Los expositores, en su gran mayoría mujeres y con una edad promedio de 28 años Autor: Enrique González Díaz Publicado: 15/11/2020 | 12:22 pm
Una muestra de cuánta responsabilidad pública puede alcanzar el emprendimiento privado en Cuba lo constituyó la Feria de productos, servicios e ideas de proyectos que buscan alternativas socioambientales, acuciados por la cuarentena de la COVID-19.
El encuentro, realizado en el Estudio 50 de la capital —ya un templo de iniciativas en una vieja nave donde antaño se producían espejos—, no fue precisamente una feria de negocios y oportunidades, sino un mapeo a pequeña escala de cuánto puede el ingenio, cuando las dificultades económicas arrecian.
Por la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, organizadora del evento junto a Tercer Paraíso, el ambientalista Yociel Marrero recibió a los participantes que buscan abrirse paso, con palabras de bienvenida, siempre para mantener el alma sana en el emprendimiento con responsabilidad socioambiental y apego a la legalidad.
Los expositores, en su gran mayoría mujeres y con una edad promedio de 28 años, en no pocos casos profesionales inquietos, intercambiaron sus experiencias en productos, servicios e ideas y sueños: Unos reorientaron sus proyectos para capear el temporal de la pandemia, y otros, la gran mayoría, se estrenaron con empeños muy originales, que piden a gritos una validación con los cambios y flexibilizaciones que se han anunciado para el sector no estatal.
Allí uno podía encontrarse desde profesores de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana que fomentan la deshidratación de frutas y otros alimentos como opción saludable de nutrición, hasta fabricantes de pinturas interiores que no contaminan el medio ambiente, solo sobre la base de resinas naturales.
Profesores de la universidad de La Habana incursionan en alimentos deshidratados. Fotos: Enrique González Díaz
También se exhibían, entre otras lindezas, productos cosméticos que desintoxican la piel sin componentes químicos, y jabones fabricados con aceites domésticos filtrados después de usados; aceites esenciales de distintos productos vegetales con valores nutritivos y medicinales: coctelería con componentes sanos, absorbentes para cocteles hechos con bambú en vez de plástico contaminante; tacos mexicanos con rellenos sin tintas, colorantes ni preservantes químicos…
Ingeniosos juguetes se expusieron para los niños. Fotos: Enrique González Díaz
Aunque esos proyectos son maneras de ganarse el pan, sus promotores confiesan que sienten placer, cierto gusto en crear espacios muy singulares, de realización personal y con dignificación de una cultura distinta del vivir y el consumir. Muchos de ellos dominan intuitivamente las reglas del marketing y los ardides de seducir. Ya tienen sus clientes fijos. Se auxilian de las tecnologías de la información, Whatsapp es el punto de venta para muchos que no tienen ni local. Prestan servicios de mensajería.
Lo vivido fue un mapeo a pequeña escala de cómo pueden ser los negocios de estos tiempos. Fotos: Enrique González Díaz
En medio del público, recorría minuciosamente las mesas Luis Carlos Góngora, coordinador del Gobierno Provincial en La Habana. Me confesó que allí estaba la esencia de la creatividad, la inteligencia y el espíritu del cubano; que allí se vislumbraban muchas potencialidades de estos nuevos actores económicos que hace falta encauzar y estimular.
Y este reportero veía, en aquel hervidero de entusiasmo juvenil, una oportunidad que esta vez sí no debe marchitarse bajo el peso de la rutina burocratizante y retardataria. Esos muchachos son también el embrión de la Cuba futura, donde el cliente al fin siempre tenga la razón; y el negocio una devoción a la belleza y a la decencia humana.