Acuse de recibo
Todo comenzó para Nurisleidy Martínez en octubre de 2017 cuando el lector cobrador de la electricidad, al parecer se equivocó al hacer la lectura del metrocontador de su vivienda, en calle A No. 3-A, entre 5ta. y 6ta., Brisas del Oeste, en la ciudad de Santa Clara.
Así, a Nurisleidy le llegó un recibo de consumo de ¡700 pesos!, cuando nunca este había sobrepasado los 80. Ella fue a la sucursal eléctrica Riviera, que es la que le corresponde. Y la administradora de la entidad, conjuntamente con la funcionaria de Atención a la Población, comprobaron que, evidentemente, se trataba de un error del lector, y le tomaron los datos por escrito para tramitar la queja y hacerle la rebaja, refiere.
Le dijeron, afirma, que fuera la próxi- ma semana. Y a pesar de que volvió en varias ocasiones, la respuesta siempre fue la misma: la rebaja no ha llegado. Como si fuera poco, cuando en noviembre el mismo empleado leyó el metrocontador, ocasionó un nuevo error de cálculo, y el resultado fue otro importe excesivo.
Nurisleidy retornó en innumerables veces a la oficina de marras, preocupada porque no podía pagar el consumo del servicio eléctrico, y se le iban a acumular varios recibos. Y la administradora siempre le decía que debía esperar, pues la rebaja no había llegado.
Al fin, el 8 de diciembre logró que un inspector le tramitara la rebaja, porque la anterior que le habían hecho en octubre se había extraviado. Y quedó demostrado que de las dos cuentas excesivas que tenía que pagar, en realidad solo debía abonar 30,40 CUP por tres recibos.
Uno de ellos Nurisleidy lo pagó en el momento por un mecanismo que llaman Cuenta Dos, y los otros dos recibos quedaron pendientes hasta que llegara la rebaja.
En diciembre ella fue varias veces a la sucursal y la respuesta era la misma: la rebaja no ha llegado. Pasaron diciembre y enero de 2018. Y nada. Para colmo, en la lectura del mes de enero, el empleado hizo un consumo estimado y salió otro importe excesivo.
El 20 de febrero pasado Nurisleidy fue de nuevo por allí, y la funcionaria de Atención a la Población le dijo que la rebaja se la había hecho un inspector de otro municipio, que estaba prestando sus servicios en dicha sucursal, y quizá se hubiera extraviado porque no había llegado aún a la empresa.
La cliente le explicó la historia completa y la funcionaria le dijo que iba a tomar los datos en una pequeña libreta, pero no podía tramitar la queja, pues no contaba con una hoja blanca para imprimirla; que fuera la semana próxima a hacer la queja de nuevo.
«No hay ni dónde ni con quién quejarse, refiere, y pregunta: ¿Por qué debo yo correr detrás de la Empresa Eléctrica perdiendo horas de mi trabajo para tratar de resolver un problema que lleva cinco meses, esperando que alguien ponga un número bien en una computadora, y que fue creado por ellos?
«¿Es tan difícil poner un número en una PC? Yo creo que lo difícil es atender a las personas como se merecen.
«Mientras tanto, yo sigo muy preocupada porque no puedo pagar mi consumo real en espera de la rebaja que no llega. Y el tiempo sigue pasando sin solución alguna», concluye.
Realmente son bastante preocupantes las reiteradas denuncias en esta sección de clientes que denuncian sobrexcesos de consumo eléctrico que aparecen en los reportes para el pago, por deficiencias de los lectores cobradores en su trabajo y otras irregularidades.
Sería saludable —y nuestros lectores lo agradecerían mucho— que la Unión Eléctrica (UNE) explicara con detalles por qué se están registrando tantas denuncias de este tipo que dañan la credibilidad de los consumidores en la justeza de las mediciones por parte de las correspondientes empresas eléctricas.