Acuse de recibo
Las entidades que prestan servicios públicos deben jerarquizar la información sistemática de su gestión, un derecho inalienable del ciudadano. Y también hasta para cubrirse sus espaldas porque, cuando están en deuda con sus destinatarios y no explican el por qué, el rumor y la especulación pueden estar culpándolos de lo que no fue, a más de tildarlos de insensibles.
Lo cuento porque el 6 de octubre del pasado año reflejé la denuncia de la lectora Aurora Méndez (Edificio 17, apto. 19, Reparto Nueva Isabela, Sagua la Grande, Villa Clara). La carta, escrita en septiembre, cuestionaba el silencio y la incertidumbre que rodeaba entonces a la suspensión del tren que rinde viaje desde la ciudad de Sagua la Grande hasta Isabela de Sagua.
Nadie sabía el porqué, no apareció información alguna. Y Aurora manifestaba: «Si de una cosa podemos vivir orgullosos, es que ni en los años más duros del Período Especial nuestro tren dejó de circular. Cuando no podía por determinadas razones, siempre hubo otro que lo reemplazara. Y aunque tenemos una crisis mundial, y nuestro país no está exento de ella, no podemos quedarnos callados ante las dudas. ¿Qué es lo que pasa con el tren con destino a Isabela?».
El 13 de enero pasado recibimos la respuesta de Yunior Alfonso Ruiz, director de Ferrocarriles en Villa Clara, quien precisa que en agosto de 2010 hubo cancelaciones en los viajes del susodicho tren debido a que su motor diésel sufrió varias averías. Y en septiembre se cerró el ramal Concha, por estar los pasos a nivel fuera de los parámetros técnicos para la circulación ferroviaria.
Aclara el Director que dicho servicio fue restablecido en el propio septiembre. Hasta el momento ha circulado sin afectaciones. Da cuatro viajes entre Sagua e Isabela, uno entre Sagua y Sitiecito, y circula los siete días de la semana.
Precisa el Director de Ferrocarriles en Villa Clara que Aurora fue visitada y se le dio la información correspondiente. No sin agradecer la respuesta, hay que decir que precisamente ella, y en general los sagüeros, requerían a tiempo los porqués aparecidos a posteriori. La información pública es actualidad saludable, para evitar malestares y suspicacias.
El caso que cuenta en su carta Lázaro Hernández (Calle B No.2, entre 1ra. y 2da., Vertientes, Camagüey) bien podría ser de esos que requieren una coordinación estatal y la buena voluntad para viabilizar el desarrollo y éxito del trabajo por cuenta propia en Cuba, como lo pide la dirección del país.
Lázaro tiene licencia como productor de escobas, vinculado a Industrias Locales de su pueblo. Es un oficio de tradición familiar, que no debe desaparecer por más escobas plásticas que se fabriquen. Y para ello, él siempre ha ido por sus propios medios al municipio de Minas, algo distante, a buscar la fibra, que extrae de la palma cana. A pesar de pagar disciplinadamente la licencia y cumplir sus deberes con el fisco, los guardias forestales no le permiten cortar y transportar la fibra, aduciendo que él no tiene permiso.
Lázaro, y otros «escoberos» en su misma situación, han gestionado con el representante de la Forestal en Vertientes, y este aduce que no puede, porque la fibra está en otro municipio. Pero cuando lo solicitan en Minas, les dicen que no porque no viven allí.
Entonces, si se arriesgan a buscar la fibra y los sorprenden, les decomisan la carga y les imponen una multa.
«Si pago mi licencia y cumplo mi contrato —expresa Lázaro—, ¿por qué no me dan el permiso para la fibra, pudiendo hacer una coordinación entre los dos municipios? Si hay que pagar su extracción a la Forestal, estoy dispuesto a hacerlo, y así cumplir con la ley, pues las escobas no se hacen con la hierba de los campos».