Acuse de recibo
Cuando se cierran todos los caminos, debe haber un sendero para traspasar la situación y emerger. Precisamente eso le sucedió a Mercedes Rico Lamas, vecina de Ignacio Clemente No. 17-A, entre Aranguren y Barruti, en el reparto D’Beche, del municipio capitalino de Guanabacoa.
El 22 de septiembre de 2012, Mercedes preguntaba aquí: «¿De qué vivo? ¿Qué entidad gubernamental pudiese ayudarme en la solución de mi problema, para yo trabajar?».
Era grave el cuadro: Mercedes, licenciada en Defectología y residente en Guanabacoa, La Habana, laboraba en la Escuela Especial Mártires de Regla. Pero, hija única, se veía precisada a abandonar su trabajo cuando su padre de 81 años no pudo asistir más a la Casa del Abuelo, como consecuencia de una demencia senil avanzada.
En la Dirección Municipal de Trabajo le informaron que es el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social el facultado para aprobar excepcionalmente la plaza de cuidador para su hogar, de manera que ella pueda continuar laborando, previa solicitud del organismo central al cual ella pertenece.
Mercedes estaba angustiada, porque de abandonar el trabajo —donde percibe un salario de 750 pesos— para cuidar a su padre a tiempo completo, solo dependerían de los 250 pesos de la chequera de este.
Fue a Asistencia Social de su policlínico a solicitar un hogar de ancianos para el veterano. Y le dijeron que la cola de solicitudes era enorme. Entonces, me escribió, manifestando: «Solo pido trabajar en mis condiciones, no que el Estado me mantenga. ¿Qué debo hacer?».
Al respecto, responde Yusimí Campos Suárez, directora de Seguridad Social del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social (MTSS). E informa que, por acuerdo del Consejo de Dirección del MTSS de octubre de 2012, se aprobó excepcionalmente el servicio de Asistencia Social a esa familia, mediante una plaza de cuidador a domicilio por ocho horas diarias de trabajo, para la atención del anciano con discapacidad severa.
La Subdirectora de Prevención, Asistencia y Trabajo Social del municipio notificó la decisión a Mercedes Rico, quien no hizo uso del servicio por haber optado por la solución que ya le había ofrecido la Dirección Municipal de Salud, de ingresar al adulto mayor en el Hogar de Ancianos San José de ese territorio, donde se encuentra atendido actualmente.
El desenlace positivo del problema gracias a que se buscó una solución puntual, nos alerta de que este tipo de episodios se verán mucho más en un país que envejece vertiginosamente desde el punto de vista demográfico.
Los espejuelos en Cuba ni son un lujo ni un ornamento. Son los ojos de muchas personas. Y aquí nunca nadie ha explicado por qué se convierten en un nudo gordiano para quienes intentan ver la realidad con todos sus matices.
Gladis Leiva Gómez (Alemán No. 53, Santa Clara) es una anciana pensionada y operada de cataratas. Y en octubre de 2012 se le averiaron los espejuelos graduados que usaba. Su hija fue a la óptica y, para asombro de quien espera lo peor, le dijeron que existían los cristales. Qué bien. Mandaron a hacer los nuevos espejuelos el 7 de noviembre de 2012…
Gladis me escribe porque lleva más de tres meses esperando, y aún no ha podido resolver «sus ojos». Primero fue porque estaba rota la máquina donde tallan los cristales. Después, porque arrastraban un atraso no se sabía desde cuándo…
Ya, por suerte, los cristales están tallados, pero Gladis sigue esperando porque los monten en la armadura.
Y la lectora cuestiona:
«La vista, un sentido tan preciado para el desarrollo de nuestra vida diaria, ¿no es para que tenga una prioridad en los servicios de óptica?
«En mi caso, llevo más de tres meses totalmente incapacitada, sin poder realizar mis tareas acostumbradas, molestando al resto de los familiares para que me ayuden, por carecer de visión.
«Imagínese si fuera un joven que estudia o trabaja en una entidad. Sirva la presente para hacer un llamado de atención para que las autoridades encargadas de atender este servicio revisen el mismo y le den la prioridad que este amerita».