Acuse de recibo
Desde Cojímar, en La Habana, Gilberto Salabarría contó aquí el 20 de septiembre de 2019 que el 20 de junio de ese año acudió a la capitalina funeraria Marcos Abreu, de Zanja, y lo que presenció lo deprimió sobremanera: capillas sin ventilador, un calor asfixiante y tampoco había agua, porque las tuberías estaban rotas.
«Creo que si no tiene condiciones, decía, hay que cerrarla y brindar el servicio en otra funeraria. No quiero una funeraria con aire acondicionado, pero que por lo menos haya un poco más de respeto y consideración».
Al respecto, el pasado 26 de diciembre recibimos la respuesta de José Luis Mujica, subdirector de Servicios Necrológicos en La Habana, quien confirma lo descrito entonces por Gilberto y reafirma las limitaciones de la misma a consecuencia de su estado constructivo.
Explica que entonces se determinó no cerrarla para no afectar el servicio a la población de los municipios de La Habana Vieja y Centro Habana. Añade que precisamente en ese período se estaba realizando la reparación de la funeraria contigua, la Bernardo García, y al terminar esta comenzó en septiembre la de la Marcos Abreu, «hoy ya casi al concluir con una imagen y confort como lo requiere el servicio».
Informa el directivo que en La Habana hay 24 funerarias y se desarrolla un programa —chequeado cada semana por las autoridades gubernamentales de la capital—, para su reparación general, mantenimiento constructivo, renovación de mobiliario y otros recursos, que mejorarán integralmente ese servicio. La dotación —precisa— la conforman juegos de sala, sillones, ventiladores, neveras de agua, cintillos para portar coronas, sarcofagueras modernas para colocar el ataúd y carretillas.
Señala que hasta diciembre de 2019 se había concluido ese programa renovador en 16 locales, e incluso se climatizaron algunos cuyos inmuebles estaban originalmente diseñados para ello. Además, se continúa laborando en otras.
«Nuestro propósito —afirma— es un cambio de imagen de estas instalaciones de manera integral y paulatina, por lo cual llegaremos a las 24 funerarias en 2020; además de fortalecer el sistema de capacitación del personal que labora en las mismas, para que nos permita brindar el servicio con la solemnidad que este requiere».
Diany Rodríguez Rodríguez (Avenida 23, entre 308 y 310, reparto Barbosa, municipio de Playa. La Habana) confiesa que, gracias a las nuevas tecnologías, paga teléfono, agua y electricidad, mediante Transfermóvil el propio día que le acreditan su salario en la tarjeta magnética.
Confiada en las ventajas de la inmediatez, pagó la electricidad el 11 de diciembre pasado a las 6:52 a.m. y detectó un descuento de 563 CUP, exorbitante para una trabajadora con dos niños y próximo al fin de año, cuando todo el mundo ahorra para una cena familiar.
Entonces leyó su metro contador, y por la aplicación UNE Droid le salía a pagar 89 CUP. Llamó a la oficina de la Empresa Eléctrica de Santa Fe y le explicaron que debía presentarse en persona para tramitar su queja. Solo era necesario una foto del reloj contador y el recibo de pago.
El 12 de diciembre fue y le dijeron que debía esperar a los inspectores. Esperó, y al constatar la ausencia de aquellos, pidió ser atendida por el director. Como estaba de vacaciones, la atendió la compañera Tania, quien le comunicó que los inspectores debían ir a ver el reloj, que fue un error de lectura y después del día 25 de diciembre se le reintegraría el dinero.
«Con esperanza llamé posteriormente, y me dijo que la semana del 16 al 20 de diciembre los inspectores vendrían. Si fueron no lo sé, nunca tocaron a mi puerta. El lunes 23 de diciembre llamé nuevamente a la compañera y me explicó que los inspectores habían ido y mandaron el descuento a la empresa, que llamara el viernes 27 de diciembre para, supuestamente, ir a buscar mi dinero.
«Hoy me llevo una gran decepción al saber del peloteo que me han hecho. ¿Por qué, si pago mi factura eléctrica y por error de una persona, que me puso 450 kW de más, yo y mis dos hijos nos vamos a ver afectados este fin de año? Qué diferente fuera si yo soy la que no paga», concluye.