Acuse de recibo
El 9 de junio y desde Santa Clara, Alfredo Martirena, quien usualmente recibe bultos postales con culeros desechables para su mamá, enviados por su hermana desde España, contaba que el 29 de abril pasado, en el Correo Central de esa ciudad, la empleada le dijo que esa vez, al parecer por error del encargado de escanear el paquete en la Aduana en la capital, lo clasificó como efectos personales y no como medicamentos.
Ello disparó el costo de recepción del bulto: de 11 CUP que siempre pagó por la condición de medicamentos, ahora debía abonar 32 CUC. La empleada le dijo con pena que no dependía de ella, sino de la Aduana en Villa Clara. Alfredo solicitó hablar con los de la Aduana en esa provincia, quienes le explicaron que debía hacer la reclamación «por los canales establecidos», y sería dirigida a La Habana, de donde procedía el bulto, con la demora que conlleva.
«¿Qué culpa tiene mi madre —cuestionaba— de que un funcionario de la Aduana haga incorrectamente su trabajo y clasifique mal el bulto? ¿Por qué debe esperar por todo el mecanismo burocrático? Simplemente con abrir el bulto, los responsables de la Aduana en la provincia podrían comprobar que se trata de un paquete sellado con 40 pañales».
En carta posterior, Alfredo narraba que volvieron a citarlo en la Aduana en Santa Clara. Abrieron el bulto y comprobaron que era un paquete de culeros absorbentes. Y al indagar si había compensación por el retraso injustificado, al menos una disculpa de la entidad por el mal manejo del trámite, le dijeron que no era de su competencia.
Al final, el procedimiento fue enviar fotos del paquete abierto a la Aduana Nacional y carta escaneada. «No tengo certeza, concluye, de que el bulto deba regresar a La Habana, pero no lo dudo, para que al final se me entregue, y mi madre pueda usar los culeros, pagando en CUP».
Al respecto, responde Yipsi Hernández Hernández, asesora jurídica del Departamento de Atención a la Población de la Aduana General de la República, que «no se actuó con la diligencia apropiada para facilitar la mejor atención, por lo que le asiste la atención en sus planteamientos».
Precisa que el 13 de junio Alfredo recibió el paquete, y se le ofrecieron disculpas por el retraso generado, por lo cual manifestó su agradecimiento. Agrega que «la lamentable situación nos ha permitido revisar procedimientos vigentes e instrumentar cambios necesarios en favor de mejorar la atención a la población, pues nos anima lograr un trato de excelencia».
Agradezco la respuesta, pero evidentemente faltó en esta, junto a la disculpa, la explicación del porqué del error que afectó a ese destinatario. Tampoco se precisan las medidas que se tomaron con los responsables de tal proceder, y con quienes en Santa Clara se desentendieron del error. El asunto no fue solo el retraso, sino la pifia de castigar a ciudadanos urgidos de esos culeros desechables.
Iliannis Chávez Núñez (edificio 69, apto. 1, Alberro, Cotorro, La Habana) cuenta que el pasado 27 de junio, viajaba en el ómnibus 3233 Habana-Santiago de Cuba, de Ómnibus Nacionales. Y en las cercanías de Florida, Camagüey, en el poblado de Moronta, se averió el equipo.
Después de tres horas de infructuosos esfuerzos y dedicación de los choferes Jorge Herrera y Jorge Luis Gómez, afirma, se detuvo una rastra de Thaba, con chapa BO39258. Y sus tripulantes apoyaron con sus brazos, herramientas y su tiempo por tres horas más. Y luego llegó otro rastrero con el aporte final.
Allí estuvieron por siete horas. Y una generosa familia del lugar, además del cariño y la comprensión, alimentó a cada uno de los 59 pasajeros, a más de facilitar el acceso a su baño.
Iliannis transmite su agradecimiento «a los choferes que, además de trabajar bien duro para sacarnos de aquel apuro, no perdieron la sonrisa de sus labios; a los amables rastreros por su apoyo y su valioso tiempo; a esa familia y todos los excelentes seres humanos, de corazón».
Y apunta que en ese viaje uno de los choferes extravió sus documentos, incluido el carné de identidad, licencia de conducción y otros, razón por la cual no se podía incorporar a su trabajo.
Si alguien encontrara dichos documentos, añade, pertenecen a Jorge Herrera Debross, chofer del ómnibus. Los puede enviar a la terminal de Ómnibus Nacionales de La Habana, o llamar a Iliannis al 76828835.