Acuse de recibo
Al país le pueden faltar materiales para acometer los empeños, y eso es comprensible, en un contexto económico nacional e internacional complejísimo. Pero cuánto duele que una vez destinados estos recursos fallen la organización, la fiscalización y la responsabilidad de quienes deben emplearlos...
Comento esto a raíz de la carta enviada por el Dr. Gustavo Navarro Sánchez, quien casi ha tenido que trocar su oficio de anestesiólogo del hospital Calixto García por el de «investigador-narrador a pie de obra».
Ocurre que como presidente del Consejo de Vecinos del edificio-ciudadela sita en 19 y K, Vedado, Plaza de la Revolución, La Habana, se duele de los destinos y desatinos que al parecer han tomado ciertas acciones y medios muy esperados y que bastante cuestan al país.
A partir del 2007, y con un expediente confeccionado con los reclamos por años —desde 1975—, para que se diera mantenimiento a la edificación, se comenzó paso a paso con los trámites efectivos al respecto, refiere el galeno. No faltaron —afirma— el peloteo y la demora en las gestiones, el desinterés, las malas caras y los «peros» para acometer la obra. Por fin, en agosto de 2011 empezaron a llegar unos pocos constructores y materiales.
Sostiene el remitente que desde el comienzo llamó la atención la falta de un jefe, organizador, o alguien a cargo de las labores. Al consultar sobre este tema a los miembros de la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV), entidad que asignaba el presupuesto, con valor de 15 237,87 pesos, le explicaron a los vecinos que la forma de contratación que ellos realizaban era mediante la Empresa Provincial de Construcción de Viviendas Contingente 26 de Julio, sita en calle 23, No. 912, e/ Paseo y 2, la cual era encargada de todo. Ellos solo inspeccionarían.
«Así comenzó la odisea de ver un desfile de constructores contratados y grandes volúmenes de materiales, los cuales en un total descontrol entraban y salían», comenta Gustavo.
Ante esta situación, en múltiples ocasiones se les llamó la atención por los vecinos, pues el local donde se guardaban estos materiales pertenece al edificio, y la respuesta, cargada de improperios, era que en ese local no solo se guardaban los materiales de esta obra, sino también de obras aledañas, añade.
En más de una ocasión —detalla el doctor— se personaron vecinos en la empresa, siendo imposible una respuesta de algún directivo o un cambio de conducta laboral. A una funcionaria de la UMIV se le comentó esta situación, sin una acción definitiva más allá de discutir con los trabajadores y plasmar las deficiencias en el libro correspondiente.
Entonces los vecinos se remitieron a la dirección de la UMIV, «donde se nos dio respuesta en corto tiempo. El Director de Rehabilitación en ese momento y otro directivo vieron los desastres y prometieron solucionarlos antes de culminar septiembre».
Pero a estas alturas, reflexiona el lector, no hay trabajador alguno en la obra; «zonas recién remozadas ya claman por reparación; nunca se terminaron de poner losas en el portal, área que en momentos de lluvia se empantana; los muros de la azotea se encuentran derruidos; no se realizó rehabilitación a redes hidrosanitarias, algo que estaba aprobado en el plan original»...
En fin, que los vecinos necesitan que alguien, de manera coherente, les aclare qué ha sucedido. Adónde fue a parar la planificación que tanto esperó por ejecutarse y cómo no se dijo nada al respecto.
Julián Martínez Martínez (Avenida 97, No. 8811-C e/ 88 y 90, Alquízar, Artemisa) indaga por lo que puede ser preocupación de varias familias en su territorio. Según cuenta Julián, a los núcleos que se constituyeron allí en los años 2008 y 2009 no se les entregaron módulos de cocción (hornillas eléctrica, olla arrocera, olla reina, ni calderos) y, contradictoriamente, les dan keroseno y alcohol en cantidad limitada, que les dificulta la cocción de los alimentos en varios días del mes.
«He visitado varias veces la Oficoda y me informan que para esos núcleos no está autorizado darles los módulos, y sí a los del año 2010 en adelante», señala Julián.
¿Estaremos para toda la vida en esta situación?, se pregunta con motivos el remitente. ¿Qué autoridad competente explica el asunto?