Acuse de recibo
El alerta del ardid lo da, desde Santa Clara, el doctor en Ciencias Médicas Alexis Corrales Gutiérrez, vecino de Prolongación de Colón 78, entre Capitán Velazco y Nueva Gerona, en esa ciudad: están madurando engaños al paladar y al estómago.
Refiere el facultativo que en la Feria Agropecuaria que se desarrolla en los alrededores del estadio Augusto César Sandino, no pocos concurrentes venden plátanos y piñas «madurados» con productos artificiales.
«Esto, además de ser perjudicial para la salud —recalca—, hace que el producto no tenga la calidad requerida, al no cumplirse los procesos bioquímicos de maduración. Por lo tanto, no saben a nada. Busqué en Internet, y muchos países productores de café prohibieron los madurantes. Y tengo entendido que existe una regulación en nuestro país, que los prohíbe».
Así es, doctor, pero lamentablemente las urgencias del mercado y la maximización de las ganancias están llevando a muchos vendedores a acelerar químicamente lo que la madre Natura hace con sosegada sabiduría. Y ocurre en cualquier rincón del país. Ya desde la propia ciudad de Santa Clara, lo denunció hace tiempo en Juventud Rebelde Nelson García Santos, nuestro corresponsal allí y un agudo comentarista sobre triquiñuelas económicas. Pero todo sigue igual. ¿Cuándo va a madurar definitivamente la determinación de prohibir esas trampas?
El otro fraude en tarima, allí en la Feria del Sandino, es el «puré de tomate» embotellado artesanalmente. Es puré de calabaza teñido con colorantes artificiales. «Robo autorizado», sentencia el doctor.
¿Y los inspectores dónde están?
La segunda carta trae otro engaño: alguien la dio por concluida, engrosó la cifra de cumplimientos y todos muy felices. Pero la Sala de Rehabilitación de Palmarito de Cauto, allá en el municipio de Mella en Santiago de Cuba, permanece cerrada a solo dos años de su inauguración, nos informa Keyla Crespo Fernández, una joven de 23 años que reside en calle A número 55, entre 8 y 10, en ese pueblo.
Hace un año Keyla sufrió un accidente. La rótula se le astilló y hubo que extraérsela. Pero no ha podido cumplir el tratamiento indicado, de calores y rehabilitación. La sala está mal construida, se moja por dentro con las lluvias. Y le faltan muchos equipos.
Es muy triste, después de tantos recursos gastados, porque ese poblado, con más de 7 000 habitantes, cuenta solo con su pequeño policlínico y la inutilizable sala de rehabilitación. Y es más triste aún que su personal, fruto de los cursos integrales para jóvenes, muchachos muy cordiales y profesionales, permanezcan ociosos.
Keyla ve muy difícil su recuperación, porque tendría que ir al municipio cabecera, pero como tiene la pierna rígida, no puede estar montando en cualquier equipo. Y esto le ha tronchado su carrera de Ciencias Naturales. Ya a estas alturas, solo le queda preguntar si ella pudiera hacerse un trasplante de rótula en algún hospital del país, para volver a retomar su caminito por la vida.
Mario Cabrera Rosa me escribe desde Avenida Céspedes número 83, esquina a calle 10, en la ciudad de Manzanillo, provincia de Granma. Y es para contar las vicisitudes de su hija con la dieta imprescindible para su salud.
La niña padece una enfermedad llamada fibrosis quística, y por ello recibe mensualmente un suplemento alimenticio, que, según le han dicho al padre, lo envían desde Ciudad de La Habana.
El asunto es que la dieta deben adquirirla los días 21 de cada mes, pero desde mayo pasado se están presentando constantes atrasos. La de ese mes la recibieron una semana después. En junio sucedió lo mismo, y en julio todavía no había llegado el día 31.
Padre al fin, Mario está muy preocupado. Si el Estado subsidia esos recursos para cada niño que padezca la enfermedad, ¿por qué tantas dificultades y retrasos, en algo que requieren para enfrentar su dolencia? ¿Por qué no pueden estar a tiempo, cuando los necesitan los pequeños? No todas las familias tienen un nivel de ingresos que les permita suplir la dieta adquiriendo esos productos a precios elevados.