Acuse de recibo
«Cubana corta las alas». Con esa imagen tan sugerente y paradójica, plantea su queja Graciliano Morgado, acerca de la suspensión por parte de Cubana de Aviación de los tradicionales vuelos entre las ciudades de Baracoa y Santiago de Cuba.
Morgado, quien reside en Glicerio Blanco número 1, en Baracoa, provincia de Guantánamo, inquiere por qué fue suspendida esa ruta aérea que es tan antigua como dicha compañía aérea.
Precisa el lector que nadie ha dado explicación alguna sobre el cese de esa tradicional ruta, la cual ni siquiera se interrumpió en los años más difíciles del período especial. Y argumenta que, por las dificultades topográficas del territorio, necesidad de traslación urgente de enfermos, ancianos y público en general, el mantenimiento de ese itinerario está más que fundamentado.
También alerta sobre la incomunicación agónica entre Baracoa y los poblados de Boca de Miel, Yara, Majayara y otros, sobre el río y el playazo donde desemboca.
Refiere el lector que en los primeros años de la Revolución, se construyeron allí tres puentes para asegurar el transporte en carros, aun en la época de las crecidas y por las consecuencias del tibaracón, que es la unión, no siempre armoniosa, del río y el mar.
Pero dos de esos puentes desaparecieron con los años y nadie reparó nunca más en la necesidad de ellos. El tercero, entre el playazo y Boca de Miel, sobrevive a duras penas, víctima del tiempo, las crecidas y el «canibaleo» de sus maderas podridas. Ha terminado siendo solamente peatonal.
Pero ni así. Las crecidas han ido destruyendo tramos. Y los pobladores se desgastaron en planteamientos en sus asambleas, y ante las autoridades de gobierno. Un buen día comenzaron los trabajos de reparación, pero la brigada avanzaba a paso de tortuga, hasta que quedó inconcluso.
Actualmente, señala Morgado, «existe un tramo donde las personas tienen que ser equilibristas para pasar sobre una viga desprotegida. En ese puente han ocurrido accidentes, incluso con fracturas de miembros y caídas al río».
Morgado alerta sobre un abandono esencial: «Allí sigue el puente retando las necesidades y la seguridad de la población. Esperamos que miles de habitantes de la zona puedan quitarse esa amargura de sus existencias».
La segunda carta la envía Ariana Díaz Pérez, de San Miguel 567 altos, entre Belascoaín y Gervasio, en Centro Habana, ese barrio tan singular y a la vez superpoblado municipio de la capital.
Ariana pregunta cuándo se aliviarán los trámites para todo lo relacionado con el carné de identidad, algo tan sustancial para vivir en sociedad. Y es que ha tenido una nefasta experiencia al respecto.
Cuenta Ariana que el pasado 2 de febrero se personó en las oficinas del Carné de Identidad y Registro de Población de Centro Habana con su hijo, para efectuarle el cambio del carné por deterioro del mismo. Llegó a las cinco de la mañana a marcar. Se habían concentrado más de 200 personas y solamente repartieron 50 turnos.
La madre y su hijo tuvieron que marcharse sin poder efectuar la gestión. Ya al muchacho le había sido impuesta una multa por un agente policial, debido a que tenía el documento de identificación con el plástico despegado. Y precisamente intentaban el cambio para evitar tales situaciones.
Ese día, Ariana faltó a su trabajo, y el hijo a sus clases. Ella no es una madre despreocupada, y cuando trata de enmendar el problema todo es tan difícil.
Ariana toma como ejemplo la solución que han encontrado las sucursales del Banco Popular de Ahorro, en cuanto a la extensión de los horarios. Y cree que debe estudiarse la readecuación de los horarios en las oficinas del carné de identidad, con respecto a la demanda. Buscar soluciones ágiles, y no martirios de tiempo.