Frente al espejo
La cultura coloca los cimientos de una sociedad, de ahí la importancia del trabajo de los maestros.
En un tema tan significativo como ese se adentró el comentario ¿Evangelio vivo?, de nuestro colega Luis Luque, publicado en la edición del domingo 21 de noviembre. Creo que el trabajo no tuvo la intención de moverse entre coordenadas generales, sino provocar una mirada íntima, reflexiva, en aquellas personas que tienen la altísima responsabilidad de moldear el carácter de nuestros niños y jóvenes obrando lo que es casi un milagro: mantener la comunicación con ellos sin perder la condición de referentes morales.
¿Cuánto más podemos hacer para que los jóvenes se enamoren del magisterio? ¿Qué cometido pueden jugar los medios en nuestro conglomerado social para contribuir a ello? Dos lectores ya nos hicieron llegar sus opiniones, pero dejamos la puerta abierta a otras:
«Luis Luque ha publicado un magnífico trabajo sobre nosotros los educadores (¿Evangelio vivo?, 21 de noviembre). Su versión de los hechos se ajusta a la más exacta realidad. Si el maestro no es un evangelio vivo, la sociedad del futuro estará en peligro.
«Al respecto hay dos cosas fundamentales: la sociedad deberá prestar mayor atención a un sector realmente estratégico en cualquier país, y los maestros tenemos que ganarnos el respeto de los estudiantes no diciéndoles que somos maestros sino demostrándoles que lo somos.
«Recientemente se cumplió el aniversario 37 de la muerte del maestro Manuel Ascunse Domenech —una banda contrarrevolucionaria lo asesinó junto a su alumno, el campesino Pedro Lantigua, el 26 de noviembre de 1961—, que con solo 16 años fue a la Sierra del Escambray a alfabetizar. Es un buen ejemplo para los maestros jóvenes que no solo deben tener en un pulóver la frase “Yo soy el maestro”. Lo imprescindible es serlo. Todos somos responsables». (Arístides Rondón Velásquez, Instituto Superior Pedagógico Varela, Villa Clara)
«Estimado colega —permíteme llamarte así: es reconfortante que un joven de nuestra sociedad reconozca lo importante que es ser un maestro formador de las nuevas generaciones. «La problemática de los maestros emergentes no es nueva; nosotros la hemos vivido en varias generaciones en nuestra educación. No obstante, en la actualidad tiene una importancia vital dado que estamos viviendo el deterioro en las buenas costumbres y formación de cualidades morales, causadas por un déficit en la educación familiar y consecuencias además del período especial por el que atravesó nuestro país. Esto no es una justificación, pero sí ha incidido notablemente en la formación de nuestros jóvenes.
«Creo que es esencial que este tema sea abordado en numerosos espacios sin atacar a los jóvenes que han asumido esta tarea en este difícil momento, pero sí llamando a la reflexión acerca de la necesidad de la educación familiar y destacar la figura del maestro para que estos jóvenes comprendan qué espera de ellos esta sociedad y cuál es su rol en la formación de esos otros jóvenes que tienen en sus manos». (Lourdes Cartaya Greciet, ISP Enrique J. Varona)
Y ahora los dejamos con criterios sobre otros trabajos:
«Soy cubano, y no vivo en Cuba pero la siento todos los días. Estuve leyendo las palabras de Paulito FG (Quien pregunta lo que no debe, encuentra lo que no quiere, Yelanys Hernández Fusté, 2 de diciembre) y hay algo que me gustó tanto... Cuando uno ve la dimensión de Fidel en la historia, es un poco loco no creer en él». (Pavel Orué)
«Estimado José Alejandro Rodríguez: Permítame decirle que busco su columna entre las primeras cuando me encuentro frente a un ejemplar de Juventud Rebelde.
«Me impresiona la forma en que practica un periodismo imparcial, veraz y valiente, que ha podido cambiar tantas injusticias sin amilanarse ante nada. Es digno de aplauso que no se fije, además, a quién está usted ayudando con su columna, lo cual habla de que estamos ante una persona desinteresada y humana, atributos que hacen mucha falta para ser un buen reportero». (Dr. Daniel Vázquez González)
«Soy una fiel seguidora del diario y aprovecho para felicitarlos por el buen trabajo que están acometiendo.
«Doy mi aprobación al trabajo ¡Manos pa’ arriba, mi gente! (Yoelvis Lázaro Moreno Fernández, estudiante de Periodismo, 27 de noviembre). Abogo porque se tomen medidas ante la grosería de los llamados animadores musicales... En muchos casos las canciones poseen una letra para nada saludable, y ahora hay que sumarle lo que gritan esas personas, que yo diría que están animando a la incultura y la falta de educación. Se impone que tomemos medidas ante tal situación». (Celia Pérez Martín, Ciego de Ávila)