Frente al espejo
Recientemente publicamos el trabajo titulado La «bomba nuclear» que arrasó a Cuba, de la autoría de Daniel Martínez y Carlos A. Pérez —por años han estudiado cuestiones relacionadas con nuestra atmósfera—, gracias al cual pudimos asomarnos a una interesantísima comparación cuantitativa, en términos energéticos, entre un huracán y una bomba nuclear.
Sabíamos que un trabajo como ese llamaría la atención de quienes gustan de estos temas —y más cuando siguen colgadas de la pupila las imágenes de devastación que Gustav y Ike crearon—, así que ahí van dos opiniones al respecto:
«Tokio, Octubre 3 de 2008. Dirección del periódico Juventud Rebelde:
«Ante todo, quiero expresar mis profundos sentimientos por los da-ños causados por los huracanes Gustav y Ike. Siento mucho respeto por la abnegación y los esfuerzos indomables del pueblo cubano para recuperarse de esos efectos, junto con la solidaridad de otros países que le brindan su apoyo necesario.
«Leí el artículo publicado el jueves 2 de octubre en vuestro periódico: La "bomba nuclear" que arrasó a Cuba, en que se analiza la magnitud energética del huracán Gustav, que fue gigantesca y destructiva. Entiendo bien que, para mostrar su energía destructiva, se cita las bombas nucleares con el fin de ofrecer una comparación comprensible a los lectores.
Prosigue diciendo el lector que «el asunto de las armas nucleares, sobre todo las bombas nucleares que se lanzaron inhumanamente en Hiroshima y Nagasaki, es un tema muy delicado y complicado»; y cita varias diferencias entre la bomba atómica y el huracán:
«La bomba atómica causa daños tanto en lo material como en lo humano. En Hiroshima y Nagasaki se perdieron más de 200 000 vidas, mientras el huracán causa una cantidad de pérdidas humanas no despreciable pero que en vuestro país, gracias al sistema de la Defensa Civil, se reduce al mínimo posible.
«La bomba atómica también daña a quienes se dedican a salvar a los damnificados, por la radioactividad.
«Las víctimas de la bomba atómica sufren de leucemia, cáncer y otras enfermedades durante toda su vida hasta otra generación, mientras los daños físicos del huracán, aunque grandes, tienen carácter temporal y pueden superarse en breve tiempo.
«El huracán es un fenómeno natural inevitable, mientras que la construcción y el uso de la bomba atómica se puede evitar.
«Con estas razones pienso que no es adecuado solo asociar la fuerza destructiva en la energía del huracán a la bomba atómica. Sé bien que el gobierno revolucionario de Cuba ha participado siempre en la Conferencia Internacional contra las Bombas A y H, que se celebra en Hiroshima y Nagasaki.
«Espero que la amistad entre los pueblos de Cuba y Japón se estrechen más y que nos mantengamos luchando conjuntamente por eliminar las armas nucleares, por la paz del mundo y por un mundo no nuclear». (Michihiro Sindo, miembro de la Junta Directiva del Comité Japonés de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina)
«A raíz de lo planteado por el compañero Fidel en sus Reflexiones del pasado 3 de septiembre (Un golpe nuclear), dos científicos cubanos en-viaron a JR un artículo en que fundamentaron por qué resulta correcta, desde el punto de vista físico, la comparación entre las bombas nucleares y un huracán. Es increíble la capacidad destructiva que tuvieron Ike y Gustav... Me pareció estupenda e interesante la explicación dada, primero por el compañero Fidel y luego por esos científicos. Seguramente muchas personas tuvieron la oportunidad de recopilar esa información pues nuestro pueblo enfrenta, año tras año, los embates de estos eventos meteorológicos...». (Yasser Fernández Perera, estudiante de Geografía, Universidad de La Habana)