspasa al lacayo, con cursos de idioma húngaro, ropa de invierno y pago de alojamiento por un año incluidos?
Mientras, Cuba resiste al Imperio y desprecia al lacayo. Lucha con las ideas y denuncia. Defiende principios. Sabe que ni imperios ni lacayos impedirán que su pueblo construya la sociedad más culta, más justa y más solidaria que haya existido jamás.
La Habana, 21 de agosto de 2007