Acuse de recibo
Sí, un elogio y una censura trae la carta de Idania Caballero, vecina de calle 31 número 32003, entre 320 y 322, en el reparto Fraga, municipio capitalino de La Lisa.
La lectora elogia los servicios de ETECSA, particularmente el buen trato que se recibe en sus oficinas. «Al menos es mi impresión del servicio que he recibido en la oficina de Arroyo Arenas, en La Lisa», subraya.
Idania aplaude las facilidades de pago tan flexibles que ofrece la entidad, pues contribuyen a eliminar las ausencias del puesto de trabajo, un asunto muy abordado en los últimos tiempos por su incidencia en las indisciplinas laborales.
Sin embargo, su parecer sobre la labor de la Empresa Eléctrica difiere:
«Tuve la experiencia de que mi casa estuvo cerrada en una ocasión, y no pudieron leer el metro contador. Entonces repitieron la lectura del último mes, que era completamente atípica en mi caso, pues coincidió con las vacaciones».
Significa que desde entonces se ha dirigido en cinco ocasiones a la Organización Básica Eléctrica (OBE) para que le hagan los ajustes.
Idania no logra entender «por qué no hay correspondencia entre las lecturas de los metros contadores, los kilowatts y el dinero a pagar. En mi caso, por ejemplo, tenía 341 kilowatts dos meses seguidos, y en uno de ellos debía pagar 129 pesos, mientras que en el otro fueron 167 pesos. Por otra parte, la diferencia de kilowatts en las lecturas del metro contador no daba 341. Y los compañeros de la empresa le echan la culpa... ¡a la computadora!».
Oscar Naranjo Reyes, vecino de calle 3 número 156, en Jayamá, ciudad de Camagüey, narra una experiencia sumamente dolorosa e imperdonable.
Cuenta que su padre falleció y fue sepultado en el cementerio de Maffo, municipio de Contramaestre, en la provincia de Santiago de Cuba. A los dos años se presentaron en esa necrópolis para exhumar sus restos y no pudieron hacerlo.
El panorama era patético: la bóveda estaba inundada. El compañero que estaba al frente del cementerio les prometió a los familiares que les avisaría en cuanto se solucionara la penosa situación.
Pero transcurrió un año y, al no recibir aviso, se presentaron de nuevo allí y todo permanecía en la misma deplorable condición.
«Ahora nuestra familia está muy afligida por esta situación, pues el enterramiento se produjo hace casi cuatro años», refiere, y pide que se solucione definitivamente el problema, pues «los restos que allí se hallan son los de nuestros seres más queridos, aquellos que nos dieron vida, nos educaron, nos dieron mucho amor y fijaron nuestros principios. Y lo único que nos queda hacer por ellos, que tanto hicieron por nosotros, es cuidar de sus restos».
La tercera misiva la envía Eugenio Arenas Rojas, del edificio 41, apartamento 3, en el reparto Villa Nueva, de la ciudad de Holguín.
Eugenio narra el problema que afecta a 80 familias de los edificios 40 y 41 de ese reparto. Cuando se construyeron esos inmuebles por la ECOI 19 de Holguín, dejaron sin terminar la cisterna que garantizaría el abastecimiento de agua.
Los sufrientes han planteado la situación en asambleas de rendición de cuentas y les han dicho que esas construcciones no tenían prevista la construcción de la cisterna.
De acuerdo con esta explicación, ese trabajo se convenió posteriormente entre los organismos que levantaron los edificios y las fuerzas de las microbrigadas que harían la cisterna. Por medio de ese convenio se obtendrían los materiales para su construcción. Ese compromiso se incumplió y el depósito quedó sin terminar.
En 2005 Eugenio volvió a plantear el asunto y la respuesta fue que no contaban con los recursos para la culminación de dicha cisterna. Los vecinos viven cargando cubos de agua por las escaleras, y se preguntan hasta cuándo tendrán que estar pagando el incumplimiento de algo tan elemental en una inversión de vivienda. ¿Quién responde?