Acuse de recibo
Hilda Trujillo Baltar (Marqués González No. 108, altos, Centro Habana, La Habana) comprende y valora la importancia del trabajo de reparación de líneas eléctricas en la capital y de sustitución de postes que hace la Empresa Eléctrica. Pero considera que tales labores, que implican el cese del servicio a los clientes, debían hacerse en un tiempo prudencial en estos meses de intenso calor.
Refiere la lectora que el viernes 17 de mayo interrumpieron el servicio eléctrico a las 7 y 30 de la mañana, para trabajar en los postes de la calle Zanja, y no lo restituyeron hasta las diez de la noche. El lunes 20 fue desde las siete de la mañana hasta las 11 de la noche, y el jueves 23 abarcó desde las 6 y 15 de la mañana hasta las 9 y 15 de la noche.
Asevera Hilda que con los calores reinantes, los alimentos se echan a perder constantemente.
La remitente considera que tales labores deben planificarse de manera que no se alarguen tantas horas. Y si fuera imposible acortar los ciclos de trabajo por algo muy excepcional, la Empresa Eléctrica (OBE) debería explicar a sus clientes las razones, y no solo interrumpir y ya.
«Si se dice que la afectación es hasta aproximadamente las cinco de la tarde —afirma—, no nos deben tener hasta altas horas de la noche sin servicio. Si se llama a la Organización Básica Eléctrica, te repiten que las labores están programadas, que trajeron brigadas del interior a trabajar y deben hacerlo rápidamente.
La lectora pregunta a la OBE si es imposible acortar esas jornadas de trabajo. De impedirlo la complejidad de esas labores tan saludables y la obligación de ejecutarlas con suma prudencia, considera que la empresa debe responsabilizarse con brindar información en el barrio oportuna y eficazmente.
A Roberto Nápoles Montoya (Calle 170, entre 1ra. y 5ta., edificio BCD-1, apto. 16, reparto Flores, Playa, La Habana) Etecsa le instaló el servicio telefónico el 6 de enero de 2012. Y desde el primer momento había solicitado incluir en el contrato la instalación de dos extensiones más en la casa.
La empresa aceptó tal solicitud y al cliente le cobraron la instalación de ambas. Pero nunca las instalaron. No obstante, desde un principio en la factura mensual le vienen cobrando los 5,20 CUP por cada extensión.
Roberto se dirigió en varias ocasiones a ver al jefe de la planta de Etecsa sita en Cubanacán, quien se comprometió a completar el servicio, tal como estaba convenido. Pero jamás se hizo.
Hace ya más de un año que el cliente viene reclamando, solicitando que se le retire de la factura el servicio que nunca se instaló. Y después de mucho insistir, logró que le quitaran de la factura el cobro de una de las extensiones, pero le siguen cobrando la segunda hasta hoy, sin instalarla.
«En reiteradas ocasiones —apunta— he ido a las oficinas de Etecsa, la que ha sufrido varios cambios de dirección, y me encuentro siempre a alguien diferente, que me da una respuesta diferente. Pero nada se resuelve.
«En una ocasión me fotocopiaron la factura y me aseguraron que la situación no se repetiría más. Pero sí se repite.
«Recientemente volví y había una nueva Directora, quien me atendió adecuadamente y elaboró un documento que supuestamente aseguraba que al mes siguiente no saldría más la extensión en la factura. Posteriormente, esa compañera llamó a mi casa y me explicó que habían constatado un error en la factura; que no me preocupara, pues en abril no saldría la cuenta. Pero en abril salió la dichosa extensión.
«En fin, desde hace más de un año me cobran un servicio que no me han instalado. He reclamado formalmente y no he tenido respuesta en tanto tiempo. La cuenta casi asciende a 200 pesos. Y no veo la voluntad de Etecsa de resolver un problema que, además, me preocupa sobremanera, pues a otros clientes del área les ha sucedido lo mismo».
Hoy prefiero ni comentar. Me parece demasiado el maltrato generado por estas dos muestras de ineficiencia. El día feliz en que las entidades se vean precisadas a indemnizar al cliente por tantos incumplimientos continuados, algunas de ellas quebrarán financieramente.