Acuse de recibo
Francisco Félix Miranda (calle 21 No.4810-A, entre 48 y 50, Cienfuegos) tiene una hija colaboradora médica en Brasil, que el pasado 4 de abril le envió dos paquetes desde ese país. Uno le llegó el 16 de junio, aunque con demora. Pero del otro nada sabía cuando me escribió indignado el pasado 13 de agosto.
Luego de recibir el primero, el padre llamó varias veces a los teléfonos de Mensajería en La Habana, y la respuesta siempre era que el segundo envío «no estaba en sistema». Y a mediados de julio fue que, en esos mismos teléfonos, la empleada que lo atendió le confirmó que el paquete ya estaba en predespacho para enviarlo a su destino.
A finales de julio, y después de ir infructuosamente varias veces al Correo Central de Cienfuegos, Francisco llamó nuevamente a Mensajería y la compañera que le atendía le preguntó en qué municipio era el destino. Cuando le dijo que Cienfuegos, del otro lado de la línea se escuchó un «¡Aahhhhhhhhhhhh!... Su paquete está predespachado para Camagüey». Francisco le aclaró todos los detalles y ella le prometió ocuparse del asunto.
El 7 de agosto, mientras Francisco viajaba en ómnibus precisamente hacia Camagüey, la hija le envió un mensaje al móvil desde Brasil, en el que le decía que estaba muy preocupada, ya que había escrito a una dirección electrónica de Correos de Cuba y le respondieron que el paquete había sido despachado el 1ro. de agosto para Camagüey.
«Eso me hace pensar —manifiesta Francisco— que la compañera con que hablé hizo caso omiso, y no le dio ninguna importancia a mi reclamación, lo que me demuestra lo mal que algunos trabajan».
Entonces, la colaboradora escribió de nuevo a esa compañera, mediante correo electrónico, para que gestionara que se le entregara el paquete a Francisco en Camagüey. Y aquella le envió la siguiente respuesta:
«Hola, Nayivis, entonces lo mal encaminaron, pero no podemos hacer nada hasta que no llegue a Camagüey. Ellos se van a dar cuenta enseguida que “aperturen” la valija. De todos modos, cuando eso suceda yo los voy a llamar para que lo reencaminen para Cienfuegos. Tu papá no lo puede recoger allá; no se puede hacer. Por favor, te pido que mantengas el contacto conmigo. Nosotros tenemos muchas reclamaciones y a veces no damos abasto para estar al tanto de cuando llegue. Saludos, Yoenia Liens».
El 8 de agosto Francisco se presentó en el Centro de Clasificación de Camagüey, y allí le dijeron lo mismo: que cuando «aperturaran» la valija y se dieran cuenta, entonces lo reenviarían a su destino, que eso ocurría con mucha frecuencia.
El 13 de agosto Francisco fue a la Oficina de Atención a la Población de Correos de Cuba en Cienfuegos, y quien lo atendió rastreó en el sistema el número del envío: CP365806085BR. Acto seguido, le comunicó que todavía estaba en valija sin «aperturar» en Camagüey; que llamaría a Sofía, una funcionaria de la entidad, a La Habana.
La conversación telefónica con Sofía fue delante de Francisco. Y esta última respondió que eso tenía que gestionarlo con el compañero de operaciones de Correos, el responsable de ello. La trabajadora de Cienfuegos le dijo entonces al cliente que se encargaría de darle la encomienda al referido funcionario.
Francisco cuestiona: «¿Hasta cuándo tendremos que seguir recibiendo esos malos servicios que, por cierto, bastantes caros son?».
«El consuelo que me queda es que estas personas —que según ellos mismos, se equivocan con frecuencia— no son nuestros cirujanos, ni los pilotos de Cubana de Aviación», concluye Francisco.
Por cierto, en ningún diccionario de Lengua Española que consulté aparece el verbo «aperturar». Pero, tratando de adaptarme a los códigos técnicos de Correos de Cuba, solo espero que Francisco reciba finalmente el paquete y pueda «aperturar» lo que su hija colaboradora en Brasil le ha enviado. Ella no se merece el desliz de quien, en un segundo, despachó el paquete equivocadamente a Camagüey, ni tampoco el de quien no verificó.