Acuse de recibo
Tienen gran repercusión los maltratos y deficiencias en el servicio del Campismo Popular, la principal y más módica opción para los veraneantes en el país. Por eso, el 16 de junio pasado, el lector capitalino Pedro Lucio Pérez enumeró aquí una serie de problemas sufridos por él y su familia en la base de campismo Las Caletas, del Litoral Norte habanero, entre el 4 y 6 de junio.
Pedro Lucio denunciaba las colas de hasta tres horas que debían hacer los clientes de la base para almorzar o comer, la lentitud de los empleados del comedor; el hecho de que los alimentos se acaban cuando ni siquiera había pasado la mitad de los campistas, deficiencias y tardanzas en el servicio…
Al respecto, responde Eduardo Tirado, presidente del Grupo Empresarial Campismo Popular, que, a raíz de lo publicado, una comisión investigó los sucesos, y los señalamientos hechos fueron ciertos. Se reflexionó al respecto en Las Caletas y el resto de las instalaciones del Litoral Norte de La Habana, «y se adoptaron las medidas para que no ocurran hechos como estos».
Precisa que se analizó lo sucedido con los trabajadores implicados en el consejo de dirección de Las Caletas, y se adoptaron medidas organizativas y disciplinarias. Al propio tiempo, asegura que los trabajadores de Campismo Popular trabajan para que hechos como esos no proliferen, y ofrece disculpas por ello.
Agradezco la respuesta, pero el presidente de Campismo Popular no precisa las medidas disciplinarias aplicadas. Más, parece ser que el propósito aleccionador de esa Empresa del Litoral Norte, no ha cuajado del todo.
María de los Ángeles Mena (Calle C, entre 29 y Zapata, edificio 730, apto. 33) escribe para contar los disgustos que su familia, y dos más de su edificio, pasaron durante su estancia en julio pasado en la base de campismo Las Terrazas, de Santa Cruz del Norte.
La hierba al pecho, los tanques de basura repletos con tremendo mal olor cerca de las cabañas, precios en su consideración excesivos y nada módicos de los alimentos; proliferación de alacranes, ratas, cucarachas, ratas y santanillas; olor constante a heces fecales… de las cabañas, colchones en mal estado, tablas podridas….de la recreación, nada de música, animación ni salas de video, solo televisor.
María de los Ángeles conoce los esfuerzos que hace el país para que los cubanos, al menos, disfruten en sus vacaciones del campismo popular. Precisamente por eso no entiende por qué tantas deficiencias. Fueron por siete días, y al segundo, ya estaban virando para su casa, desencantados.
Igualmente, Mercy Iglesias (Calle 8, edificio 632, apto. 2, entre 25 y 27, Vedado, La Habana), cuenta que fue el pasado 14 de agosto a la base de campismo Herradura, y se desencantó.
La cabaña estaba en medio de un yerbazal, cundida de mosquitos las 24 horas del día. Los baños públicos eran un desastre, al punto de evitar hacer las necesidades fisiológicas allí. Los colchones rotos y las camas en muy mal estado, al punto de dormir en el piso. No había actividades recreativas, ni atención alguna. Cabañas con baños que no tienen puertas, apenas sacos de yute. Tazas de inodoro tupidas y llenas de costras.
Mercy se cuestiona cómo es posible que se les cobre un fin de semana a personas que van a disfrutar, y terminen tan disgustadas por la baja calidad de los servicios.
Ambos remitentes consideran que el Campismo Popular, la más popular y asequible modalidad de reservación veraniega para el trabajador cubano, debiera hacer gala todos los días de la propia imagen que reproduce en spots televisivos y otras propagandas. Cada vez que esa imagen idílica se quiebra en una base de campismo, los veraneantes se sienten engañados, y sin ningún respaldo. Ya, a esas alturas, de nada vale reclamar, porque nadie te va a indemnizar ni desagraviarte por el disgusto, aunque pueda aparecer una respuesta y la notificación de que se tomaron medidas disciplinarias y organizativas.
Sería deseable, no obstante, que la dirección de Campismo Popular, con la misma diligencia que realizó el análisis de la queja de Pedro Lucio Pérez, atienda lo referido por María de los Ángeles y Mercy.