Acuse de recibo
El pasado 5 de mayo reseñé la queja de Léster Álvarez, en nombre de un grupo de estudiantes de Medicina de la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara, que organizaron una ciclo-caravana a Playa Girón a fines de abril, para honrar a los caídos en esas arenas en 1961.
Léster contaba que es una iniciativa estudiantil desde 1998. Esta vez, decía, se ubicaron en las márgenes de la playa, a mil metros del hotel Playa Girón. Pero el gerente del mismo se les acercó para informarles que debían retirarse, pues no estaba permitido acampar dentro del perímetro del hotel. «Es lamentable que personas inconscientes manchen con su incomprensión el pensamiento y la labor de estos jóvenes», apuntaba Léster.
Al respecto, responde el director del hotel Playa Girón, Orlando Rodríguez, que la coordinación previa con los representantes de la caravana creó el compromiso de suministrarles agua para beber, y se cumplió. Se autorizó a uno de los responsables para que cargara el agua, y el resto esperara afuera. Al poco tiempo, acamparon en los portales del motel del Ala Este de la instalación, recién reparado; y no a mil metros de ella, como dijo Léster. Parquearon un camión y una guagua Girón en el césped del mismo.
El Jefe de Seguridad y Protección del hotel les llamó la atención y se retiraron de los portales. Parquearon el transporte en el asfalto, mas permanecieron acampados frente al motel, prendiendo fuego a madera seca para cocinar una caldosa en el césped.
Luego el coordinador del grupo solicitó a la Comercial que los dejaran estar allí y utilizar la corriente eléctrica, como el año anterior. Esta les explicó que está prohibido tener personas no huéspedes pernoctando en las áreas del hotel. Además, agregó que estaban a las puertas de un control estatal integral del Ministerio del Turismo. Les dijo que las acampadas se hacen a la orilla de la playa.
Horas después el Director, al ver que habían instalado tiendas de campaña frente al hotel y prendido fuego para cocinar en el césped, requirió a la Jefa Comercial y al de Seguridad y Protección por permitirlo; pues ya había otro camión lleno de veraneantes que cuestionaban por qué no podían hacer su picnic adentro.
El Director, la Comercial y el responsable de Seguridad y Protección volvieron a hablar con los estudiantes y los conminaron a hacer la acampada en la playa, precisamente por Los Pinos, donde se produjo el desembarco de 1961. El Director arguyó que en 2011 se les permitió entrar a esa área y consumir la electricidad porque el motel estaba en reparaciones, pero ahora ya se comercializaban sus servicios.
No obstante, se accedió a que terminaran de almorzar y luego recogieran y limpiaran el área para acampar en la zona de Los Pinos.
«Después —acota Orlando—, los estudiantes se bañaron en los tanques de enjuagar los equipos del Centro de Buceo Internacional que radica en el módulo central». Directivos del hotel les llamaron la atención por estar en el lugar indebido y por el gasto excesivo de agua que ocasionaban. Los estudiantes explicaron que estaban autorizados.
Al publicarse aquí la queja de Léster, Orlando y parte del Consejo de Dirección del hotel Girón solicitaron una reunión con los estudiantes, representaciones de la Universidad y sus organizaciones políticas y de masas.
En el encuentro, los estudiantes dijeron que actuaron así por desconocimiento, y reconocieron que se bañaron en el Centro de Buceo del hotel. En cuanto a lo dicho en la carta a Acuse, de que estaban a mil metros del hotel, plantearon que identificaban la instalación con el área del módulo central y la piscina.
Se les aclaró, agrega Orlando, que las acampadas se hacen en la playa Los Pinos, y se reconoció ante ellos que por parte del hotel hubo negligencia del Cuerpo de Seguridad, al permitirles la entrada a esos predios para acampar. Se hubieran evitado los malentendidos.
«Los estudiantes reclamaban que tuvieron que utilizar sus propios recursos. Y se les dijo que siempre que una institución organiza eventos, lo hace de manera suficiente; que los directivos del hotel los comprenden, porque también fueron jóvenes, y hasta entienden que los estudiantes no se pongan en el lugar de los responsables, quienes deben cumplir con la legislación y mantener la eficiencia de una instalación que funciona con públicos diversos, y hacerlo bien. Todos concluimos que las causas del incidente fueron problemas de comunicación», concluye Orlando.