Los que soñamos por la oreja
Mi gran amigo Jesús (Lenny) Martell, alguien que sabe muchísimo de rock, fue la primera persona que hace unos años me recomendó escuchar con atención lo que estaban haciendo unos polacos nombrados Riverside. Ellos son parte de una muy llamativa escena roquera y metalera en Polonia, de la cual he podido conocer bandas como Behemoth, Vader, Howling Aliens y Kontraburger.
No exagero ni un ápice al afirmar que en mi gusto personal, Riverside representa uno de los grupos de mayor interés entre los muchos que he oído en lo que va de década. En la propuesta facturada por el bajista y vocalista Mariusz Duda, Piotr Grudzinski en la guitarra, el tecladista Michal Lapaj y Piotr Kozieradzki en la batería, se aprecia un trabajo de conjunto que trasciende las características estilísticas del metal progresivo, al que suele asociárseles. Por eso, no persiguen el virtuosismo extremo, aunque sean notables instrumentistas, sino que su objetivo fundamental es transmitir emociones.
La agrupación comenzó a ser noticia en septiembre de 2003, cuando Mystic/Laser’s Edge Records le puso en el mercado el álbum Out of myself, primero de una trilogía llamada Reality Dream. Contentivo de nueve temas, la ópera prima de Riverside deja por sentado el altísimo rigor de la banda. Entre mis piezas favoritas del CD mencionaría The curtain falls, en virtud de su atmósfera y cadencia; In two minds, The same river y Out of myself, cortes donde Mariusz Duda evidencia que es un vocalista de gran potencia al cantar.
El segundo trabajo de la trilogía Reality Dream, inmerso en los parámetros del metal progresivo, resulta para mí el mejor fonograma registrado por el ensamble polaco. Second life syndrome posee la rara virtud de que en él encontramos por igual tanto canciones épicas, otras muy sensibles o melancólicas, así como algunas de una fuerza endemoniada. Aunque Duda ya había demostrado en el disco anterior su condición de buen cantante, aquí se luce al saber interpretar por momentos con una voz nostálgica, a veces depresiva, pero siempre sin obviar la agresividad del género. Ello se corrobora al escuchar temas como Dance with the shadow, After y Conceiving you.
Lo siguiente en conocerse de Riverside, y que dio fin a su trilogía, fue Rapid eye movement, un material compuesto por dos partes: Fearless, integrada a su vez por cinco temas; y Fearland, con cuatro piezas. Entre ambas partes se aprecian claramente las diferencias de intención. En la primera, se hace énfasis en el costado más metalero del grupo, mientras que en la segunda la propuesta se torna muy melódica, signada por una sonoridad bastante acústica. De toda la grabación, considero que las palmas se las lleva Ultimate trip, una maravilla de algo más de 13 minutos de duración.
Un resumen de la trilogía apunta a que si bien los tres discos son distintos entre sí, hay una misma dirección musical que vertebra el trabajo. Después de esto, la reputación ganada por Riverside los obligaba a hacer un alto para intentar reinventarse. En espera de la nueva orientación, en el 2006 publican en Polonia el EP Voices in my head, armado con cinco temas en estudio y donde se alejan un poco del metal progresivo. Por su parte, en el 2008 Mariusz Duda edita Schizophrenic prayer, acreditado a su proyecto como solista, Lunatic Soul.
Para disfrute de quienes admiramos el quehacer de Riverside, en el presente 2009 han puesto en circulación el CD Anno Domini high definition. Este es un disco más enérgico que los anteriores y donde los teclados, a cargo de Michal Lapaj, tienen un mayor protagonismo. Los cortes Hyperactive, Drivern to destruction, Egoist Hedonist, Left out y Hybrid Times son muy directos en su concepción, sin perder ni una pizca de la elegancia que ha tipificado la obra del cuarteto.
Aquí encontramos ecos del espíritu roquero de inicios de los 70, pero procesado con sonidos y timbres modernos. Con ello, la banda polaca deja claro que no es la simple combinación estilística de Tool, Porcupine Tree y Dream Theater, como algunos han afirmado. Su fórmula creativa aún no se ha agotado y en un futuro todavía podemos esperar de Riverside otras gratas sorpresas.