Los que soñamos por la oreja
Aunque han transcurrido casi 20 años, me parece que fue ayer cuando los amantes del rock en este país nos enamoramos de aquella revolución sonora procedente de Seattle y que pusiera en circulación por el mundo entero términos como grunge y rock alternativo. Nombres como Nirvana, Soundgarden, Temple of the Dog, Alice in Chains y Pearl Jam fueron ídolos para una generación de cubanos, así como admirados por quienes —sin pertenecer al grupo etáreo de los hoy «treintiañeros»—captamos los valores esenciales de una movida que, entre nosotros, no solo repercutió en el ámbito de los roqueros sino también en el de los cantautores.
Cierto que los de entonces ya no somos los mismos. Muchas de las bandas que causaron furor en los 90 han desaparecido. También es verdad que la mayoría de los seguidores de la corriente, y que en Ciudad de La Habana colmaban los escenarios para los conciertos de una agrupación como Havana (uno de los principales cultores del estilo por acá), se han desperdigado. Empero, no únicamente queda la nostalgia por aquellos años, en los que se fue intensamente feliz.
Una amiga de dicho período por estos días me ha hecho llegar un disco, que me trae un montón de recuerdos a la cabeza. Trátase del CD Backspacer, fonograma de Pearl Jam. Como tantos otros, disfruté hasta el cansancio con el álbum debut de la banda, el célebre Ten (1991), valorado junto con Nevermind, de Nirvana, como los dos trabajos fundamentales para la explosión mundial del movimiento musical surgido en Seattle.
Otros discos de Pearl Jam que resultan de mi agrado son Vs, Vitalogy, Yield y Riot act, material criticado negativamente por muchos especialistas y seguidores, pero que a mí me llamó la atención por el cambio en la propuesta del grupo, al incursionar en una sonoridad Fol y de aires experimentales. El CD Pearl Jam, editado en 2006, es quizá de los de la agrupación el que menos me convence, pues suena demasiado a lo que habían hecho en sus primeros trabajos y no hay por qué repetirse.
Conformados en la actualidad por el vocalista Eddie Vedder, los guitarristas Stone Gossard y Mike McCready, Jeff Ament en el bajo y el baterista Matt Cameron (el último en integrarse al grupo en 1998, al disolverse Soundgarden, del que era miembro), el fonograma que ellos nos ofrecen en 2009 con el título de Backspacer es de esos que me produce una doble sensación. Desde que lo escuché por primera vez, como disco me encanta, pero a la vez me origina una dosis de insatisfacción. Vamos por parte.
El tema con el que abren es Gonna see my friend, de esos llamados a sonar de manera insistente en la radio, gracias a su corta duración, potencia y el desempeño de Eddie Vedder en el canto, como para demostrar que él no ha perdido ni un ápice de facultades. Siguen luego con Got some, otra pieza breve y enérgica, para dar paso a The Fixer, perteneciente a esa clase de música rock que nos transmiten una carga de positividad siempre bienvenida, por la adrenalina que nos genera.
Se produce entonces un cambio en la orientación del álbum y nos encontramos con mi canción favorita de la grabación, Just breathe. Concebida con una orquestación acústica y que persigue hacernos sentir total sosiego, aquí Eddie interpreta con tal filin que su intervención en el tema deviene lección de maestría para los vocalistas del género.
En la misma cuerda de la antes aludida pieza aparecen Amongst the waves y Unthought known, segmento sonoro que sirve para demostrarles a los que piensan que el rock es solo energía, que también en la manifestación hay espacio para el más caro lirismo.
A partir de ahí nos topamos con esos temas a medio tiempo y a los que nos ha acostumbrado la banda estadounidense. Son los casos de Supersonic, Speed of sound y Force of nature, que nos conducen a la coda del CD, o sea, The end, hermosa canción acústica.
Y ahora mi inconformidad con Backspacer: Me parece que el productor, Brendan O’Brien, puso demasiado protagonismo en el trabajo de Eddie Vedder, con lo que falta mayor destaque de los restantes miembros del grupo, pues este no es un disco de un solista sino el de una banda.
A pesar de esa deficiencia, el álbum, como tal, me dejó un buen sabor de boca.